jueves, 24 de octubre de 2019

¿Diálogo?¡


El diálogo parecería ser el encuentro entre dos partes que asisten de buena fe con predisposición al entendimiento y con la finalidad de llegar a un acuerdo que solvente definitivamente una controversia. La predisposición al entendimiento requiere que ambas partes acudan con un margen de mínimos, hasta el cual están dispuesto a llegar para que el otro haga lo mismo y se llegue a un encuentro. Si una de las dos partes asiste con la pretensión de conseguir todas sus exigencias, no pretende dialogar sino escenificar la rendición del otro sin darle pelota y para que los suyos babeen de gusto.

El Molt Honorable Sr. Torra, al parece está llamando al presidente del Gobierno de España de forma insistente proponiéndole un diálogo sin condiciones, y éste no le atiende al teléfono, con lo que Torra se siente despreciado. Bien, pero resulta una obviedad, atendiendo a las declaraciones públicas que a diario hace Torra, que su interés es “dialogar” sin condiciones sobre la fecha próxima en que el presidente del gobierno de España le concede la independencia a la parte del territorio español que el Sr. Torra quiere segregar. Si quisiera dialogar sobre otra cosa lo diría.  Y claro, por más que el presidente de España quisiera satisfacerle -aunque solo fuera para no incrementar el gasto público en reponer aceras, contenedores, terrazas y escaparates-, no puede hacerlo. Y no puede hacerlo porque hace ya unas décadas que España y los ciudadanos que la pueblan asumieron que aquí habría tres poderes y los hay, uno que hace las leyes, otro que las hace cumplir y el tercero que administra. El Sr. Sánchez de momentos está encabezando la última. Pero lo peor es que además España tiene una constitución que es la primera de las leyes y la más importante, que se puede cambiar con los trámites que la misma prevé, pero mientras tanto se ha de respetar; porque para colmo, encima, es un estado de derecho, que quiere decir que ni el presidente del gobierno puede hacer lo que le salga del arco de triunfo. Está claro que estos inconvenientes Torra no los entiende, porque él es un defensor acérrimo de la democracia y la entiende en su máxima pureza: sin constitución, sin separación de poderes, sin jueces, sin leyes, sin orden público, y naturalmente solo sustentada en sus delirios; ¡ah!, y sin condiciones.  Y sí, es una pobre víctima que alimenta victimismo.

Barcelona a 24 de octubre del 2019. RRCh

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