miércoles, 29 de enero de 2020

El GRAN QUILOMBO


Cuarenta años atrás en el Río de la Plata (Uruguay y Argentina) el término quilombo se utilizaba para señalar a las casas o locales en los que se organizaba el ejercicio de la prostitución profesionalizada con permanencia y continuidad. Hoy el término se ha popularizado en su uso incorporándosele una diversidad de acepciones. Quilombo incluye juntos o solos conceptos como puterío, barrullo, bochinche, griterío, despropósito, imbecilidades, idioteces, incongruencias, deshonestidad, líos, gresca, bronca, corrupción en abundancia, y todo aquello que de entrada no lo entiende ni la madre que lo parió y ocupa un gran escenario con público diverso.

Ahora aquí estamos viviendo en un gran quilombo. Quilombo es que el actual presidente del gobierno español hace un año haya reconocido a Guaidó como presidente “encargado” de Venezuela, pensando que lo sería sin comillas unas semanas después habiéndose liberado de Maduro, y no pasó, con lo que ¡vaya! quilombo ahora no saber a quién considerar como presidente venezolano, y otro quilombo o parte de él es que un ministro de España tenga que ir por la noche a meterse en un avión y al salir no saber exactamente a qué fue y qué paso, y si lo sabe no saber cómo explicar el quilombo para que no parezca un quilombo.

Quilombo es tener un gobierno en España que se sustenta con la indiferencia unas veces y el rechazo frontal otras, de una formación independentista que lo único que ha consolidado es el deseo firme y decidido de vivir en un quilombo enganchado de un ojo por un tarugo.

Quilombo es tener en Cataluña un tarugo de President que dice que, seguro que un día de éstos convocará elecciones para organizar un poco el quilombo y saber a quién abrirle la puerta al jolgorio, y lo hará en cuantito mismo su patrón expatriado le dé el visto bueno, que se lo dará siempre y cuando no le asusten los chicos de la gasolina con hacer mermar su sustento señalándole como traidor.

 Hay que hacerse cargo que un quilombo que se precie es una fuente inagotable de emociones a veces necesariamente enfrentadas, tanto que si la cosa se contamina mucho de bonhomía acaba con el atractivo para partícipes y mirones. Se trata pues, de mantener la pulsión para que la distracción no mengue, no vaya a ser que el personal entre en reflexiones desbaratadoras de la joda.

La esencia del quilombo es compaginar adecuadamente una cosa y su contraria con una buena dosis de disimulo, siempre se ha de tener una moral para unos y otra para los que no les gusta aquella, de forma que los que están disfruten y los otros se queden quietos esperando que les toque, Y si la espera se alarga se ha de hacer rancho aparte con quilombo nuevo en la competencia.

Quilombo como americanismo parece necesario introducirlo en el léxico ordinario del ruedo ibérico, en tanto que armar quilombo está de moda si atendemos a la proliferación de eventos, y así al menos nos evitaremos que los anglófonos nos metan una palabreja de esas de una sílaba con varias consonantes que nos añudan la lengua.  

Barcelona a 29 de enero del 2020. RRCh.