lunes, 22 de marzo de 2021

Pandemia covid-19 y sus secuelas.

 

Seguramente nunca sabremos a ciencia cierta cómo se generó el virus, dónde, y porqué caminos se propagó, y tampoco a corto plazo conoceremos qué consecuencias en la salud de las personas producirán las distintas vacunas que se están utilizando para hacer frente a la cosa.

          Como estamos en un mundo globalizado en el que creemos tener derecho a conocer inmediatamente todos los detalles, no solo de lo que es, sino también de lo que será, puesto que en ello se sustenta nuestra seguridad, y la seguridad la hemos situado por encima de todos los bienes y además la exigimos. Tales ansias de conocer el futuro sin margen de error, nos impulsa a la especulación sobre lo desconocido, y surgen multitud de teorías de conspiración. Toda teoría conspirativa, se me antoja que, se habría de sustentar al menos en tres principios: razonabilidad, probabilidad y verosimilitud. Pero, así como que todos tenemos un culo, hemos de tener también una teoría, sea razonable o no, probable o no, verosímil o simplemente una idiotez. Las teorías sobre lo no sabido se han convertido en un derecho fundamental, un derecho humano más, que naturalmente se ha de respetar, cómo lo hacemos con los terraplanistas: personas que en su legitimidad teorizante humana aseguran que el globo terráqueo no es un globo sino un disco redondo y plano. Y si sobre la redondez de la tierra caben teorías revisionistas, ¡qué no iba a pasar con el covid!. Y así, es probable que la inventaran los chinos, aunque no se entiende muy bien para qué iban a querer matar a millones de personas si realmente lo que quieren es que vivan para producir allí y que les compren sus productos fuera, y menos se entiende que ninguna superpotencia de las habidas estuvieran en el ajo y ya dispusiera de la vacuna para aprovechar los réditos de su creación, o sin estarlo no se hubieran puesto como una moto contra China para de paso cerrarle el camino a la competencia económica que le está haciendo al mundo occidental. También podría ser al revés, que el mundo occidental creara el Covid en China para diezmar la población china y su economía, y se les escapó antes de tener preparado el antídoto o lo propagaran a propósito en pro de la cuenta de resultados, aunque también es raro que los chinos no hayan protestado o aún no se hayan dado cuenta. Aunque la teoría conspirativa que está teniendo más éxito es aquella que dice que fue un invento de los laboratorios farmacéuticos que al unísono se ha puesto de acuerdo para jodernos a todos y de paso meternos un artilugio maligno que nos controle a fin de dominarnos como marionetas. Y esta no parece muy verosímil puesto que ya existe internet como propagación de la idiotez por los millones de teóricos que la contagian adrede con reenvíos constantes. No se entiende entonces cómo tales laboratorios iban a invertir en un invento que ya existe, y aunque no se inventara con tal finalidad ya el hemos encontrado el truquillo para autocontrolarnos en el ahorro de energía cerebral.

           Faltaría entonces para concretar un poco, una teoría sobre cómo y para qué se iban a ocupar en manejarnos y cual sería la porquería que nos meterán con la vacuna.  Aunque parecería que la esencia de las teorías conspirativas se encuentra en el juego político que nos brinda y mediante la cual le atribuimos la responsabilidad de lo que nos pasa por el Covid a los representantes políticos que tenemos, y siempre que los tales nos caigan mal serán unos asesinos, si no caen bien cualquier burrada de los nuestros nos parece sublime por salvadores. De paso, y consustancial con lo anterior, abonamos nuestros sentimientos identitarios: la patria y los ataques de los otros; la raza y los ataques de los otros; el género y los ataques de los otros; la identidad sexual y el ataque de los otros, y el ecologismo y al ataque de los otros.

          Pero bueno, de momento nos vacunaremos todos no vaya a ser que sea una pandemia generada por un virus con autodeterminación identitaria, nos quedemos sin dosis y vayan todas para los otros.

Barcelona a 22 de marzo del 2021. RRCh