Los
discursos de ayer fueron impecables. La propuesta del Parlamento catalán
apoyada por el 80% de los representantes de Catalunya fue rechazada por más del
80% de los representantes del Estado español en el Congreso de los Diputados.
El rechazo a la petición catalana para que España le cediera la competencia a
Catalunya para celebrar un referendo para saber si los catalanes quieren seguir
siendo españoles o no, se basó en los impedimentos que ciertamente impone la
Constitución española de 1978. Con la Constitución en la mano el pretendido
referendo no se puede hacer, puesto que la soberanía sobre España corresponde a
todos los españoles, y ello no lo pueden decidir una parte que pueden ser más o
menos seis millones, excluyendo al resto que pueden ser más o menos cuarenta
millones. Impecable. Ahora bien, que sea
impecable no significa ni de lejos que con tal impecabilidad se resuelvan los
problemas.
Si
nos vamos unos años atrás, la Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977 de 4 de
enero), no hubiera existido si ante la proposición de ella, los representantes
de las Cortes Españolas (franquistas) hubieran esgrimidos los mismos argumentos
impecables que ayer esgrimió el Presidente del Gobierno de España, Sr. Rajoy.
Evidentemente, aquella atrevida propuesta de Don Torcuato Fernández-Miranda y
Hevia, que había sido Secretario General del Movimiento desde 1969 hasta 1974,
no solo era contraria a las Leyes Fundamentales del Reino, sino que además era
contraria a la Patria de Franco, y al Movimiento. Tan contraria, que para
oponerse a ella de forma impecable se pudo decir (y algunos lo dijeron con
acierto) que con tal Ley hasta podía ser que se legalizara el Partido Comunista
unos pocos meses después (9 de abril de 1977). Y, ¿qué mayor mal podía
sucederle a este país que los comunistas fueran legales? Aquella Ley que cabía en un folio, con sólo 5
artículos cortos, 3 Disposiciones Transitorias y una Disposición Final, traía
cosas tan aberrantes para la época, y contra las Leyes Fundamentales del Reino,
como que en su artículo primero, uno, decía: “La democracia, en el Estado
español, se basa en la supremacía de la Ley, exposición de la voluntad
soberana del pueblo. Los derechos fundamentales de las personas son inviolables
y vinculan a todos los órganos del Estado”. Y lo peor era que, con esa corta y disparatada ley, se estaba
anunciando otra peor aún, la Constitución, que podía hacer (como lo hizo)
mayores barbaridades: eliminar la pena de muerte; establecer la igualdad entre
los españoles incluyendo a las mujeres, a todas, impidiendo la discriminación
por razones de sexo, opinión, procedencia; todas barbaridades para destruir a
España. Pero con aquellos locos, entre los cuales estaba en primera línea Don
Adolfo Suárez, resultó que no solo no se destruyó España, sino que se construyó
la que tenemos. Y la que tenemos, que naturalmente es distinta a la que
teníamos con las Leyes Fundamentales del Reino, es mejor por mucho que aquella.
Aquellas personas de finales de la década de los años 70 del siglo pasado,
podían haber hecho lo mismo que nuestros actuales mandatarios políticos están
haciendo: NADA. Sencillamente decir, no hacemos nada porque las leyes
Fundamentales del Reino, no nos permite hacerlo; y dejar que la cosa se arregle
o desarregle sola. Si Adolfo Suarez, hubiera sucumbido ante el miedo que,
legalizando el Partido Comunista, éste hubiera ganado las elecciones y con ello
convertido a España en un Estado Soviético, no lo hubiera legalizado y España
no sería una democracia, y eso, que no sucedió, pudo suceder: ese era el riesgo
que asumieron para sus propias personas.
El gobierno español actual ha sucumbido al miedo. Miedo a que, si convoca un referendo en toda España
para saber si los españoles quieren que los catalanes sigan siendo españoles y
si los catalanes quieren seguir siendo españoles, resulte que una mayoría de
catalanes voten que quieren salir de España, o lo que es peor, que una mayoría
de españoles voten que les parece bien que Catalunya se independice de España.
Cierto es que el Gobierno catalán pretende un referéndum sólo en Catalunya,
pero desde el Gobierno español no se les
ocurre valorar la posibilidad de un referéndum sobre lo mismo en toda España.
Pero lo más desgraciado de éstos desgraciados, es que no hacen nada ni siquiera
para evitar que ese miedo que les arruga todas las partes blandas de sus cuerpos,
se convierta en una realidad. Y lo peor es que el arrugamiento de ellos, genera
más nacionalistas catalanes antiespañoles. Son una máquina generadora de independentistas.
Barcelona a 9 de abril del
2014. RRCH
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