El concepto de “cordón
sanitario” que la autodenominada izquierda política de hoy está defendiendo
para aislar a la derecha extrema o regular, ya por su nomenclatura parece
dirigirse a combatir a una infección patógena que pone en riesgo a la salud
pública, y posiblemente la extrema derecha sí que amenaza al menos la salud
mental y la voluntad de las personas, además de la paz social. Ahora bien, si a
las muchas personas que ya infectó las aislamos sin ocuparnos en eliminar el
agente patógeno responsable de tal dolencia para tratar de remediar el
deterioro, ya de entrada dejamos a aquellos a merced de su infortunio, y si el
virus se escapa de allí tendremos una pandemia similar o peor que la del
Covid-19.
La diferencia sustancial entre un cordón
sanitario por motivos de salud pública en sentido estricto con un cordón
sanitario político está en que el primero se produce al margen de la voluntad
de los infectados, y el segundo precisamente es por la voluntad y convencimiento
de los votantes, y a estos, si además queremos seguir siendo demócratas, será
difícil de acordonarlos, especialmente si no se dejan.
Pero es peor, en el supuesto que eso del
cordón sanitario político fuera una buena idea, se tendría que atender a qué grupo
político se le tendría que aplicar y en base a qué razones, y además saber a
quién designamos como aplicador o juzgador de males.
En la campaña electoral para las
elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid que se dirimirá en las elecciones
de la semana que viene, parece que la cosa ya se ha resuelto de la forma más nefasta
posible. Así con la consigna “comunismo o libertad”, la derecha ha señalado al
comunismo como infección a combatir atribuyéndose el vocablo libertar para ellos
como bien a preservar, y en contraposición la izquierda opone la consigan “fascismo
o democracia”, con lo que señalan que el fascismo es el mal que se ha de erradicar
y los demócratas son solo ellos. Por tanto. ya tenemos dos cordones sanitarios
que intenta acorralar unos a una parte de los electores, y los otros a la otra
parte, y al parecer ya no queda ninguna otra parte fuera de los dos cordones. Si esto es así, y ganan “los de la libertad”, “los
de la democracia” se le tendrán que envainar y viceversa aquellos si vencen estos
últimos. Pero, lo que tendría que ser seguramente no será porque los líderes de
cada “acordonamiento” se han cerrado en un bucle emocional de tintes
fascistoides al margen de las ideas, en el que su pretensión se circunscribe
pura y exclusivamente en impedir que los ciudadanos voten al contrario
desechando cualquier inversión de energía para ganar el voto para sí en base a
sus propuestas.
No hay propuestas que contradigan las propuestas
de los contrarios si es que tienen alguna, simplemente se trata de demonizar al
opositor (más bien, enemigo) para que la ciudadanía no les vote. Y siguiendo la
consigna, los que voten por “la libertad” no tendrán ni idea ni le importará a
qué libertad están votando, y los que voten por “la democracia” tampoco sabrán
ni le importará a qué democracia apoyan.
Consecuentemente los “cordones sanitarios” se está convirtiendo en lo
que era previsible para cualquiera que primero piense y luego haga fuerza: en
un enfrentamiento de bloques antipolíticos (fascistoides todos en sus métodos),
porque estos "políticos" intentan hacer fuerza ante de pensar. Y tiene toda la
pinta que la izquierda se estrelle y se estreche, y si esto sucede el mayor
mérito se lo llevará el Sr. Iglesias por su destacada preminencia en el griterío
hueco con ínfulas de superioridad moral con lo que ha arrastrado al resto de la
izquierda, y en consecuencias se ha convertido en el mayor baluarte para los fines de la
ultraderecha.
Barcelona a 28 de
abril 2021.- RRCh