lunes, 21 de septiembre de 2020

Uruguay, y los tribunales de honor de los milicos.

 

Recuerdo desde gurí, que cuando se quería denostar a alguien resaltando su ineptitud se decía: “este no sirve ni pa milico”, y para justificar a un pariente que entraba en esa cosa, se decía: “bueno, no encontraba nada el pobre y se metió, tiene sueldo fijo, y es policía, no milico de batallón”. Pero resulta que, con Tabaré Vázquez, con Pepe Mujica y con Vázquez otra vez, los milicos de batallón tenían Tribunales de Honor, un privilegio que les situaba fuera de los tribunales de justicia civiles ordinarios: se juzgaban ente ellos, y esto fue así con el Frente Amplio que reunía prácticamente a todas las organizaciones políticas de izquierda del país.

El “honor” de la milicada tenía como función esencial el garantizar la “Seguridad Nacional”, mediante la Ley Orgánica Militar que un año después de iniciada, la dictadura fabricó en 1974 para encubrir sus asesinatos y que duró hasta unos meses antes a que el Frente Amplio perdieran las elecciones en el 2019. Con ese honor llegaron hasta aquí.

          En la modificación legal cambiaron la esencia de la existencia de los ejércitos que era la “Seguridad Nacional” por Defensa Nacional, y suprimieron los tribunales de honor. Quince años después; tarde ¿no?

Puede que alguna vez, algún uruguayo me proporcione algún dato en el que pueda hallar migajas de honor en los militares uruguayos y encontrarle algo de justificación a la existencia de ejércitos en Uruguay, hasta ahora no he hallado a nadie. ¿Hay alguien?

Lo de la defensa nacional les va a restar dosis de honor a los milicos, puesto que con la “seguridad nacional” siempre podía moler a palos a los uruguayos encadenados, violar a las uruguayas quitarle los hijos y dárselos a los amigos infértiles, y revolcarse como chanchos en ese “honor” Ahora se supone que quedan para defender la patria de la agresión extranjera, y Dios nos libre que a los extranjeros les dé por ahí…

Leo la prensa uruguaya, y dicen que un honorable Manini Rios, que puso el Frente Amplio al mando de la milicada -y les salió como el culo por idiotas-, hoy el milico se ríe del Fiscal Rodrigo Marosoli contándole milongas amparado en sus fueros como representante de la patria. Tampoco el Frente cayó en arreglar un poco eso de los desafueros para los asesinos y sus cómplices que llegarían a senadores o diputados, al parecer la cosa no entraba en la poesía. Ahora un tal José Nino Gavazzo, militar de honor como no podía ser de otra manera, confiesa, sabiendo que está salvado, que tiró al Rio Negro a Roberto Gomensoro ya finado, metido en un bote atado con alambres y con piedras del lugar, y lo hizo por orden del General Esteban Cristi, y que el coronel Gómez al que le adosaron el muerto no fue el asesino. Parece ser que los honorables militares Gavazzo y Silveira confesaron unos 28 asesinatos, para salvar la patria claro. Y por ahí, entre confesiones apañadas y otras yerbas estaba el ministro del Frente Amplio Jorge Menéndez -socialista y sucesor de Fernández Huidobro compañero de Mujica en el cautiverio-, que no sabía, no quería saber o simplemente era inútil, aunque al parecer Menéndez declaró por carta que la cosa se la contó al presidente Vázquez que también se quedó quietito para que la cosa la resolviera el Tribunal de Honor.

Ayer vi el documental de Emir Kusturica, “El Pepe, una vida suprema” y el ex-yugoslavo, Palma de Oro, que considera a Mujica como el último héroe de la política, le cuestionó poco como era de esperar si atendemos al título del documental, y le filmó tomando mate, contándole cómo lo machacaron los milicos y lo fiel que era su perrita Manuela. Aparecía Mujica en labores agrícolas, con lo pobres al que dice que le construyó casas baratas con lo que le sobraba al Estado, y arengando al pueblo con mucho amor; pero no le preguntó para qué ha servido, sirve o se espera que vaya a servir alguna vez el ejército uruguayo.

Mujica más que poner a Uruguay en el mundo, se puso él y ciertamente con méritos propios siendo consecuente en su manera de vivir la presidencia, pero aún no le he escuchado en ninguno de sus discursos en los que da soluciones hasta para hacer un río en el desierto de Atacama,  una explicación sobre  para qué carajo sirven los milicos, y si la plata de la milicada -que viven rascándose la entrepierna tomando mate mientras no le den encargos tan honorables como los que ejecutaron desde 1973-, por qué no se invirtió en que el pobrerío deje de ser pobrerío. ¿eh?

Barcelona a 21 de septiembre del 2020. RRCh

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