jueves, 24 de abril de 2014

MACHISMO, EL.


 

El término machista, ya desde la definición que le otorga el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres, engloba todo lo malo que un ser humano varón ha de ser, si se siente cómodo con su condición. El término hembrismo que coherentemente debería tener como definición: actitud de prepotencia de las mujeres respecto a los varones, no existe. El orgullo o complacencia que los seres humanos hembras puedan tener por serlo, se denomina feminismo: doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados frente a los hombres, y, movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres, y sí que está en el DRAE. Masculinismo no está. Dícese últimamente, que los varones contemporáneos están en crisis. No saben qué hacer, cómo hacerlo, ni cuándo, para mantener una relación pacífica, placentera y constante con una mujer. La cuestión a dilucidar bien podría ser que, la crisis la están teniendo las mujeres, y los hombres solo reciben los efectos perniciosos colaterales. Cabe la posibilidad teórica –con perdón por favor- que las mujeres actuales tengan la tendencia de desear en el hombre una cosa y su contraria: el hombre ha de ser sensible y no tener vergüenza en llorar, pero no ha de ser blandengue, ni llorica, ni un calzonaso. Ha de ser fuerte y valiente para proteger a la mujer; si ella se mete en un lío aunque no tenga razón, el hombre que la acompañe ha de defenderla aunque le cueste sus dientes;  pero no ha de ser proteccionista ni controlador. Ha de ser galante y detallista para dejar constancias de cuánto le importa, pero cuidando al máximo no interferir en el espacio de ella. El varón ha de aceptar con agrado que su compañera salga con sus amigas o amigos, quedándose él en casa, pero se ha de resignar a no hacerlo con los suyos sin llevar a su compañera. El varón tiene que emplear menos tiempo en el trabajo para así compartir las tareas domésticas, pero sin que ello le implique un descenso de ingresos económicos, puesto que si ella gana más que él a ella no le satisface. Ha de ser severo con los hijos y al mismo tiempo cariñoso, pero sin pasarse ni en lo uno ni en lo otro. Tiene que ser masculino, pero mejor que se depile todo el cuerpo. Tiene  que ser un macho pero disimularlo al máximo, cualquier desliz le convierte en machista, y ser machista es esencialmente malo, puesto que el concepto no admite ninguna virtud. La crisis de la mujer posiblemente ya empezó allá por los años 60. Tuvo éxito en su momento, y trascendencia hasta nuestros días, el Manifiesto SCUM (del inglés al castellano= ESCORIA) de la autora Valerie Solanas, que propició el feminismo separatista –no hembrismo separatista-, propagando la iniciativa del exterminio físico del género masculino. Dicha crisis femenina en caso de existir, por supuesto que ,en una medida, ha sido necesaria y beneficiosa para todos, incluyendo a los varones. La cuestión está en la medida. Dijo Gabriel García Márquez -machista redomado- que cuando un varón tiene una discrepancia con una mujer, no la ha de dialogar, sino hacer confianza y tirar para delante; cualquier dialogo tendente a solventar la cuestión, acaba en pleito.

 

P.D. cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

 

Barcelona a 24 de abril del 2014. rrch

miércoles, 9 de abril de 2014

Catalunya vs. España, y sus mandatarios


 
Los discursos de ayer fueron impecables. La propuesta del Parlamento catalán apoyada por el 80% de los representantes de Catalunya fue rechazada por más del 80% de los representantes del Estado español en el Congreso de los Diputados. El rechazo a la petición catalana para que España le cediera la competencia a Catalunya para celebrar un referendo para saber si los catalanes quieren seguir siendo españoles o no, se basó en los impedimentos que ciertamente impone la Constitución española de 1978. Con la Constitución en la mano el pretendido referendo no se puede hacer, puesto que la soberanía sobre España corresponde a todos los españoles, y ello no lo pueden decidir una parte que pueden ser más o menos seis millones, excluyendo al resto que pueden ser más o menos cuarenta millones. Impecable. Ahora bien, que sea impecable no significa ni de lejos que con tal impecabilidad se resuelvan los problemas.

Si nos vamos unos años atrás, la Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977 de 4 de enero), no hubiera existido si ante la proposición de ella, los representantes de las Cortes Españolas (franquistas) hubieran esgrimidos los mismos argumentos impecables que ayer esgrimió el Presidente del Gobierno de España, Sr. Rajoy. Evidentemente, aquella atrevida propuesta de Don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, que había sido Secretario General del Movimiento desde 1969 hasta 1974, no solo era contraria a las Leyes Fundamentales del Reino, sino que además era contraria a la Patria de Franco, y al Movimiento. Tan contraria, que para oponerse a ella de forma impecable se pudo decir (y algunos lo dijeron con acierto) que con tal Ley hasta podía ser que se legalizara el Partido Comunista unos pocos meses después (9 de abril de 1977). Y, ¿qué mayor mal podía sucederle a este país que los comunistas fueran legales?  Aquella Ley que cabía en un folio, con sólo 5 artículos cortos, 3 Disposiciones Transitorias y una Disposición Final, traía cosas tan aberrantes para la época, y contra las Leyes Fundamentales del Reino, como que en su artículo primero, uno, decía: “La democracia, en el Estado español, se basa en la supremacía de la Ley, exposición de la voluntad soberana del pueblo. Los derechos fundamentales de las personas son inviolables y vinculan a todos los órganos del Estado”. Y lo peor era que, con esa corta y disparatada ley, se estaba anunciando otra peor aún, la Constitución, que podía hacer (como lo hizo) mayores barbaridades: eliminar la pena de muerte; establecer la igualdad entre los españoles incluyendo a las mujeres, a todas, impidiendo la discriminación por razones de sexo, opinión, procedencia; todas barbaridades para destruir a España. Pero con aquellos locos, entre los cuales estaba en primera línea Don Adolfo Suárez, resultó que no solo no se destruyó España, sino que se construyó la que tenemos. Y la que tenemos, que naturalmente es distinta a la que teníamos con las Leyes Fundamentales del Reino, es mejor por mucho que aquella. Aquellas personas de finales de la década de los años 70 del siglo pasado, podían haber hecho lo mismo que nuestros actuales mandatarios políticos están haciendo: NADA. Sencillamente decir, no hacemos nada porque las leyes Fundamentales del Reino, no nos permite hacerlo; y dejar que la cosa se arregle o desarregle sola. Si Adolfo Suarez, hubiera sucumbido ante el miedo que, legalizando el Partido Comunista, éste hubiera ganado las elecciones y con ello convertido a España en un Estado Soviético, no lo hubiera legalizado y España no sería una democracia, y eso, que no sucedió, pudo suceder: ese era el riesgo que asumieron para sus propias personas. El gobierno español actual ha sucumbido al miedo. Miedo a  que, si convoca un referendo en toda España para saber si los españoles quieren que los catalanes sigan siendo españoles y si los catalanes quieren seguir siendo españoles, resulte que una mayoría de catalanes voten que quieren salir de España, o lo que es peor, que una mayoría de españoles voten que les parece bien que Catalunya se independice de España. Cierto es que el Gobierno catalán pretende un referéndum sólo en Catalunya, pero desde el  Gobierno español no se les ocurre valorar la posibilidad de un referéndum sobre lo mismo en toda España. Pero lo más desgraciado de éstos desgraciados, es que no hacen nada ni siquiera para evitar que ese miedo que les arruga todas las partes blandas de sus cuerpos, se convierta en una realidad. Y lo peor es que el arrugamiento de ellos, genera más nacionalistas catalanes antiespañoles. Son una máquina generadora de independentistas.

 

Barcelona a 9 de abril del 2014. RRCH