lunes, 19 de mayo de 2014

José Mujica: el fenómeno.




 
 
 
Para ser un político coherente con sus postulados y ser un buen presidente de una República, no es preciso vivir como lo hace Don José Mujica con cierto desorden y en total ausencia de cualquier decoro.  Ahora bien, si el Sr. Mujica no viviera como lo hace, nadie se hubiera fijado en él. Y ello no implica que carezca de ideas susceptibles de brillo, que las tiene y en abundancia. Hasta hace unos años, y en todo caso antes de la crisis, la imagen de una persona pública o privada se cultivaba mostrando sus supuestos logros materiales: buena ropa, buenas joyas, buen coche, buenas casas, buen estilo…  Esa imagen de ganador/a abría puertas que no necesariamente se mantenían abiertas, el tonto del culo bien vestido y perfumado acaba descubriéndose más pronto que tarde, pero mientras tanto lograba subsistir de la apariencia. La cuestión es que ahora la apariencia de triunfador más que otorgar crédito produce desconfianza, y la apariencia de pobre especialmente en un presidente del gobierno invita a escucharle. Y de una forma consciente o no, Don José Mujica se ha hecho oír, y mucho. Todo lo que hace y dice lo puede hacer o decir cualquier persona, la diferencia es que él quiere decirlo y hacerlo, y los otros no. Hay una idea brillante que expone y repite Mujica -que no recuerdo que la acuñara otro-; aquella que dice que las cuestiones políticas se han de plantear desde la perspectiva de la especie humana, más que desde la de ciudadano de una nación, y ello porque los avances tecnológicos han reventado las fronteras, que fueron impuestas para parcelar el gobierno de las personas. Las fronteras físicas siguen existiendo con banderas, escudos,  garitas policiales, alambradas, pasaportes, fotos, huellas digitales, expedientes, etc.; las que tienden a desaparecer son las fronteras mentales. A través de la inmediatez en la comunicación que actualmente proporciona internet los seres humanos cada vez nos parecemos más los unos a los otros, y empatizamos  con nuestros congéneres más allá de las fronteras físicas, mediante una comunicación fluida y explicita en fracciones de minutos. Podemos conmovernos con el secuestro de niñas con el propósito de venderlas que se produce allende a nuestras fronteras y en circunstancias culturales muy diferentes, tal como lo haríamos si ello se produjera a pocos kilómetros de nuestras casas. Nos produce tanta consternación que condenen a una mujer a morir en la horca por haberse cambiado de religión como nos consternaría si ello lo hicieran unos locos del pueblo de al lado. Claro, si consideramos que estos dos crímenes se producen por las diferencias culturales –actualmente irreconciliables-, podríamos pensar que las ideas  panhumanas del Sr. Mujica son una quimera, y posiblemente lo son. Pero también eran ideas quiméricas las que propiciaron la igualdad entre blanco y negros, entre pobres y ricos, entre hombre y mujeres, y gracias a ellas mediante la educación hoy por hoy algunas de aquellas ilusiones se han tornado reales, y otras prosiguen a buen ritmo en aras de concretarse. No se puede cambiar nada si se sigue haciendo lo mismo, y quizás lo que esté cambiando es que ahora lo diferente es atractivo. Y es atractivo que una persona con poder –Mujica lo tiene en la medida que es presidente de un país-, demuestre con sencillez y sin aspavientos que una parte de su vida estuvo preso de sus propios planteamientos, que la parte de la vida que le robaron los milicos no la exhiba mucho, ni adopte la posición de víctima y por el contrario afirme que le sacó partido, que acepte que en ocasiones fracasa y en muchas se ha equivocado. Quizás por todo ello se ha convertido en un fenómeno mediático al menos en el mundo hispano hablante. Al parecer este hombre está poniendo de moda aquello que siempre debió estarlo y que contrariamente se convirtieron en bienes escasos: el sentido común, la sencillez en el lenguaje, la coherencia consigo mismo, la sinceridad y la sobriedad. La credibilidad. Antes de Mujica el Uruguay no existía, salvo para algún comentario esporádico y de refilón con respecto a fútbol, y ahora, ¡miren por dónde!, resulta que el país existe y por motivos trascendentes. Mañana cumple 79 años: ¡Felicidades Presidente!.
 
 
 
Barcelona a 19 de mayo del 2014. RRCH

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