Tenemos
por aquí un lío que nadie sabe cómo coño se va arreglar; lo más seguro es que
siga el lío hasta que el lío se transforme en un lío distinto. Ayer nos vino
por aquí el flamante Secretario General del Partido Socialista Obrero Español,
se fotografió con el President de la Generalitat, y le dijo exactamente lo que
ya había dicho en los medios, recibiendo la misma respuesta que ya conocía
sobradamente. Ya hace años, desde Maragall con su asimetría, siguiéndole
Rubalcaba y ahora Pedro Sánchez que, el PSOE intenta vertebrar España con el
Federalismo, el problema es que ninguno ha tenido la ocurrencia de contarnos
cuál será el contenido de ese federalismo. Es difícil encontrar adeptos a la
fórmula federalista en contraposición a la ya existente de las autonomías sin señalar
de forma clara las características de lo que se pretende defender. Si no se
señalan las diferencias beneficiosas de lo propuesto frente a lo que se
pretende finiquitar es imposible definirse. El Sr. Sánchez a raíz de su triunfo
electoral en las primarias está viviendo un período dulce en los medios de información,
sale en las fotos y en los videos, pero todo tirón se afloja si no se hacen
propuestas con cara y ojos, y no las está haciendo. Cualquier contenido que le
quieran dar al Federalismo, sin dudas que encontrará opositores sobre todo si
se introducen diferencias entre los futuros Estados Federales, y si no se
introducen diferencias, será igual a lo que ya hay con título distinto. La
fórmula perfecta para evitar oposición es hacer los que está haciendo el PSOE:
no soltar prenda, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana, y mañana está
aquí mismo y no precisamente inapetente. Es de presumir, siendo optimista, que
todos están buscando fórmulas para solventar el conflicto Catalunya/España,
pero alguien va a tener que arriesgarse tirando la primera piedra. Seguro que
el referéndum o consulta que pretenden los nacionalistas catalanes no se va a
celebrar, pero la no celebración no será una solución. Es cierto que la
Constitución dice lo que dice, y por tanto la soberanía española es patrimonio
de todos los españoles y no de una parte de ellos, ahora bien, imponerle aquello
que no quiere a un número importante de
la ciudadanía concentrada en una esquina del predio, no parece buen remedio aunque
sea una medicina democrática al abrigo de la legislación vigente. La corrupción
que nos agobia, no es fruto del presente, sino que ahora se está descubriendo
lo que sucedió hace unos años. Tampoco nadie está proponiendo medidas
contundentes y entendibles para que si ahora o dentro de unos años sucediera,
fuera más fácil prevenirlo, menos tedioso su procesamiento y más de sentido
común la respuesta punitiva. No. Pero eso sí, vamos chapoteando en un menjunje
de vocablos rimbombantes sin que nadie se atreva de desvelar su contenido:
república, federalismo, anti-casta, casta, imputaciones, investigaciones,
indultos, aforamientos, comisiones de
investigación, reforma electoral, consulta, referéndum. Y, cómo, cuándo, con qué,
para qué, dónde y quién; no se sabe.
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