jueves, 18 de febrero de 2021

Libertad de expresión

 

    Hasta que no reformemos la Constitución, si es que existen razones para hacerlo, alguien las esgrime y propone un texto sustitutivo, respecto a la libertad de expresión, dice literalmente el Art. 20

1. Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

c) A la libertad de cátedra.

d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

3. La Ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.

4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”.

Como es de ver, los límites a la libertad de expresión están en respetar los derecho reconocidos en al Título I de la misma Constitución, en el que se incluyen el derecho a la dignidad y el respeto de los derecho a los demás (10), el derecho de los extranjeros (13), el derecho a la igualdad ante la ley (14), el derecho a la vida y a la integridad física y moral (15), el derecho a la libertad ideológica, religiosa y de culto (16), el derecho a la seguridad (17), derecho al honor, intimidad y propia imagen (18), el derecho a la libre circulación en el territorio nacional y de entrar y salir de él (19), derecho a manifestarse pacíficamente (21), el derecho a asociarse (22), el derecho a participar en los asuntos públicos (23), el derecho a la tutela judicial efectiva (24), el derecho a la educación y libertad de enseñanza (27), etc, etc.  De ello parece deducirse que la libertad de expresión debe parase y ser reprimida en el preciso momento que se enfrenta a los otros derechos de los demás y que el Art.20 de la Constitución señala.

       Cosa distinta será valorar si tal necesaria represión y sus consecuentes reprimendas se han de instrumentar a través del Código Penal mediante penas privativas de libertad o se ha de hacer mediante otras leyes y con otras consecuencias sancionadoras. Es muy posible que las penas de cárcel para los infractores no sea la mejor forma de reprimirles, aunque seguramente vamos a tener que pensarlo cuando las palabras se utilizan como arma letal, y según de la boca de quién salga, a cuántos oídos llegue y a cuántas cabezas envenenan. Expresiones que se han publicado como las siguientes: "¡Merece que explote el coche de Patxi López!", "No me da pena tu tiro en la nuca, pepero. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, socialisto","Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono", "Pena de muerte ya a las Infantas patéticas, por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética"; "Jorge Campos merece una bomba de destrucción nuclear”,“ Llegaremos a la nuez de tu cuello, cabrón, encontrándonos en el palacio del Borbón, kalashnikov", “Quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza, ETA es una gran nación" o “Nuestros enemigos son los judíos”, igual sí que requiere un tiempo de cárcel o algún tipo de internamiento en centro especializado en la cura de la indecencia. Aunque hay que valorar que las reprimendas de estos idiotas no les convierta en mártires por parte de violentas minorías amplias de idiotas, que además consigan que el idiota condenado acabe viviendo de las idioteces expresadas y su reiteración se convierta en su único medio de vida.

       Como los límites de la libertad de expresión ya están en la Constitución hasta que la cambiemos, tendremos que atinar al establecer la forma de reprimirla cuando se salten los límites, que sea para todos iguales, digan lo que digan, pretendan lo que pretendan y sean de ultraizquierda o de ultraderecha. Atendiendo a que la gran basa del populismo hoy por hoy se halla en la capacidad y el éxito que han demostrado tener en prostituir el lenguaje subvirtiendo los conceptos, que en base a la economía circular van reciclando estupendamente las mayores bajezas intelectuales de forma y manera que se retroalimentan los extremos de izquierda a derecha a fin de socavar los fundamentos esenciales de las democracias. Cualquier comparación es válida o no lo es en absoluto, dependiendo de quién las haga, y naturalmente su hacedor se autoproclama garante de esa democracia que con sus idioteces debilita.

       Si resulta que desde las instituciones del Estado las personas que las encarnan instan y promueven quebrantar la Constitución que les posibilitó tal posición representativa, se entiende como un acto de ejercicio democrático dimanante de la legitimidad y soberanía que les otorgaron sus votantes, con lo que para éstos el apoyo popular de sus adeptos -excluyendo los que están en contra aunque sean mayoría-,  estará por encima de la propia Constitución que debería ser el marco superior jerárquico de toda la legalidad vigente. Los que defienden esa legitimidad o superioridad moral por encima de la legalidad, no opinan lo mismo aunque se haya hecho o se expresen cosas similares y con idéntica finalidad si lo ejecuta, dice o respalda Trump, Echenique, Abascal, Puigdemont, Iglesias, Torra o una chica de camisa azul.

       De momento los textos para corregir tales anormalidades no están, nos mantenemos ocupados para romper lo existente sin noticias de cómo se repondrá el solar baldío acabado el derribo.

 Barcelona a 18 de febrero 2021. RRCh