martes, 25 de marzo de 2014

URUGUAY, Y JOSÉ MUJICA

 

Uno, a estas alturas de la vida no puede tener claro de dónde es, si es que ha de ser de algún sitio. Algunos dicen que uno es de donde vivió la infancia, si fuera así sería de Uruguay puesto que allí nací y allí estuve hasta los veintiún años, aunque los cinco primeros no los recuerdo. Otros dicen que uno es de donde son sus hijos, y en mi caso los míos no pueden ser de otro sitio que de España, de Barcelona, de Catalunya, y además uno lleva aquí treinta y cinco años. Pero al margen de dónde es uno, lo cierto es que el artículo de Juan José Millas del Dominical del País, del fin de semana pasado, me ha conmovido, y no tanto por lo que dice, que ya lo sabía, sino por la capacidad de esta persona de captar la esencia del uruguayo, siendo él de aquí y habiendo estado tan poco tiempo allí para hacer ese trabajo. Millas describe el Uruguay tal como yo lo recordaba de hace más de treinta años, y eso en sí mismo no es nada positivo en la medida que indica que el país en tres décadas no ha avanzado mucho, pero a su vez reconforta que otro vea que Uruguay existe con identidad propia, y que esa idiosincrasia de los uruguayos, -ciertamente algo melancólica y falta de autoestima-, tiene una serie de valores universales conservados mejor que en otros lares, mejor que en Europa. Millas fue a Uruguay por José Mujica, el Presidente, pero como persona inteligente que es, miró en todas las direcciones y captó lo sustancial.  José Mujica solo puede ser presidente del gobierno de un país como Uruguay, y ello es un elogio para su ciudadanía. En una era en la que la gente se deja arrastrar por los espejitos, la propaganda, el glamour y todo lo que conforma las apariencias, que votaran al Sr. Mujica, que ni tiene ni quiere tener nada de lo que está en boga, es una maravilla. Es extraordinario que una población, en su mayoría, elija a su máximo mandatario por motivos –acertados o no- absolutamente distintos y contrapuesto a los motivos que abrazan en general los electores en el resto del mundo. Mujica es especial, porque los uruguayos son especiales. Mujica ha asombrado a parte del mundo haciendo lo que normalmente debería hacer todo el mundo: ser coherente consigo mismo. Y ser coherente no significa ni de lejos acertar. Pero resulta que la coherencia se ha convertido en un bien tan escaso, incluso en vías de extinción, que la admiración por la coherencia de Mujica deja al margen todos y cada uno de los errores que él pueda cometer. Millas fue a Uruguay para ver por qué razón el semanario británico The Economist había otorgado a Uruguay el título de País del Año “por su receta para la felicidad humana”,  cita Millas datos como que, según un estudio de Americas Quarterly, Uruguay lidera el ranking de inclusión social de todas las Américas, por delante EEUU, y que además es el principal exportador de solftware de América Latina. Y claro, si esto es así, algún mérito habrá que reconocerle a Don José Mujica. Es verdad, que a uno siempre le puede quedar la duda  de si la admiración por el Sr. Mujica que, al menos desde fuera del país se está profesando con cierta profusión, sólo sea por condescendencia a lo pintoresco y campechano que es. Por mi parte, siempre he estado más con la máxima de José Saramago que decía que, a una persona de derechas lo que más le asusta es un señor de izquierdas de traje y corbata, que eso les desequilibra, pero igual Mujica me demuestra lo equivocado que estoy.

 

Barcelona a 25 de Marzo del 2014.- rrch

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