Si
la mayoría de los políticos tuvieran un comportamiento decente, seguro que la
minoría de políticos corruptos, no hallarían margen de movimiento para
corromperse.
Conseguida
la decencia, los políticos representantes de la soberanía popular deberían ser
muy, pero muy bien pagados, y además de contar en su haber con el inmenso honor
de representar a su pueblo. Solo los mejores representan. Pero esto será después de que cumplan los CON
y los SIN. CON penas privativas de libertad no inferior a 10 años de prisión de
obligado cumplimiento para los delitos de corrupción que deberían ser
rebautizados como delitos de violación
de la confianza ciudadana. CON penas de inhabilitación vitalicias para el
ejercicio de la función pública y de puestos ejecutivos en las grandes empresas
privadas, si son condenados por corrupción. SIN posibilidades de indulto en
delitos de corrupción; SIN posibilidades de remisión condicional de la pena y
SIN tercer grado en el cumplimiento de la pena; SIN libertad condicional hasta
que devuelvan el triple de lo defraudado. SIN más de un sueldo; SIN viajes de
lujo, ni a cargo del erario ni a cargo de empresas. SIN regalos. SIN cuentas en
paraísos fiscales. SIN amnistías fiscales. SIN posibilidades legales de salir
de la política y entrar en una gran empresa privada.
El
concepto casta, en la acepción de las gentes de Podemos, desde la noche del 25 de mayo ya ha dado frutos. Están los
que se reconocen dentro de la casta y se defienden como gato panza arriba para
permanecer en ella, y los que se reconocen ser de la casta y quieren salir de
ella. Los orgullosos y los avergonzados. Los primeros quieren atraer a la casta a
los que le han señalado, a fin de hacer una absorción societaria para que
perdure el disimulo, y los segundos quieren asumir lo más florido de Podemos para competir.
En
cualquier caso, aún estamos en el procedimiento, en lo adjetivo, que no es poco
ni menos importante. No obstante, se le ha de meter contenido la cosa, ir a lo
sustantivo. Y hemos de estar a la espera, que no nos lleve a la desesperación,
para oír y discutir soluciones de fondo. Propuestas de reformas del Código Penal
con tipos penales y penas que impidan que los Millet se burlen blandiendo sentencia con penas ridículas.
Propuestas concretas de recortes necesarios ante lo que sobra, llevando el ahorro
a dónde falta. Propuestas de reformas fiscales donde se favorezcan a los que no
tienen restando a los que tienen de sobra. Propuestas de preparación y elección
de jueces que abandonando el arte de cantar temas, exijan otros valores más
allá de la memoria. Sin esto, no podremos.
Barcelona a 29 de mayo del 2014.- RRCH