No sería necesario que Pedro Sánchez publique un
libro suyo titulado Manual de Resistencia, puesto que su capacidad de lucha
personal ya la tiene demostrada y hasta reconocida. Pero la resistencia personal
siendo una virtud, no lo parece tanto o no lo es, cuando consiste en alargar
caprichosamente un período como presidente del Gobierno de España. En los
últimos diez días ha cometido más o menos cuatro errores importantes que le
sitúa más ante la defenestración que en la supervivencia, y lo peor será que su
caída arrastre también a su partido y parte de la llamada izquierda en pro del
triunvirato de la derecha. A primera vista parece que la izquierda española
está gestando una dimisión en bloque, un desistimiento absoluto para después de
sacarse los ojos los unos a los otros. El ultimátum a Maduro, tratando de
seguir a Trump con disimulo fallido, no parece que le traiga a España nada
bueno, ni a los venezolanos de aquí, ni a los españoles que están allá; al
menos mientras tanto decidan las Fuerzas Armadas venezolanas si el Golpe de Estado
se lo dan al Parlamento o al Ejecutivo de su país, para destituir el presidente
que sobra. Y violencia va a haber, aunque Maduro se rinda con un golpeteo de
patas en el suelo; los chavistas, los bolivarianos, los maduristas y los pobres
en general seguirán ahí, como el petróleo, aunque esto último sea lo realmente
apreciado. El cambio de la doctrina del derecho internacional de reconocer
Estados por la nueva de reconocer presidentes le va a traer problemas añadidos
a España como a la Unión Europea. A España ya se lo apuntan los partidarios del
Estado Catalán, de entrada. El
segundo error ha sido ese de cambiar los criterios en las desgravaciones
fiscales en cuanto a las donaciones o no, efectuada por los padres al colegio
concertado al que envían a sus hijos, ataca así a una clase media que se
tambalea en su sitio y que no le va a gustar. Otro error es lo del libro,
¡hombre!, no parece el momento para contar gestas personales en plena actuación
del personaje central del lo contado; si la intensión fuera distraer puede no
acertar o tirar el tiro por la culata. Pero la estrella de la cagada ha sido
eso de introducir un relator, notario, coordinador, intermediador o como se le
llame, en las supuestas conversaciones curativas que el Gobierno propicia a los
separatistas de Cataluña. Es cierto que el ciudadano en estos momentos parece
que está más o menos dormido o demasiado distraído en varias cosas a la vez,
pero si se le mete el dedo en el ojo y se le trata como idiota, igual se
despierta y medio aturdido por la irritación -la del ojo-, apuesta por el
Triunvirato (Casado/Rivera/Abascal) aunque sea para molestar o intentar acabar
con tanta bobería; es tan impresionante que
parece que la izquierda se hubiera vendido a los contrarios. Si resulta
que va el señor de Esquerra republicana diciendo que ellos no van a apoyar los
presupuesto de Sanchez por más que sean buenos para su gente porque quieren que
Sanchez apreté al Fiscal para que retire la acusación a los políticos presos, y
que luego Sánchez acepte la intermediación internacional para un referéndum de
independencia de Catalunya respecto al Reino de España; cómo se le ocurre a
Sánchez acepar después de eso que haya un relator, interventor o como carajo le
quieran llamar en esas conversaciones, pero, ¿qué van a conversar?. Porqué no
ponen una grabadora encima de la mesa y se llevan una cinta cada uno para
recordar lo que al santo pedo dijo uno y otro. O, el coso ese del mediador o
como le pongan, ¿va a dictar un laudo arbitral de obligado cumplimiento para
las partes?
Barcelona a 6 de febrero del 2019. RRCh.
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