Al parecer, en la segunda vuelta de
desempate que se producirá en un mes, para saber quién gobernará a Uruguay, lo va
de dirimir el arbitraje de un militar crecido durante el mandato del Frente Amplio:
Guido Manini Ríos. Seguramente se escapan de mi conocimiento las virtudes del
Frente Amplio en estos 15 años, y en qué ha mejorado la vida de los uruguayos
más desfavorecidos. Posiblemente la vida de ellos hubiera sido mucho peor si el
destino de país lo hubieran seguido manejando blancos y colorados. Pero parece evidente
que la izquierda no ha querido o no ha podido -y esto último sería aún más lamentable-,
al menos reducir la preminencia de los milicos en el devenir político del país.
Ningún líder político,
tampoco Pepe Mujica, ha encabezado la propuesta de suprimir a las Fuerzas Armadas,
que para nada requería enviar al desempleo a los milicos sino reconvertirlos en
fuerzas útiles para la gente, jubilando a los más inservibles. Pero el Frente
Amplio hizo lo contario, se intentó prestigiarles enviándoles a misiones
internacionales de paz, y ahora vuelven a presentarse como salvadores de la
patria. Si se ha pretendido hacer una
reforma constitucional para “vivir sin miedo”, será por al menos dos motivos,
el primero, que la desigualdad en el reparto de la riqueza ha embrutecido a
muchos ciudadanos que en sus desventuras han optado por el camino directo a la delincuencia,
y el segundo, que no existe una policía avitualladas y formada para reducirla,
ni un sistema judicial y penitenciario que propicie la reinserción. Si una parte
importante de la ciudadanía siente miedo es porque otra parte minoritaria se lo
genera, y no parece que eso se solucione con ampliar las cárceles y endurecer
las penas, sino con solventar los motivos que impulsan la marginalidad que es
la madre del embrutecimiento y la criminalidad. Y en eso no funcionó adecuadamente
el Frente Amplio, pero eso sí, el país tiene Fuerzas Armadas con muchos
generales, coroneles y chatarra armamentística para pasear, si el coste de tal
inutilidad se hubiera empleado en maestros, educadores y servicios sociales más
allá del reparto de sopa boba para mantener al pobrerío quietos en la
marginalidad, igual hoy no se dependería de Manini Ríos.
Barcelona a 28 de Octubre del 2019, RRCh
viernes, 19 de julio de 2019
Salvo error
por mi parte, hace un par de días se aprobó por el Senado de Uruguay la Ley
Orgánica Militar que modifica la vigente de 1974. De entrada, ya resulta
difícil asumir que desde la caída de la dictadura y durante más de 30 años de
democracia los militares se hayan regido por la ley promulgada por la
dictadura, que si no recuerdo mal se inició a mediados de 1973. Incomprensible
es también que las formaciones de izquierdas propongan la reforma después de
unos 15 años de estar en el gobierno y unos meses antes de las próximas
elecciones. Las modificaciones tales como la supresión de los Tribunales de
Honor, que al parecer han sido idóneos para encubrir los desmanes de los
milicos después el golpe de estado ya sorprende que haya existido hasta ahora,
como también la existencia del concepto seguridad nacional atribuido a las
fuerzas armadas, que ahora se sustituye por el de defensa nacional. Nunca he
entendido, porque jamás he recibido una explicación razonable, sobre, ¿para qué
sirven las Fuerzas Armadas en Uruguay? ¿Qué beneficio o qué utilidad ha
reportado a la ciudadanía desde 1825 hasta aquí? Con la nueva ley orgánica
militar existirá un general por cada 140.000 uruguayos y un coronel por cada
14.000, cuando por ejemplo en España hay un general por cada 235.000 españoles
y un coronel por cada 45.000. He visto
también que un político uruguayo ha planteado crear una Guardia Nacional
dependiente de las Fuerzas Armadas para combatir la delincuencia. Ese
planteamiento de entrada descubre que para dicho político el país tiene al
menos dos problemas sin resolver, uno que la policía no es suficiente para
reprimir la delincuencia, y dos, que si las Fuerzas Armadas pueden dar ese
servicio es que están ociosos. Ahora bien, darle como trabajo a los milicos
ociosos la militarización del país no parece lo más idóneo, entre otros motivos
porque no tienen preparación ni el avituallamiento para actuar en el medio
civil. No obstante, a esa idea se le puede encontrar una utilidad, que no es otra
que utilizar los medios económicos que se destinan a las Fuerzas Armadas para
la policía, servicios sociales de reeducación de la marginalidad y protección
civil. Puede que sea más necesario un buen cuerpo de bomberos. Seguramente me
equivoco, pero tengo la sensación de que persiste una posición reverencial
frente a los milicos y se les sigue tolerando para que al menos se crean que
tutelan a los políticos, y éstos le pagan. ¿Cuánto cuesta a cada uruguayo
mantener a las Fuerzas Armadas? ¿Qué porcentaje de los presupuestos generales
del Estado se destina a su subsistencia?
Barcelona a
19 de Julio del 2019. RRCh