La Sra. Cifuentes es peor que los otros políticos de todos los
colores que simulan tener estudios que no tienen; porque ella tuvo capacidad de
decisión o de influencia en la decisión de la universidad expedidora del título.
En una sociedad democrática todos los ciudadanos tienen derecho a votar y ser
votados. No existe ni puede existir la obligación de poseer una titulación
universitaria para poder ser representante político, ya sea diputado, senador,
presidente del ejecutivo, ministro, o cualquier otro cargo. Si existiera tal
exigencia se impediría el acceso a la representación política a un porcentaje
importante de ciudadanos, tal vez a la mayoría. El que pretenda conquistar la
aprobación de los votantes, ha de disponer de un programa de actuación que a
juicio de sus seguidores sea deseable, coherente y viable, y que la persona que
se presente como propulsora de tal cometido se gane la confianza de los electores.
El hecho de ser ingeniero, abogado, registrador de la propiedad, médico,
notario, historiador o científico no añade nada que no pueda aportar un electricista,
un albañil, un peón metalúrgico o un obrero del campo. El destino y bienestar
de un país no se resuelve haciendo un puente, un pleito, anotando un título de
propiedad, otorgando una escritura, curando enfermos, contando historias o
haciendo el mapa del genoma humano; ni cableando un edificio, ni levantando
paredes, ni perfilando hierros, ni vareando olivos. Todo ello es importante
para la actividad de cada cual y para el bien de todos, pero no necesariamente
para dirigir una nación o parte de ella. Siendo todo ello bastante evidente, en
cambio está visto que los políticos actuales prefieren mentir diciendo que
tienen la licenciatura de arquitectura o estudios para ello, en lugar de decir
que son albañiles estupendos; tener estudios de agropecuaria en lugar de decir
que son buenos recolectores de aceitunas; prefieren poner que son ingenieros a
buenos electricista. Desde la perspectiva de los políticos de derecha hasta se
comprenden, ellos vienen de la nobleza, de ser, condes, duques o marqueses, y/o
de la alta burguesía que le sustituyó o con la que se integraron. Desde siempre
ellos fueron los dueños del bastón de mando y los de ahora quieren aparentar más
o menos lo mismo, aunque no tengan pedigrí, y más aún si lo tienen. Que los de
izquierda vayan por el mismo camino de simular lo que no tienen ya es más
lastimoso, dado que se supone que sus finalidades es conseguir que tengan los
que no tienen y lo tengan de verdad. Que mientan en el curriculum es de una menesterosidad moral intolerable, el resultado
de la ausencia absoluta de dignidad. En ese baile de las vanidades de a poco
nos están haciendo creer que cualquier idiota que hable inglés y tenga uno o
varios masters es más idóneo para el manejo de la cosa pública que otro que
solo sea honrado e inteligente. A los certificados de títulos le estamos dando
más más valor que al conocimiento, por eso estos gilipollas mienten y al ser
pillados se quedan con el culo al aire desprovistos del decoro simulado. Lo peor es que existan universidades que se signifiquen
por expedir patentes de corsos a cambio de ser alimentados de sopa boba a
cuenta del erario. Los ilustres …
Barcelona a 16 de abril del 2018. RRCh.