En
España en cada campaña electoral surge la controversia de si se ha de excluir
de la educación obligatoria y pública la asignatura de religión. Como también
si el Estado ha de denunciar o no los tratados con el Vaticano y suprimir las
ayudas económicas que la Iglesia católica recibe. Al final todo queda como
estaba, pero la discusión reaparece siempre como una ilusión partidista,
generalmente desde formaciones de izquierda. La cuestión está en que, si se excluye la religión como
asignatura se elimina como materia susceptible de ser estudiada parte de las
circunstancias que inciden en los estudiantes; y si se mantiene como forma de
reforzar las creencias en la religión católica se adoctrina a los educandos excluyéndoles
del conocimiento y estudio de otras religiones. Si las religiones no tuvieran
incidencia directa en el devenir social sería razonable sacarla de los planes
de estudio y que la trasmisión de las creencias fuera tarea exclusiva de las
familias. Aunque parecer evidente que no solo influye en la formación integral
de los niños y jóvenes sino que a veces
les determina hacia un camino vital u otro.
Día sí y día también salen noticias de detenciones de personas jóvenes que
habiendo abrazado la religión islámica intentan ir a Siria para participar en
la guerra en defensa de lo que se ha dado en llamar Estado Islámico. Al
parecer, sin que nadie se sonroje, las detenciones se hacen por motivos
ideológicos y el presunto delito que se les imputa es la intención de
incorporarse a una guerra en el extranjero, con ello se impone el castigo antes
de producirse el hecho presuntamente delictivo. Posiblemente si existiera una
asignatura de historia de las religiones impartidas por profesores laicos, como
los que imparten matemáticas, igual no haría falta la represión contra los
adeptos a otras religiones distintas a la católica. Naturalmente se habría de
explicar la católica y en especial el auge y desarrollo de la Inquisición desde
el siglo XII hasta hace pocas décadas. Exponer con trasparencia, de forma
objetiva y desapasionada, el porqué, el cómo, el dónde y el para qué de la
Inquisición, y las secuelas que su existencia dejó. Señalando los intereses
que aquello protegía, las manipulaciones para conseguirlo y los costes humanos
que se cobró. En cuanto a la religión musulmana parecería provechoso que
nuestros hijos conocieran las diferencias entre las distintas interpretaciones
del Corán, los motivos de los enfrentamientos entre chiitas y sunitas, la
propia creación y funcionamiento de los Estados árabes, y su inclinación hacia
el islamismo. Resulta difícil entender las relaciones económicas y políticas
entre el mundo cristiano u occidental con el musulmán sin conocer la
influencia que las religiones y sus propulsores
han tenido en dichas relaciones a lo largo de la historia. Las religiones, posiblemente incluso en los no creyentes, determina en una
gran medida la idiosincrasia de las personas, sus vínculos emocionales y
culturales. Las fobias entre unos y otros, cuando no el odio, puede venir de la
ignorancia que los unos tienen frente a los otros y viceversa, sin despreciar
la orfandad en el conocimiento de los propios creyentes en el origen y desarrollo de las
religiones propias. O, de cómo se instrumentaliza desde los poderes fácticos tales
fobias. No parece que la cuestión se centre en si se enseña religión o no, sino
en cómo se enseña y para qué. Romper los acuerdo de España con el Vaticano
puede ser una buena cosa, ahora bien, antes España tendrá que proponer cómo y
de qué manera va a asumir los servicios sociales que aún realiza la Iglesia
como ONG. Si el asunto solo tiene como
objetivo la diferenciación mediante el enfrentamiento, ¡que Dios nos coja
confesados!
En
Barcelona a 21 de octubre del 2015. RRCH.
Los servicios sociales que la iglesia católica presta como ONG no guardan relación alguna con el Concordato. Cáritas se financia, en un altísimo porcentaje, de donaciones y aportaciones privadas y subvenciones públicas y, solo en una parte ínfima, de lo que le destina la iglesia. Además, los donantes no necesariamente son católicos. La permanencia de un tratado como el Concordato tiene muchas explicaciones (exenciones fiscales, monopolios docentes, privilegios jurídicos...),pero ninguna justificación.
ResponderEliminarCierto, como también que los monopolios docentes hay que sustituirlos por centros públicos, y la asistencia social (o limosna) no solo la da Cáritas. Un abrazo.
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