Ser ministro en el momento actual no
ha de ser tarea sencilla, máxime cuando ese gobierno se compone por necesidad -no
por voluntad-, de cuadros políticos con intereses partidístisticos enfrentados,
y de personas desbordadas por sus propios egos. En tal situación es fácil
errar, no obstante, en el caso del tal Pérez de los Cobos parecía más fácil
acertar que meter la pata si se hubiera empeñado algo más. Especialmente si hubiera
tenido en cuenta como debió tenerla, que el gobierno al que pertenece está
rodeado de enemigos en el sentido estricto del término, y no de adversarios políticos
que compitan por aportar las más solventes y razonables soluciones a la problemática
real del país. El patriotismo se circunscribe a trapos y no a la gente.
Ni el PP-VOX-Cs les darán jamás apoyo para lo más
elemental -por más necesario y positivo que lo sea-, ni tampoco lo hará ERC-BILDU
ni otros nacionalistas, dado que los primeros quieren eliminar a los segundos y
éstos a los primeros, y en ese enfrentamiento irracional preñado de complejos y
mezquindades, el gobierno está en medio, recibiendo tiros de los unos y de los
otros porque ambos le consideran un parapeto prioritario en el derribo. Ni el
bloque PP-VOX-Cs ni el de los separatistas tienen el más mínimo interés en
aportar ideas para aliviar si no solventar las consecuencias de la pandemia del
Covid-19, sencillamente tales consecuencias la utilizan como munición para empeorar
lo más posible el ambiente y así instigar a sus seguidores al derrumbe del
gobierno, y si puede ser, también a todas las instituciones para crear otras ajustadas
a sus intereses.
Sabía perfectamente Marlasca que el
tal Pérez de los Cobos para unos es un héroe de la Guardia Civil merecedor de
subir a los altares, y para los otros un personaje siniestro que ya debía estar
preso y disuelta la misma Guardia Civil. Debía saber Marlaska que el cese del
personaje constituiría para los dos bloques un entretenimiento poderoso para
tapar todos los problemas que de verdad existen, tirándose pedradas mutuamente
y eludiendo cualquier responsabilidad en resolver lo que realmente importa.
Ahora quedó, porque lo parece, que el
pobre Pérez de los Cobos fue cesado por haber cumplido una orden judicial de
investigar en secreto la actuación gubernamental en la atención a la pandemia,
y nadie se cree que su cese obedezca a la reestructuración de equipos como dice
el ministro.
Claro, si Marlaska hubiera esperado
leer el informe supuestamente dirigido por Pérez de los Cobos -que al parecer
ni ayer el ministro lo había leído, aunque fue publicado en varios medios días
antes-, no solo hubiera tenido una razón clara y eficaz para cesarle, sino que
se hubiera visto en la imperiosa necesidad de hacerlo, a juzgar por lo
menesteroso que resulta el informe de investigación; y de paso le hubiera restaurado
brillo a la Guardia Civil.
Barcelona a 28 de mayo del 2020,
RRCh.