Cuarenta
años atrás en el Río de la Plata (Uruguay y Argentina) el término quilombo se
utilizaba para señalar a las casas o locales en los que se organizaba el
ejercicio de la prostitución profesionalizada con permanencia y continuidad. Hoy
el término se ha popularizado en su uso incorporándosele una diversidad de
acepciones. Quilombo incluye juntos o solos conceptos como puterío, barrullo,
bochinche, griterío, despropósito, imbecilidades, idioteces, incongruencias,
deshonestidad, líos, gresca, bronca, corrupción en abundancia, y todo aquello
que de entrada no lo entiende ni la madre que lo parió y ocupa un gran
escenario con público diverso.
Ahora aquí estamos viviendo en un gran quilombo.
Quilombo es que el actual presidente del gobierno español hace un año haya
reconocido a Guaidó como presidente “encargado” de Venezuela, pensando que lo
sería sin comillas unas semanas después habiéndose liberado de Maduro, y no
pasó, con lo que ¡vaya! quilombo ahora no saber a quién considerar como
presidente venezolano, y otro quilombo o parte de él es que un ministro de
España tenga que ir por la noche a meterse en un avión y al salir no saber
exactamente a qué fue y qué paso, y si lo sabe no saber cómo explicar el
quilombo para que no parezca un quilombo.
Quilombo es tener un gobierno en España que se
sustenta con la indiferencia unas veces y el rechazo frontal otras, de una
formación independentista que lo único que ha consolidado es el deseo firme y
decidido de vivir en un quilombo enganchado de un ojo por un tarugo.
Quilombo es tener en Cataluña un tarugo de President
que dice que, seguro que un día de éstos convocará elecciones para organizar un
poco el quilombo y saber a quién abrirle la puerta al jolgorio, y lo hará en
cuantito mismo su patrón expatriado le dé el visto bueno, que se lo dará siempre
y cuando no le asusten los chicos de la gasolina con hacer mermar su sustento
señalándole como traidor.
Hay que hacerse
cargo que un quilombo que se precie es una fuente inagotable de emociones a
veces necesariamente enfrentadas, tanto que si la cosa se contamina mucho de
bonhomía acaba con el atractivo para partícipes y mirones. Se trata pues, de
mantener la pulsión para que la distracción no mengue, no vaya a ser que el
personal entre en reflexiones desbaratadoras de la joda.
La esencia del quilombo es compaginar adecuadamente
una cosa y su contraria con una buena dosis de disimulo, siempre se ha de tener
una moral para unos y otra para los que no les gusta aquella, de forma que los
que están disfruten y los otros se queden quietos esperando que les toque, Y si
la espera se alarga se ha de hacer rancho aparte con quilombo nuevo en la competencia.
Quilombo como americanismo parece necesario introducirlo
en el léxico ordinario del ruedo ibérico, en tanto que armar quilombo está de
moda si atendemos a la proliferación de eventos, y así al menos nos evitaremos
que los anglófonos nos metan una palabreja de esas de una sílaba con varias
consonantes que nos añudan la lengua.
Barcelona a 29 de enero del 2020. RRCh.
No hay comentarios:
Publicar un comentario