Los
fundamentos del nacionalismo y los del anti-nacionalismo son los mismos
contrapuestos. Unos en positivo exagerando y excluyendo lo negativo de la patria sublimada,
y los otros lo negativo exagerando y excluyendo lo positivo de la
patria despreciada. Unos y otros se retroalimentan. El cineasta Fernando Trueba
cuando dijo que en su vida no se ha sentido español ni durante cinco minutos,
que en los campeonatos de las selecciones de fútbol apoyaba a equipos extranjeros
y que le hubiera gustado que la guerra de la independencia española la hubiera
ganado Napoleón; alimentó el nacionalismo español para el despliegue de su
estupidez en igual medida que al anti-nacionalismo para el despliegue de la
propia. Y ambos bandos tienen razones objetivas cuando las seleccionan concienzudamente
para la autocomplacencia. Lo más seguro, es que España no sea la madre perfecta
ni tampoco la madrastra depravada, todo depende de con qué se compare, y qué
atributos y defectos se signifiquen. Y especialmente
las ganas que unos y otros tengan en joderse mutuamente; ganas que no siempre
tienen motivaciones patrióticas, o casi nunca. Pero entretiene.
Barcelona
a 7 de diciembre del 2016. RRCH
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