Seguramente
la misma persona que manifiesta satisfacción twiteando, por el hecho que una mujer -o dos- del Partido Popular mate a tiros a otra mujer
del mismo partido, si se lo pensara dos veces antes de darle a la tecla,
seguramente no lo haría. Y no lo haría, tan solo por mantener su autoestima y
su buena consideración frente a sus conocidos. El problema está en que lo
seguirá pensando, y posiblemente sus conocidos también. Nuestros mandatarios, y
especialmente el ministro que dirige a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado, se creen que aquello que no se conoce porque no se dice, no existe. La corrupción no
existe mientras no se conoce. Las mentiras no existen mientras no se conocen.
América no existía mientras aquí no se conocía, pero estaba allí, y la gente
que estaba allí sabía que existía, aunque le daban otro nombre. Pero era la
misma cosa. Ahora el ministro Sr. Fernández, que al parecer le tienen prohibido
estar callado cuando no tiene nada que decir, se la ha ocurrido perseguir a los
twiteros mal pensados que escriben lo mal pensado. Ni
se le pasa por la cabeza al hombre, reflexionar un instante para explorar la
cuestión, de: ¿por qué la gente dice esas cosas tan feas? Si lo hiciera, hasta podría llegar a la
conclusión que lo dicen porque lo piensan. Y, ¿por qué lo piensan? Pues, no lo
sabremos nunca. Es imposible ponerse en la cabeza del otro y más si son muchos.
No obstantes sí que se pueden aventurar algunas hipótesis. Y hay una que es muy
preocupante y lo peor es que hasta podía ser cierta, que para emitir opiniones
genéricas, todos hacemos la operación del mínimo
común denominador, algo así como calcular un porcentaje pero sin meternos
en honduras matemáticas, de forma y manera que un diez por ciento nos puede
servir para definir al cien por cien. Por ejemplo, si en Francia solo existieran
tres millones trescientos mil asesinos
de los cuales todos hubieran efectuado un promedio de un asesinato en los
últimos diez años –33.000 al año-, concluiríamos que los franceses son unos
asesinos. Pero matemáticamente, puesto que son unos sesenta y seis millones de
franceses, de ellos sesenta y dos millones setecientos mil no lo serían, y sólo
lo serían el cinco por ciento del total de franceses, que en definitiva todos
ellos solo eliminan al año al cero cinco por ciento de sus conciudadanos,
dentro del noventa y cinco por ciento de
los que son buena gente y no matan a nadie. Al parecer en España tenemos a unas
setenta y tres mil quinientas personas
que ejercen cargos políticos por elección popular. Se suponen que estos son los
políticos, a los que habría que añadir los que se postulan y no son elegidos y
lo siguen intentando. En noviembre del 2009, habían en España -según el
entonces Fiscal General del Estado Don Cándido Conde Pumpido-, setecientas
treinta causas penales abiertas contra políticos, por corrupción. En los años que han pasado desde aquella fecha, han
salido: el Caso Bárcena; el Caso de la financiación ilegal del Partido Popular;
el caso de los ERE en Andalucía del Partido Socialista Obrero Español; el Caso
de la Infanta Cristina y su esposo; el caso Matas en Baleares; el caso de los
trajes del Sr. Camp en Valencia; el caso Pallarols de la financiación ilegal de
Unión Democrática de Catalunya; el caso Correa-Gürtel; el caso de ITV-Oriol
Pujol de Convergencia Democrática de Catalunya; el caso Palau; la pasta gansa que va apareciendo en Suiza,
y un montón de otros casos de la misma categoría, que por cuya abundancia no
recuerdo en este momento. Nadie tiene dudas que no todo los políticos son
corruptos, pero el porcentaje al ser tan elevado lleva al mínimo común denominador. Máxime si resulta que paralelamente por
la acción o la inacción de los políticos se han producido muchos miles de
desahucios mediante los cuales miles y miles de familias se han quedado en la
calle, ciento de miles de personas se han quedado sin trabajo, se han reducido
los presupuestos para la enseñanza, la sanidad y la dependencia, y la obras públicas
-algunas faraónicas- se han pagado a empresas privadas cantidades muy por
encima de lo presupuestado. A los bancos les va bien. ¿Y cómo no se entiende
que la gente piense y twuitee cosas
feas cuando a un político le pasan desgracias? ¿Puede ser que la gente no vea a
los políticos como personas normales? ¿Puede ser que los políticos no actúen
como personas normales? ¿No será que la
gente quiere que se haga política y los políticos no? ¿Puede ser que los
partidos políticos están boicoteando la política y a la gente le estén dejando
solo el derecho al pataleo y el desahogo por internet? ¡Cuidado que como dejen internet
y salgan todos a la calle la cosa se puede poner fea!
Barcelona
a 15 de Mayo del 2014.- RRCH
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