lunes, 27 de noviembre de 2017

DELITOS DE IDIOTEZ


Es probable que, además de modificar a Constitución o sustituirla por otra mejor, debamos modificar el Código Penal, e introducir el delito de idiotez. Con ello podíamos solventar problemas que aparentemente ahora no tienen solución ni castigo. El término idiota, según he visto por ahí, tuvo su primera acepción en la Grecia clásica, y venía a definir a la persona egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos. Si partimos de tal definición podríamos instaurar un tipo penal que dijera más o menos lo siguiente: El que siendo persona física o jurídica y haya asumido la gestión de cualquier asunto público, sea por elección, concurso,  nombramiento o mediante la superación de oposiciones, que teniendo potestades, mando o responsabilidad sobre la cosa pública y por su distracción, ineptitud, descuido, falta de interés o ignorancia no se entere que en su entorno se producen actos, acciones o dejaciones que genere un perjuicio para el bien público. Será castigado con la inhabilitación por tiempo de quince a veinticinco años para ejercer cualquier actividad que directa o indirectamente se relacionen con las funciones públicas, y a reponer con su peculio particular el prejuicio económico causado. Con este delito así redactado o mejorado, se podría castigar a los que resultan impunes por no enterarse que en el partido político que dirigen su tesorero amasa fortunas en Suiza, la sede del propio partido se reforma de lujo sin saber de dónde salió el dinero para financiarlo, se hacen mítines en campañas electorales gratis sin conocer quién hace los regalos y con qué finalidad. Serviría para hacer pagar a los jefes de partidos que ignoran que un montón de millones de euros se destina a expedientes de regulación de empleos dónde perciben indemnizaciones y subsidios personas que no eran empleados. Serviría para nacionalizar el tres por ciento que llegan a las arcas del partido sin saber de qué porcentajes salen, quién lo pone y para qué. Compensaría a la gente de las distracciones de infantas que firman sin leer, pero gracias a ello, ella, su marido y su entorno se dan la vida padre. Daría solución a los separatistas que en su afán de dividir a la gente porque se creen mayoría y segregadas vivirían como dios, y luego descubren que ni eran mayoría ni todo el campo era orégano, y en el empeño empobrecieron el terruño expulsando empresas generadoras de riquezas, enemistaron a la gente entre sí, y se gastaron una millonada en el proceso. En definitiva, serviría para separar a los idiotas.

Barcelona a 27 de noviembre del 2017.- RRCh

jueves, 23 de noviembre de 2017

CAROLINA BESCANSA: ¡GRACIAS!


No recuerdo que alguna vez le haya dado las gracias a un político en activo, y seguro que nunca lo he escrito. La propuesta de reforma de la Constitución española que hace la Sra. Bescansa, razonada e inclusiva para todos los pueblos/regiones/países y comunidades de España, es un alivio, una satisfacción, una esperanza. Y más aún después de la absoluta decepción que ha producido en la gente que en su día vislumbró algún atisbo de racionalidad e ilusión en el cambio efectivo de lo que no funciona, por la ineptitud, arrogancia y descrédito del Sr. Iglesias y sus palmeros.

       Hasta el día de hoy ningún político había planteado con cara y ojos una reforma de la Constitución que fuera más allá del intento de apaciguar o dejar para después, la problemática generada por el separatismo de una parte importante de los españoles radicados en Cataluña.

       Bescansa ha abordado la problemática de España en su conjunto, trascendiendo, asumiendo, y proponiendo soluciones, también a pretensiones particulares y exclusivistas. Su propuesta es razonable y razonada, y ello no implica que tenga éxito en su conjunto, ni tampoco que tenga algún tipo de éxito. Pero al menos es un texto susceptible de ser defendido, modificado, mejorado. Una propuesta concreta para iniciar un debate centrado, un algo que defender para corregir los sesudos diagnósticos de los males existentes.

       Sus ideas identifican el problema y propone una forma de resolverlo. Un Senado útil en la distribución de la riqueza entre territorios, compuesto por integrantes elegidos con criterios electorales equilibrados; un presidente de gobierno legitimado sin tener que pasar por componendas a corto plazo; un Parlamento con poder verdadero y no residual, y la posibilidad democrática con mayorías reforzadas y reiteradas, para aquellas regiones, países, comunidades o pueblos que quieran constituirse al margen de España.

       Esa es la función de un político, poner sobre la mesa propuestas concretas y no hacer como se estaba haciendo, un discurso para cada cliente y para cada ocasión.

       Bescansa ha sido apartada por el insoportable Pablo Iglesias y sus aduladores, de aquello que ella pretendió crear, y su propuesta además del valor que en sí misma tiene, demuestra la valentía de su autora, que le ha atribuido contenido a su oficio de parlamentaria.

Gracias, Carolina Bescansa.

Barcelona a 23 de noviembre del 2017. RRCh

miércoles, 22 de noviembre de 2017

SER ESPAÑOL ES UNA HISTORIA


Algunos de aquí y otros de fuera se preguntan qué es ser español, ahora que se ha promocionado el separatismo en Cataluña. La respuesta es muy simple. Ser español es ser ciudadano de un Estado con una organización constitucional, jurisdiccional, judicial y administrativa, que compete, otorga derechos y obliga, a los naturales o nacionalizados que habitan en la península Ibérica (exceptuando Portugal), Islas Baleares, Islas Canarias, Ceuta y Melilla; y disponen por serlo, de un documento nacional de identidad y un pasaporte que les identifica, atribuyéndoles derechos y obligaciones en el interior y en el exterior. Luego si les gusta o no ser españoles es otra cosa; seguramente hay muchas personas que no les gusta ser bajos o altos, rubios o morenos, gordos o flacos. Pero lo son. Además, hay una historia. Como también hay una historia en las personas bajas, altas, morenas, rubias, gordas y flacas. Es cierto que algunos españoles dicen no sentirse españoles, y como ellos no se sienten españoles desprecias a los que sí se sienten españoles o a los que no sienten nada por el mero hecho de vivir dónde viven. Tan triste como el que siendo bajito o alto no se siente bajito o alto y desprecia a los bajitos o a los altos. Es algo así como atribuirle a sus iguales el complejo de inferioridad propio, o hacer culpable al prójimo de lo que uno es o de cómo se siente. Existen ciudadanos en todas partes de España que les hubiera gustado ser ingleses, alemanes, franceses o belgas; y ello puede que obedezca a que actualmente siente más admiración por esos países que por el propio. A veces eso sucede por ignorar las miserias que los admirados ocultan o las virtudes que los propios han olvidado. Un español “arrepentido” de serlo, cuando quiere castigarse echa mano de los supuestos crímenes contra la humanidad en la conquista de América, la Inquisición y el franquismo, y enfrentan tales acontecimientos con criterios humanitarios actuales, pero no lo compara con las actuaciones  del imperio británico en África, el tráfico de esclavos, las masacres religiosas en Francia con los hugonotes, el nazismo en Alemania o la reducción a la mitad que de los congoleños hizo Bélgica y su rey Leopoldo II. Ni comparan la suerte de los indígenas hispanoamericano, con los de la América anglófona. Seguramente España debe promocionar el conocimiento de sus ciudadanos, de la historia propia y europea comparada, al menos desde el siglo XVl al XX.

Y, ¿qué es ser catalán?; exceptuando lo evidente: ciudadano español residente en la Comunidad Autónoma de Cataluña. ¿eh?

Barcelona a 22 de noviembre del 2017. RRCh.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

La mentira como único instrumento.


Hoy por hoy, una vez devaluada la honorabilidad al nivel del “bono basura”, la persecución del éxito se mide por la capacidad de captar voluntades en beneficio propio, y el instrumento más eficaz para la manipulación emocional sigue siendo la mentira. Desgraciadamente en Catalunya la mentira hoy es un “valor” en alza. El engañado cuando descubre el engaño hace acopio de resistencia para no admitirlo. Admitirlo implica para él un deshonor atendiendo a un concepto de honor que voluntariamente ha degradado.

       El procés catalán hacia la independencia fue una madeja de mentiras, desde la primera hebra hasta la última. Todo era mentira. Lo gracioso, por no llorar, es que los artífices principales de los embustes ahora comienzan a insinuar que quizás sus postulados no fueron certeros, pero procurarán y hasta puede ser que lo consigan, seguir mintiendo mediante la técnica del victimismo, que es una suerte de adicción enfermiza a la tesis de la dependencia. Ya dicen y seguirán diciendo que ellos no dijeron la verdad porque a ellos le engañaron, ¿y quién les engaño?, fácil: el Estado Español. ¿Cómo les engañó?, fácil: ellos se creyeron que España se iba a dejar y se han enterado hace un rato que la Constitución desde 1978 tenía un artículo 155 y el Gobierno tuvo la desfachatez de aplicarlo. Creyeron que como se creían más democráticos y mejor legitimados que el resto de españoles España negociaría con ellos y les daría a ellos lo que ellos necesitaran para cumplir el antojo de ellos. Y ¿qué querían negociar?, fácil: que les implementaran la independencia de Cataluña. Ellos ponían las ganas y el Estado español les debía proporcionar todo lo necesario para que los separatistas controlaran el territorio que querían separar de España, le financiara la formación de un ejército catalán para “defenderse” de España; les facilitara el reconocimiento internacional de la República Catalana; les siguiera asegurando que los catalanas separados tendrían los mismo ingresos, menos gastos y Catalunya el mismo Producto Interior Bruto (PIB), y por supuesto, que la República Catalana recibiera la misma financiación.

 Y fueron tan, tan engañados los pobres que ahora el Sr. Mas, el Sr. Campuzano, el Sr. Tardá, y la asociación Omnium comienzan al “autocrítica”. Más bien le hacen la “autocrítica” a los demás, pero como le llaman “auto”, ya vale.  Don Artur Mas, primer espada de la innombrable Convergencia que una vez acreditada su corrupción se cambió de nombre por el de PDECcat, y que ahora el pobre va pidiendo que los engañados le hagan colectas para pagar sus embargos consecuencia de sus desvaríos, dice que “el objetivo de la independencia sigue siendo vigente” pero cuestiona que "hubiera un buen control de los tiempos" y que "la mayoría social fuera suficiente" para llevar a cabo el plan secesionista. ¡Pobre, lo equivocaron! Cuando decía que los banqueros se pelearían por estar en Cataluña y que la nueva república sería recibida con los brazos abiertos en la Unión Europea, y que los catalanes iban a atar los perros con chorizos una vez él los independizara, pero al parecer él estaba engañado. Calculó mal.  El “conseller” de Sanidad cesado, Antoni Comín - ¿Ministro de la República catalana?-, admite que “hasta ahora el independentismo ha preferido escuchar la parte del relato más épica, más emocionante y más bonita – lo que él mismo les decía- , en contraposición a las voces -que él negaba-  que alertaban sobre la represión del Estado o que los gobiernos europeos no nos reconocerían a la mañana siguiente de una DUI", y que “el Ejecutivo de Puigdemont no estaba preparado para desplegar la república catalana en un contexto de "represión". ¡Otro que lo equivocaron!

        El diputado de Esquerra Republicana en el Congreso español, Joan Tardà, ahora dice que  “Catalunya no es independiente porque no ha existido una mayoría de catalanes que así lo hubieran querido", “se proclamó la independencia y la república, pero no se implementó porque no estábamos predispuestos a poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos y es inevitable que pesara sobre los dirigentes y el Govern el trauma del 1-O”, elogiando, claro está, la actitud de Carles Puigdemont al no implementar lo aprobado por el Parlament y de ello se siente  “muy orgulloso”. ¡Hostia!, y aquello del mandato ciudadano del 1 de octubre con más del 90% de apoyo!; y, eso de que el Sr. Puigemont está “resistiendo” como presidente de la república en Bélgica, ¿qué?; bueno ahora Puigdemont ya dice que hay otras alternativas a la independencia. La “consellera” cesada Clara Ponsatí (aspirante a ministra de la República), el portavoz de la dirección de ERC Sergi Sabrià, la dirigente del PDECat Marta Pascal y el portavoz Carles Campuzano, reculan y valoran “opciones alternativas a la independencia”, aunque "no va a haber renuncia al horizonte de la independencia, vamos a necesitar más tiempo para reforzar las mayorías sociales y las fuerzas soberanistas deberán acompasar sus ritmos”. Marcel Mauri de Ómnium dice que “se deben reforzar algunos objetivos que no eran sólidos, y que pensaban que estaba ante un Estado que se sentaría a negociar". CLARÍSIMO. Y las bufonadas de Rufián siguen ahí, y la Sra. Colau tratando de averiguar si Cataluña es Cataluña o Catalunya, si es república o no, si el escondido en la monarquía belga es presidente de la república catalana o prófugo, y si ella es de izquierda, de derecha u otra cosa. Pablo Iglesia busca novia…  ¿Y la dignidad?

Barcelona a 15 de noviembre del 2017, RRCh

lunes, 13 de noviembre de 2017

Honorabilidad devaluada


Posiblemente lo que nos pasa, y si seguimos, más nos pasará, es consecuencia de la forma en que hemos mutado nuestros valores morales, cambiado el sentido original de los términos con los que describimos los hechos y nuestros actos. La honorabilidad, que debería ser la exteriorización de un valor personal propio, y su consecuencia, el reconocimiento social de virtudes como la honestidad, la decencia, la dignidad, y el cumplimiento de los deberes respecto al prójimo y a uno mismo. Todo esto se ha convertido en lo contrario: en la interiorización por parte del sujeto de los “honores” y aplausos externos que le llegan por una diversidad de circunstancias ajenas, que le hacen aparentar honorable frente a los demás. Así el sujeto se va ocupando de contentar los deseos de los otros para mantener de ellos la admiración. Un seudo respeto tan efímero e impersonal que, en horas se puede tornar en lo contario. Para alimentar esa precaria fama, el sujeto interioriza que la incoherencia, es la única fuente de sustento. De esta forma se acepta como una necesaria y normal adecuación al medio, caer en el absurdo, la sinrazón, la ridiculez, la necedad, la insensatez, la extravagancia, la estupidez, el despropósito, el yerro y el desatino. Todo esto es lo normal, lo que se lleva, lo que hace todo el mundo, y ¿por qué vamos a ser diferentes? Curiosamente la diferenciación aparentemente es un valor, lo que parecería una contradicción con lo ya expuesto, pero no; la diferenciación solo es apreciable y querida, cuando se proclama desde dentro de un grupo frente a otro, aunque en un grupo y en el otro use los mismos desvalores. No es atractivo hacer camino al andar, sino seguir caminos hechos y consumir el tránsito sin reparar en al paisaje, a lo sumo hacerle una foto.

 Barcelona a 13 de noviembre del 2017. RRCh.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Separatismo prófugo.


Se ha debatido mucho sobre si el separatismo catalán fue el resultado de que en el pueblo afloró un sentimiento independentista que venía germinando desde antaño y que los políticos independentistas solo lo aprovecharon; o, que esa emocionalidad fue plantada y cultivada expresamente por los políticos. Al parecer, fue esto último. Tampoco hoy por hoy está claro qué es “pueblo”.  A mediados del siglo pasado, cuando eran obreros el grueso de la población del mundo industrializado, tenía sentido la utilización del concepto en relación a esa amplia mayoría explotada, proletaria y marginada del acceso a la cultura, en contraposición a la élite que manejaba el destino de aquellos. Ahora, decir “pueblo”, no tiene demasiado sentido, especialmente porque no se sabe a qué se hace referencia.

 Cuando los independentistas formaron la coalición “juntos por el sí” y en las últimas elecciones al parlamento de Cataluña -Comunidad autónoma de España-, le atribuyeron a esos comicios la consideración de plebiscito para la independencia, perdieron en números de votos, con lo que en el supuesto que eso del “pueblo” exista, más de la mitad dijo que no. Ahora bien, tendrían toda la razón los separatistas si conceptúan como “pueblo” a los que están a favor de la independencia, en tal caso ya le estaríamos atribuyendo una connotación distinta al término, más próximo al segregacionismo que abona la xenofobia con tendencias al racismo. De ahí, que parece más verosímil que la autoría corresponda a los políticos que ocuparon la Generalitat y desde tales posiciones comenzaron a alimentar mediante subvenciones públicas a grupos separatistas, a los que de forma consensuada usaron de instrumento para la manipulación propagandística del pobrerío.

 Así como lo de pueblo no está claro, la existencia del “pobrerío” es una evidencia, que no se caracteriza solamente por su enflaquecida capacidad económica sino también por la carencia de sentido crítico ante las soflamas con las que les saturan. La ingenuidad de la buena gente de Cataluña que abrazó el independentismo se asemeja mucho, quizás demasiado, a lo que sucede con el populismo en gran parte de Sudamérica, donde los copetudos de barriga fría enredan a la gente con mentiras bien armadas para seguir dominándoles en corto. Los eslóganes patrioteros para hacer menos pobres a los pobres siempre les han dado buenos réditos a la clase dominante, luego como no sale, lo que ellos sabían y querían que no saliera, le echan las culpas a otros, y contentan a la gente diciendo que, si no estuvieran ellos hubiera sido peor. El enemigo externo es la mejor ración para engordar los beneficios de los ya bien beneficiados, y, como ellos siempre son imprescindibles y esencias de la patria, se esconden hasta que pase el peligro que ellos mismos generaron, y de lejos cacarean como gallinas cluecas.

Puigdemont abandonó la república catalana y se afincó en la monarquía belga, y desde allí, al resguardo y con agresividad de comadreja, dice pestes de España con mentiras tan burdas y desfachatadas que pronto conseguirá que le descubran, si antes no le olvidan. Aunque naturalmente conservará a los fanáticos, siempre y cuando no se los quite el curita Junqueras que saldrá antes de la cárcel con porte bonachón recitando mandamientos, y con la esperanza que los parroquianos digan amén.

 

Barcelona a 8 de noviembre 2017.- RRCh

viernes, 3 de noviembre de 2017

POLÍTICOS PRESOS O PRESOS POLÍTICOS


Presos políticos son aquellas personas que siendo o no políticos en ejercicio, se les priva de libertad por las ideas que defienden y no por los hechos cometidos para la realización de las ideas. Políticos presos son aquellas personas que estando en el ejercicio de la actividad política para la cual fueron elegidos, acometen hechos para la realización de sus ideas que quebrantan uno o varios preceptos del Código Penal, y ante ello se les priva de libertad. En una confrontación política como la que sufre Cataluña, lo primero a lo que se renuncia por una parte y por la otra es a la objetividad, y la primera víctima de ello es la verdad. Los exconsejeros del Gobierno de la Generalitat de Cataluña son políticos presos; no son presos políticos. Otra cosa muy distinta es valorar si esos políticos presos están justamente presos. El sistema judicial español y el de cualquier parte del mundo no está pensado para la realización de la Justicia, sino para la aplicación de la ley, y esa ley puede ser más o menos justa. El concepto Justicia con mayúscula es un concepto más moral que jurídico, cada persona tiene su idea de justicia, y es evidente que si existieran otras leyes la Justicia sería otra, y una de las bondades que nos da la democracia es la posibilidad de reformar las leyes con las mayorías necesarias que para ello. Cada vez que se modifica una ley, se está modificando la idea de Justicia.

 Volviendo a los exconsejeros del gobierno autónomo catalán, se ha de decir que, si bien es muy discutible que puedan ser juzgados por el delito de rebelión, es poco discutible que sí pueden ser juzgados por el delito de sedición y el de malversación de caudales públicos. El Art. 455 del Código Penal español (que no se ha redactado ayer ni para la ocasión) dice: “Son reos de sedición los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales” . Art. 545. 1. Los que hubieren inducido, sostenido o dirigido la sedición o aparecieren en ella como sus principales autores, serán castigados con la pena de prisión de ocho a diez años y con la de diez a quince años, si fueran personas constituidas en autoridad. En ambos casos se impondrá, además, la inhabilitación absoluta por el mismo tiempo”. Parece evidente que esos políticos hoy presos estaban constituidos en autoridad, y desde tal posición indujeron, sostuvieron o dirigieron las protestas de un tumulto de personas (cortes de tráfico, daños a vehículos policiales, huelgas al margen de cualquier reivindicación laboral, etc), y todo ello para conseguir fuera de las vías legales la inaplicación de la constitución vigente y las sentencias del Tribunal Constitucional. Y para financiar todo ese movimiento que persigue la inaplicación de las leyes, se emplearon fondos públicos por parte de las autoridades hoy en prisión; hecho este castigado aparte, con penas de hasta ocho años de prisión, por los Arts. 432 a 435 del Código Penal. Ahora bien, el hechos que los políticos presos acumulen todos los números para ser condenados en su día al menos por sedición y malversación de caudales públicos, no implica que deban estar necesariamente en prisión provisional antes de ser condenados, aunque en estos casos su aplicación sea absolutamente legal, tan legal como que se pueda y posiblemente se deba, revocar tal situación privativa de libertad por el órgano jurisdiccional superior que conozca de los recursos que interpongan las defensas de los presos. En cuanto a la separación de los poderes: judicial, legislativo y ejecutivos, es evidente que en España existe. Como también existe la independencia judicial. Es verdad que al Fiscal General del Estado lo elige el gobierno, pero no es verdad que el Gobierno una vez elegido al dicho Fiscal le dicte lo que tiene que hacer. Y eso quien haya querido verlo ha visto en días anteriores, como la Fiscal Sra. Sabadell emitió informe sin pelos en la lengua solicitando la condena de políticos del PP y al PP mismo por la corrupción que se está enjuiciando sobre el PP y su círculo político, a los que se les piden decenas de años de prisión. La prisión provisional de los exconsejeros del gobierno de Cataluña no se pudo acordar sin que lo pidiera el Fiscal, pero pudo no acordarse aunque los haya pedido el Fiscal, puesto que la acordó una jueza. Por otro lado, resulta obvio que lo que acordó está juez lejos de ir en beneficio de la política del PP va en contra, puesto que solo beneficia a los independentistas en su afán de acumular agravios para acrecentar el victimismo. Resulta sorprendente que el separatismo haya abandonado la defensa de los motivos que tenían para independizarse antes del 6 de septiembre y ahora los hayan sustituido por las perniciosas consecuencias – a veces mal gestionadas por el Gobierno central-, que aquellos motivos han generado.

Barcelona a 3 de Noviembre del 2017. RRCh.