Uno, a estas alturas de la
vida no puede tener claro de dónde es, si es que ha de ser de algún sitio.
Algunos dicen que uno es de donde vivió la infancia, si fuera así sería de
Uruguay puesto que allí nací y allí estuve hasta los veintiún años, aunque los
cinco primeros no los recuerdo. Otros dicen que uno es de donde son sus hijos,
y en mi caso los míos no pueden ser de otro sitio que de España, de Barcelona,
de Catalunya, y además uno lleva aquí treinta y cinco años. Pero al margen de
dónde es uno, lo cierto es que el artículo de Juan José Millas del Dominical
del País, del fin de semana pasado, me ha conmovido, y no tanto por lo que
dice, que ya lo sabía, sino por la capacidad de esta persona de captar la
esencia del uruguayo, siendo él de aquí y habiendo estado tan poco tiempo allí
para hacer ese trabajo. Millas describe el Uruguay tal como yo lo recordaba de
hace más de treinta años, y eso en sí mismo no es nada positivo en la medida
que indica que el país en tres décadas no ha avanzado mucho, pero a su vez
reconforta que otro vea que Uruguay existe con identidad propia, y que esa
idiosincrasia de los uruguayos, -ciertamente algo melancólica y falta de
autoestima-, tiene una serie de valores universales conservados mejor que en
otros lares, mejor que en Europa. Millas fue a Uruguay por José Mujica, el
Presidente, pero como persona inteligente que es, miró en todas las direcciones
y captó lo sustancial. José Mujica solo
puede ser presidente del gobierno de un país como Uruguay, y ello es un elogio
para su ciudadanía. En una era en la que la gente se deja arrastrar por los espejitos,
la propaganda, el glamour y todo lo que conforma las apariencias, que votaran
al Sr. Mujica, que ni tiene ni quiere tener nada de lo que está en boga, es una
maravilla. Es extraordinario que una población, en su mayoría, elija a su
máximo mandatario por motivos –acertados o no- absolutamente distintos y
contrapuesto a los motivos que abrazan en general los electores en el resto del
mundo. Mujica es especial, porque los uruguayos son especiales. Mujica ha
asombrado a parte del mundo haciendo lo que normalmente debería hacer todo el
mundo: ser coherente consigo mismo. Y ser coherente no significa ni de lejos
acertar. Pero resulta que la coherencia se ha convertido en un bien tan escaso,
incluso en vías de extinción, que la admiración por la coherencia de Mujica
deja al margen todos y cada uno de los errores que él pueda cometer. Millas fue
a Uruguay para ver por qué razón el semanario británico The Economist había otorgado a Uruguay el título de País del Año “por su receta para la
felicidad humana”, cita Millas datos
como que, según un estudio de Americas Quarterly, Uruguay lidera el ranking de inclusión social de todas las
Américas, por delante EEUU, y que además es el principal exportador de solftware de América Latina. Y claro, si
esto es así, algún mérito habrá que reconocerle a Don José Mujica. Es verdad,
que a uno siempre le puede quedar la duda de si la admiración por el Sr. Mujica que, al
menos desde fuera del país se está profesando con cierta profusión, sólo sea
por condescendencia a lo pintoresco y campechano que es. Por mi parte, siempre
he estado más con la máxima de José Saramago que decía que, a una persona de
derechas lo que más le asusta es un señor de izquierdas de traje y corbata, que
eso les desequilibra, pero igual Mujica me demuestra lo equivocado que estoy.
Barcelona a 25 de Marzo del 2014.- rrch