viernes, 7 de junio de 2013

Emociones


        Sí, estoy casi seguro que las emociones mueven el mundo. Ahora bien, creo que hay unas emociones que mueven a las personas desde su propia individualidad y otras que las mueven desde fuera. Ésta últimas son creadas por personas que no necesariamente comparten los presuntos fundamentos de sus creaciones y que las motivaciones verdaderas son el control y manejo de las masas. Las emociones individuales propias serían -por ejemplo- las producidas por el enamoramiento, el amor, el sexo, el poder y/o el dinero. Si estas cosas no producen emociones desaparecen o molestan. Si el enamorado no se emociona con el objeto o sujeto de su enamoramiento es que ya no lo está. Si el sexo no produce emoción se convierte en un ejercicio patético, sudoroso, y merecedor de fingimiento cuando se puede, y si se hace por obligación o necesidad será para conservar o conseguir otras cosas ajenas al sexo que al practicante le sigue produciendo emociones, como podría ser un derivado del dinero. Si el amor filial no irradia  emociones vinculantes, será otra cosa o un compromiso. Si el poder no emociona, el que lo posee tendrá una carga llena de responsabilidades. Si el dinero no genera emoción el que lo tiene vive como pobre por temor a ser pobre.
        Las emociones generadas desde fuera del entorno inmediato o familiar, son producidas -se me antoja-, por dos fuentes fundamentales: la Patria y la Religión. Por una de las dos, o por las dos a la vez, mueren al día miles de seres humanos, los de una patria matan a los de la patria vecina o se dejan sacrificar por la propia. Y por la religión lo mismo de lo mismo, y a veces la patria se convierte en religión y la religión en patria.
        Cierto que no se puede vivir sin una pizca de emociones generadas por las patrias o las religiones, la gente tiene que creer al menos un poco en una de ellas o en las dos, puesto que ambas suele formar esa otra cosa que se llama Cultura que se escribe con mayúscula para diferenciarla de la cultura de cada uno. La Cultura cristiana o occidental, la Cultura oriental, la Cultura árabe o musulmana, etc.; que hay más. Pero como el veneno, solo mata por la dosis, si te pasas revientas aunque un poquito no hace daño, y hasta puede hacer mucho bien. Y, se ha de equilibrar con la racionalidad; es decir, o le ponemos un escudo a las emociones o estamos fastidiados. Salvo excepciones, que las habran, nadie se cree que todo lo bueno que le pasa al mundo lo hace Dios, ni todo lo malo el Maléfico; ni tampoco que la Patria propia es mejor que la Patria del otro lado de la línea fronteriza, o que los otros no tienen patria merecedora de respeto. Desde la racionalidad tampoco es posible definir el concepto de  Dios ni el concepto de la Patria. Lo de Dios lo dejo porque es una cosa de creerlo o no, aunque  los creyentes casi siempre lo complementan con otras ilusiones pretendidamente científicas, allá ellos. Lo de la Patria parecería más racional entre comillas. No es un territorio, puesto que si lo fuera no sabríamos dónde empieza y acaba la de los palestinos y la de los  israelíes, y con todo los dos tiene una para ellos solos en el mismo territorio. No es una cultura, si lo fuera los argentinos tendrían la misma que los uruguayos y los dos la misma que los españoles; por lo mismo tampoco es un idioma si lo fuera los cincuenta millones de hispanohablantes de EEUU tendrían una patria para ellos en Norte América, y no hablemos de matices idiomáticos, si entramos ahí resultaría que los andaluces tienen una patria distinta a los castellanos. Tampoco es la uniformidad legal, si lo fuera no habría pena de muerte en algunos estados de EEUU y en otros no. Ni la organización política, si lo fuera no produciría ninguna emoción, y la produce: los muchachos mueren y matan por la patria y los padres de estos se conforman con una cajita de cenizas envuelta en una bandera, o una medallita puesta en el pecho henchido de orgullo del que mató por la patria y sigue vivo.
        Creo que sí, las emociones lo mueven todo. Un chismorreo de cualquier palurdo con ínfulas de sabio económico puede hacer caer la bolsa y arruinar a una empresa al tiempo que enriquecen a otros. Un político que se vea apurado tiene chance si esgrime la salvación de la patria. Los reclamos sexuales conmueven a la gente tanto que se pueden estampar con el coche contra una farola por ver a la señora pechugona del cartel publicitario. Cuando se quiere hacer comulgar a la gente con ruedas de molino se saca a Dios y las cosas puede andar. El dinero a algunos les causa tantas emociones que pueden vender a la madre. El enamorado mientras permanece en tal estado de trastorno mental transitorio padece taquicardia, le sudan las manos y cree que la mala hostia del otro es una manifestación de amor loco. Por amor filial grandes empresas se van al garete porque el fundador cuando se jubila deja al hijo o la hija aunque tengas menos actitudes que el último del escalafón. Por amor a la madre la nuera le hace el vacío a la suegra y el marido deja de ir a comer los domingos a casa de su madre al tiempo que sus hijos ven poco a los hijos del hermano porque han de estar con los primos maternos.
         Ahora se está trabajando la neurociencia y como es natural se desarrolla primero el neuromercadeo, y en esto han descubierto que un logotipo publicitario que haga figurar bebés de animales o humanos vende más que otras cosas, puesto que los adultos que compran experimentan  un acercamiento emocional al invento, de ahí que los peluches siempre son de animales cachorros con los ojos grandes y las frentes abultadas, de manera que a ningún humano le dé ganas de comérselos y sí de protegerlos.
        Por tanto, una cosa es que las emociones nos muevan y otra que tal cosas sea buena. La inteligencia emocional es la capacidad de gobernar las emociones desde la razón; la dialéctica entre racionalidad y emocionalidad se habría de sintetizar en lo razonable.
                Barcelona a 7 de Junio del 2013.- RRCH.

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