martes, 5 de octubre de 2021

INDIGENISMO Y CHARRUÍSMO

 

        Los postulados indigenistas que al parecer se están propagando en hispano-américa con cierta potencialidad emocional, aunque sus promotores crean querer saldar una injusticia histórica no hacen otra cosa que distraer el auténtico problema, que no es otro que la aporofobia (odio, miedo o rechazo a las personas pobres).

       Esa animadversión a las personas pobres, no se produce por el solo hecho de que ellas carezcan de bienes materiales, que es solo una de las consecuencias de la pobreza y seguramente la menos importante.

       La pobreza en el ser humano cuando se hereda de generación en generación sitúa a las personas que lo padecen fuera de la sociedad o fuera de la cultura de esa sociedad que les circunda. Entendiendo cultura no como un acervo espiritual o intelectual sino como la forma y manera que esa sociedad circundante se maneja, se comunica, produce, acumula bienes materiales e inmateriales, y los trasmite y conserva. Esa carencia de medios no solo impide la integración de las personas pobres, sino que genera en los integrados sentimientos de inseguridad y desconfianza contra tales personas como si la segregación fuera un antídoto frente a la pobreza. Y así, la culpa es de los pobres, no de la pobreza y sus causas.

       Dentro de los socialmente integrados siempre aparecen salvadores para intentar aliviar su conciencia o desviar la atención que agrupan a los pobres en círculos cerrados, proporcionándoles un relato emocionalmente efectivo sobre de dónde proviene su infortunio, que naturalmente lo datan en tiempos antiguos, muy alejados de ellos mismo, y allí encuentra a los culpables. Tales argumentos no les solventan la pobreza, pero les entretiene y les une, generalmente para su utilización en objetivos que nada tienen que ver con el combate contra la miseria y sí para enfrentar a los pobres entre ellos.

       Hay un historiador cuyo nombre no recuerdo, que afirma que la conquista de América la hicieron los indios, y las revoluciones republicanas que formaron los diversos Estados que componen Hispanoamérica la hicieron los españoles. En síntesis, parece afirmar que los españoles que llegaron eran tan pocos que si no fuera porque había muchos más indios sometidos por otros menos, y que los muchos se valieron de lo llevado por los españoles (caballos por ejemplo) y de sus conocimientos para la guerra, que estos mucho indios sometidos vencieron a los indios dominadores, y los españoles solo aportaron las infraestructuras.

       Pasado algún siglo, y ya existiendo la mezcla étnica entre los españoles y los indígenas que se convirtieron al cristianismo; los criollos latifundistas que eran todos españoles hijos o nietos de nacidos en España, aprovechando que España estaba invadida por los franceses, y con el inestimable apoyo de Francia e Inglaterra, lograron la independencia y crearon las Repúblicas actuales.

       Aquellos padres de la patria ni tenían ni tuvieron después ningún interés en mejorar la vida de los pobladores más desfavorecidos, sino en ensanchar sus propios campos, sus riquezas y el poder para conservarlo. Los pobres desde entonces y hasta la actualidad solo han servido como carne de cañón dando primero la sangre y luego el sudor al mísero precio de la necesidad.

       Valga como ejemplo el Art. 9 relación con el Art. 11 de la primera Constitución de Uruguay, de 1830; (literalmente):

Artículo 9º. Todo ciudadano es miembro de la soberanía de la Nación; y como tal, tiene voto activo y pasivo en los casos y formas que más adelante se designarán.

Artículo 11. La ciudadanía se suspende:

Por ineptitud física o moral, que impida obrar libre y reflexivamente;

Por la condición de sirviente a sueldo, peón jornalero, simple soldado de línea, notoriamente vago o legalmente procesado en causa criminal de que pueda resultar pena corporal o infamante;

Por el hábito de ebriedad;

Por no haber cumplido veinte años de edad, menos siendo casado desde los diez y ocho.

Por no saber leer ni escribir, los que entren al ejercicio de la ciudadanía desde el año de mil ochocientos cuarenta en adelante.

Por el estado de deudor fallido, declarado tal por juez competente.

Por deudor al Fisco, declarado moroso”.

 

       Ya la patria uruguaya nació suspendiendo la ciudadanía a los sirvientes, los jornaleros, los vagos, los borrachos, los simples soldados, los deudores, y los que no aprendan a leer y escribir en los próximos diez años. Es decir, los pobres quedaban fuera de las bondades patrias, A los indígenas no se les nombra, seguramente para no discriminar el pobrerío, o porque ya le tenían sentenciado un peor destino.

       Uruguay, es uno de los países hispanoamericano más significado en la ausencia de indígenas. Al parecer en el primer tercio del siglo XX con ocasión de un evento futbolístico, se generó la frase de “la garra charrúa”; ni entonces ni hoy existen charrúas en Uruguay, pero si charruísmo. Los padres de la patria los eliminaron físicamente en el primer tercio del siglo XIX al crear la patria, e incluso es posible que el nombre “charrúa” fuera puesto por los españoles por las similitudes que le hallaron con alguna festividad ancestral gallega, o se lo pusieron otras tribus, posiblemente guaraníes. Será difícil conseguir una muestra auténtica de ADN de aquellos, para contrastar con el de población actual, pero eso no impide que existan indigenistas o charruístas de apellidos europeos que agrupen a una parte de pobres para separarlos de los otros, proporcionarles un relato melancólico y señalando a culpables que ya están muertos desde hace siglos. No cura, pero entretiene.  

 

Barcelona a 5 de octubre 2012. RRCh.