miércoles, 9 de abril de 2014

Catalunya vs. España, y sus mandatarios


 
Los discursos de ayer fueron impecables. La propuesta del Parlamento catalán apoyada por el 80% de los representantes de Catalunya fue rechazada por más del 80% de los representantes del Estado español en el Congreso de los Diputados. El rechazo a la petición catalana para que España le cediera la competencia a Catalunya para celebrar un referendo para saber si los catalanes quieren seguir siendo españoles o no, se basó en los impedimentos que ciertamente impone la Constitución española de 1978. Con la Constitución en la mano el pretendido referendo no se puede hacer, puesto que la soberanía sobre España corresponde a todos los españoles, y ello no lo pueden decidir una parte que pueden ser más o menos seis millones, excluyendo al resto que pueden ser más o menos cuarenta millones. Impecable. Ahora bien, que sea impecable no significa ni de lejos que con tal impecabilidad se resuelvan los problemas.

Si nos vamos unos años atrás, la Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977 de 4 de enero), no hubiera existido si ante la proposición de ella, los representantes de las Cortes Españolas (franquistas) hubieran esgrimidos los mismos argumentos impecables que ayer esgrimió el Presidente del Gobierno de España, Sr. Rajoy. Evidentemente, aquella atrevida propuesta de Don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, que había sido Secretario General del Movimiento desde 1969 hasta 1974, no solo era contraria a las Leyes Fundamentales del Reino, sino que además era contraria a la Patria de Franco, y al Movimiento. Tan contraria, que para oponerse a ella de forma impecable se pudo decir (y algunos lo dijeron con acierto) que con tal Ley hasta podía ser que se legalizara el Partido Comunista unos pocos meses después (9 de abril de 1977). Y, ¿qué mayor mal podía sucederle a este país que los comunistas fueran legales?  Aquella Ley que cabía en un folio, con sólo 5 artículos cortos, 3 Disposiciones Transitorias y una Disposición Final, traía cosas tan aberrantes para la época, y contra las Leyes Fundamentales del Reino, como que en su artículo primero, uno, decía: “La democracia, en el Estado español, se basa en la supremacía de la Ley, exposición de la voluntad soberana del pueblo. Los derechos fundamentales de las personas son inviolables y vinculan a todos los órganos del Estado”. Y lo peor era que, con esa corta y disparatada ley, se estaba anunciando otra peor aún, la Constitución, que podía hacer (como lo hizo) mayores barbaridades: eliminar la pena de muerte; establecer la igualdad entre los españoles incluyendo a las mujeres, a todas, impidiendo la discriminación por razones de sexo, opinión, procedencia; todas barbaridades para destruir a España. Pero con aquellos locos, entre los cuales estaba en primera línea Don Adolfo Suárez, resultó que no solo no se destruyó España, sino que se construyó la que tenemos. Y la que tenemos, que naturalmente es distinta a la que teníamos con las Leyes Fundamentales del Reino, es mejor por mucho que aquella. Aquellas personas de finales de la década de los años 70 del siglo pasado, podían haber hecho lo mismo que nuestros actuales mandatarios políticos están haciendo: NADA. Sencillamente decir, no hacemos nada porque las leyes Fundamentales del Reino, no nos permite hacerlo; y dejar que la cosa se arregle o desarregle sola. Si Adolfo Suarez, hubiera sucumbido ante el miedo que, legalizando el Partido Comunista, éste hubiera ganado las elecciones y con ello convertido a España en un Estado Soviético, no lo hubiera legalizado y España no sería una democracia, y eso, que no sucedió, pudo suceder: ese era el riesgo que asumieron para sus propias personas. El gobierno español actual ha sucumbido al miedo. Miedo a  que, si convoca un referendo en toda España para saber si los españoles quieren que los catalanes sigan siendo españoles y si los catalanes quieren seguir siendo españoles, resulte que una mayoría de catalanes voten que quieren salir de España, o lo que es peor, que una mayoría de españoles voten que les parece bien que Catalunya se independice de España. Cierto es que el Gobierno catalán pretende un referéndum sólo en Catalunya, pero desde el  Gobierno español no se les ocurre valorar la posibilidad de un referéndum sobre lo mismo en toda España. Pero lo más desgraciado de éstos desgraciados, es que no hacen nada ni siquiera para evitar que ese miedo que les arruga todas las partes blandas de sus cuerpos, se convierta en una realidad. Y lo peor es que el arrugamiento de ellos, genera más nacionalistas catalanes antiespañoles. Son una máquina generadora de independentistas.

 

Barcelona a 9 de abril del 2014. RRCH

No hay comentarios:

Publicar un comentario