miércoles, 27 de noviembre de 2013

Cásate y sé sumisa con las 50 sombras de Grey


      Si estamos de acuerdo con el derecho a la libertad de expresión, deberíamos atribuirles esta potestad a todos lo que se quieran expresar libremente, salvo que queramos introducir como norma de obligado cumplimiento ese concepto tan ampliamente utilizado en la práctica: que todos somos iguales en derechos, pero unos más iguales que otros. El libro de la devota italiana  Doña  Constanza Miriano promovido por una parte de la cúpula eclesiástica no es menos machista ni atentatorio contra la dignidad de nuestras hijas, hermanas, madres y compañeras que, aquél otro tan  exitoso por ampliamente leído de las Cincuenta sombras de Grey. En el de la Sra. Miriano la mujer se muerde la lengua con razón o sin ella con el propósito de conquistar al macho con su debilidad/fuerza, en el otro se mordía el labio y al parecer, según dicen los que se leyeron las segundas partes, la chica con la sumisión acabó llevándose al Grey, y además lo recicló. Si le quitamos al Grey el jet privado, los apartamentos de lujo, los regalos caros, y la atmósfera de placer sexual  bajo el sometimiento, el uno se diferencia poco del otro. Al menos en el librito de la italiana no aparece que el macho deba dejarle el culo negro a golpes a la muchachita que se mordía el labio, ni tampoco parece prohibir que las féminas disfrute sexualmente bajo la batuta de su hombre.  Seguramente por descuido mío, no oí ningún reproche de las activistas del feminismo contra el tal Grey y su autora. ¿No será que estamos considerando que las opiniones son buenas o mala, verdad o mentiras,  según quien las exprese? Las opiniones de la Sra. Miriano se fundamentan en Dios, el suyo, que deja las recompensas para después;  el otro se fundamenta también en el Dios de la opulencia que da las recompensas al instante: viajes en avión en primera clase, vuelos en helicóptero, Audi regalado, libros incunables para tener y no leer, ropa íntima de telas finísimas, buenos restaurantes …. ¿Y?
 
 
Barcelona a 27 de noviembre del 2013.- RRCH.

martes, 26 de noviembre de 2013

LA JUSTICIA, y la minusvalía intelectual de algunos demasiados jueces.


 

          Resulta que a un ciudadano ecuatoriano que lleva unos siete años con  residencia legal en España, viviendo junto a su madre y su tía, y que él padece una disminución psíquica del sesenta y siete por ciento, un juez, al parecer de la Audiencia Nacional, le denegó la nacionalidad española -a la que tienen derecho los sudamericanos con más de dos años de residencia legal-, y ello porque no supo concretarle a su señoría  en qué ciudad está la Giralda y en cuál otra la Alhambra, además de no saber quién es Rajoy, ni poder señalarle nombres de Comunidades Autónomas. El magistrado, se conoce, que consideró que dicha persona no está suficientemente integrada socialmente e ignora hechos y rasgos esenciales de éste país. El ciudadano ecuatoriano tiene una disminución psíquica del sesenta y siete por ciento, y el magistrado parece padecer una disminución intelectual de un porcentaje aún mayor además de tener menos sensibilidad que un palo seco. Ya estamos asumiendo que tenemos un sistema judicial propio del siglo XIX e incluso que tenemos un porcentaje no despreciable de jueces inútiles, pero ya asumir que algunos además son dañinos, ya es demasiado pedir. Dícese, que la ex ministra de cultura, ex presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid -Sra. Aguirre- confundió en su día al escritor portugués Saramago con  una señora llamada Sara Mago; dícese que la actual Alcaldesa de Madrid, -Sra. Botella- no entiende el castellano cuando se le pregunta, porque contesta otra cosa y cuando lo hace en inglés da pena; dícese que un ex tesorero, ex senador del PP –Sr. Bárcena- no sabe cómo y de qué manera acumuló medio centenar de millones de euros en Suiza a su nombre. Y entre otros, dícese que los jueces no han podido saber de dónde sacó Don Carlos Fabra, ilustre político valenciano del Partido Popular cientos de miles de euros que entraban a raudales en sus cuentas y por eso le absolvieron de cohecho y tráfico de influencia. Dícese que un tal Rafael Hernando Fraile ilustre pepero ha dicho en la tele que los deudos de las víctimas del franquismo que aún están pudriéndose en las cunetas, se acuerdan de sus padres cuando hay subvenciones, cuando este hijo de santa madre debería saber y sabe que a los familiares de las víctimas del franquismo no les han dado un puto duro. Dícese tantas cosas, que igual tenemos que imponer un sistema quinquenal de convalidación  y reválida de la españolidad para excluir de tal dignidad a los distraídos, junto con los dañinos, los imbéciles y los descerebrados, sin distingos de dónde y por dónde fueron paridos.

 

En Barcelona a 26 de noviembre del 2013.- RRCH.

martes, 5 de noviembre de 2013

EL DERECHO A DECIDIR, y los decididores.


                      

El derecho a decidir, parece ser una cuestión central, imprescindible e inaplazable. Pero eso sí, se ha de decidir aquello que los decididores han decidido que debemos decidir. Han decidido que decidamos hacer el corral más pequeño para poder tener más controladas a las ovejas que quedemos dentro. Mientras rumiamos cómo y de qué manera vamos a independizarnos del resto de la majada, los pastores nos tienen quietecitas, y ellos se ocupan de lo que nos debería preocupar. Nosotras estamos distraídas en digerir  la decisión que nos han encomendado y que  es mucho más importante, especialmente para los pastores. Ellos que son muchos más listos que nosotras las ovejas, tampoco nos dan información sobre los motivos benéficos que impulsan nuestra ilusión. Pero nos han dicho que esta esquina del corral es más calentita que el resto y como siempre hemos estado aquí, nosotras nos lo creemos,  y si los pastores nos pelan la lana en invierno entendemos que es por nuestro bien, aunque pasemos frio, y es por culpa del resto de los ovinos del que queremos separarnos. Esas tienen menos lana porque pasan el tiempo echadas a la sombra con la barriga contra el suelo y la boca abierta. Así entonces, cuando los nuestros nos pelan, nosotras nos ponemos más juntitas y nos calentamos las unas con las otras. Nuestros pastores son muy parecidos a los pastores de las otras, dicen y hacen las mismas cosas, pero son nuestros. Claro que además de pelarnos en invierno nos ordeñan todos los días, pero nuestra leche se la damos a los nuestros, para que hagan buenos quesos. Las otras ovejas, de las que nos queremos apartar, son iguales que nosotras, pero nosotras somos más iguales que ellas. Nuestra historia es más bonita que la de ellas, nosotras tenemos una bandera con más rayas y ahora que le metimos una estrella en un triángulo nos da más coraje. Una vez por año la sacamos en procesión, los pastores las encargan de la China o de Marruecos  para que salgan más a cuenta. Venden los quesos de nuestra leche y el dinerito lo guardan en Suiza para que los pastores de las otras ovejas y las otras ovejas no nos vayan a quitar y repartirlos entre todas sacando la parte de ellos. Nos han dicho que cuando nos independicemos nos dejarán más lana en el cuerpo, y apurarán menos en el ordeño para que podamos engordar mejor a nuestros borregos. Ahora por culpa de las otras, algunas de las nuestras no tienen una gota de leche para sus crías, y nuestro pastores ya nos han dicho que tienen que aguantar hasta separar los corrales. A veces pensamos que eso que nos prometen igual luego no pasa, pero tenemos que confiar en nuestros pastores, tampoco tenemos que entenderlo todo, somos ovejas. Eso sí, tenemos claro que somos mejores ovejas que las otras. No nos juntamos porque somos muy diferentes a ellas. Es nuestro derecho democrático separarnos de las otras, en corral aparte. Hay  alguna entre nosotras que no tienen muy claro si son de las nuestras, y se les pasa por la cabeza cosas rarísimas como si podríamos decidir, entre todas incluyendo a las otras, sobre nuestra leche y nuestra lana, pero está claro que esa decisión no nos corresponde y tampoco toca, ya tenemos bastante con decidir vallar el corral.


Barcelona a 5 de Noviembre del 2013.-  RRCH