jueves, 15 de mayo de 2014

TWITEAR, por desahogo.-




Seguramente la misma persona que manifiesta satisfacción twiteando, por el hecho que una mujer -o dos-  del Partido Popular mate a tiros a otra mujer del mismo partido, si se lo pensara dos veces antes de darle a la tecla, seguramente no lo haría. Y no lo haría, tan solo por mantener su autoestima y su buena consideración frente a sus conocidos. El problema está en que lo seguirá pensando, y posiblemente sus conocidos también. Nuestros mandatarios, y especialmente el ministro que dirige a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, se creen que aquello que no se conoce porque  no se dice, no existe. La corrupción no existe mientras no se conoce. Las mentiras no existen mientras no se conocen. América no existía mientras aquí no se conocía, pero estaba allí, y la gente que estaba allí sabía que existía, aunque le daban otro nombre. Pero era la misma cosa. Ahora el ministro Sr. Fernández, que al parecer le tienen prohibido estar callado cuando no tiene nada que decir, se la ha ocurrido perseguir a los twiteros  mal pensados que escriben lo mal pensado. Ni se le pasa por la cabeza al hombre, reflexionar un instante para explorar la cuestión, de: ¿por qué la gente dice esas cosas tan feas?  Si lo hiciera, hasta podría llegar a la conclusión que lo dicen porque lo piensan. Y, ¿por qué lo piensan? Pues, no lo sabremos nunca. Es imposible ponerse en la cabeza del otro y más si son muchos. No obstantes sí que se pueden aventurar algunas hipótesis. Y hay una que es muy preocupante y lo peor es que hasta podía ser cierta, que para emitir opiniones genéricas, todos hacemos la operación del mínimo común denominador, algo así como calcular un porcentaje pero sin meternos en honduras matemáticas, de forma y manera que un diez por ciento nos puede servir para definir al cien por cien. Por ejemplo, si en Francia solo existieran tres millones trescientos  mil asesinos de los cuales todos hubieran efectuado un promedio de un asesinato en los últimos diez años –33.000 al año-, concluiríamos que los franceses son unos asesinos. Pero matemáticamente, puesto que son unos sesenta y seis millones de franceses, de ellos sesenta y dos millones setecientos mil no lo serían, y sólo lo serían el cinco por ciento del total de franceses, que en definitiva todos ellos solo eliminan al año al cero cinco por ciento de sus conciudadanos, dentro del noventa y cinco  por ciento de los que son buena gente y no matan a nadie. Al parecer en España tenemos a unas setenta y tres mil quinientas  personas que ejercen cargos políticos por elección popular. Se suponen que estos son los políticos, a los que habría que añadir los que se postulan y no son elegidos y lo siguen intentando. En noviembre del 2009, habían en España -según el entonces Fiscal General del Estado Don Cándido Conde Pumpido-, setecientas treinta causas penales abiertas contra políticos, por corrupción. En los años que han pasado desde aquella fecha, han salido: el Caso Bárcena; el Caso de la financiación ilegal del Partido Popular; el caso de los ERE en Andalucía del Partido Socialista Obrero Español; el Caso de la Infanta Cristina y su esposo; el caso Matas en Baleares; el caso de los trajes del Sr. Camp en Valencia; el caso Pallarols de la financiación ilegal de Unión Democrática de Catalunya; el caso Correa-Gürtel; el caso de ITV-Oriol Pujol de Convergencia Democrática de Catalunya; el caso Palau; la pasta gansa que va apareciendo en Suiza, y un montón de otros casos de la misma categoría, que por cuya abundancia no recuerdo en este momento. Nadie tiene dudas que no todo los políticos son corruptos, pero el porcentaje al ser tan elevado lleva al mínimo común denominador. Máxime si resulta que paralelamente por la acción o la inacción de los políticos se han producido muchos miles de desahucios mediante los cuales miles y miles de familias se han quedado en la calle, ciento de miles de personas se han quedado sin trabajo, se han reducido los presupuestos para la enseñanza, la sanidad y la dependencia, y la obras públicas -algunas faraónicas- se han pagado a empresas privadas cantidades muy por encima de lo presupuestado. A los bancos les va bien. ¿Y cómo no se entiende que la gente piense y twuitee cosas feas cuando a un político le pasan desgracias? ¿Puede ser que la gente no vea a los políticos como personas normales? ¿Puede ser que los políticos no actúen como personas normales?  ¿No será que la gente quiere que se haga política y los políticos no? ¿Puede ser que los partidos políticos están boicoteando la política y a la gente le estén dejando solo el derecho al pataleo y el desahogo por internet? ¡Cuidado que como dejen internet y salgan todos a la calle la cosa se puede poner fea!


Barcelona a 15 de Mayo del 2014.- RRCH

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