martes, 9 de septiembre de 2014

Ley del Silencio y Desobediencia Civil.


 
          En su origen la ley del silencio o omertá tenía una lógica. Se trataba de no colaborar con la policía aun siendo víctima de un delito y conociendo al delincuente, incluso cumpliendo condena  si se era condenado por delito cometido por otro aunque el condenado supiera quién era el verdadero culpable; esa no colaboración extrema intentaba excluir a los cuerpos de seguridad del Estado como forma de no reconocer al mismo Estado, resolviendo los problemas de forma particular mediante la venganza. La vendetta fue y es  la forma clandestina de impartir justicia, no solo de los sicilianos, sino de todas las mafias. Podía tener sentido un par de siglos antes de éste. Y quizás hasta lo tenga ahora por otros motivos. Si en el presente hubiéramos superado la ley del silencio posiblemente la corrupción asfixiante que hemos soportado hace unos años y ahora parece descubrirse, no se hubiera producido, o al menos no con la virulencia que se produjo. Cualquier persona física o jurídica que se encontrara ante la tesitura de tener que pagar una mordida, coima o comisión para conseguir un contrato público, una subvención o cualquier otra cosa a la que  tuviera derecho, podía haber denunciado los hechos. Pero claro, de haberlo hecho hubiera tenido que asumir dos consecuencias nefastas, la primera, que quien exige un dinero no lo hace por escrito e incluso a veces ni siquiera lo hace hablando, sino haciendo correr la voz: “¿ya sabes que si no ofreces a Fulano el 5% no te lo darán, verdad? Tienes que hablar con Mengano que es el intermediario, Fulano no se quema”, con lo cual ¿qué va a denunciar?, el mangante no lo va a reconocer. El otro problema es que, si hubiera tenido un algún indicio claro para que la denuncia prosperara, debía asumir que por allí no habría de aparecer, porque no le darían en la vida nada por más derechos que tuviera a ello. Callando, y aprendiendo el mecanismo de entrada, siempre se puede mantener la esperanza que la próxima vez salga mejor y sin ir de pardillo regatear un poco y llevarse el gato al agua.  En definitiva si se pretendía cien, es mejor noventa y cinco que nada. Y lo peor era que para hacerlo había que confiar en la actitud y aptitud del funcionario que recibiera la denuncia, que tenía un jefe, que tenía otro jefe que lejos de estar por la labor de combatir la corrupción podía estar, -y de hecho es obvio que muchos estaban- en la tesitura contraria, y la colaboración con la justicia podía tornarse en que ésta, la justicia, acabara buscándole las cosquillas. La crisis económica ha conseguido romper lealtades: “dame algo que estoy en la lona, me han estado preguntando por aquello y lo otro, yo no pienso decir nada, pero la cosa está jodida, cómo está lo mío”. CiU lo tiene peor, en las últimas elecciones se quedaron sin trabajo un docena de diputados autonómicos, fuera del meollo, dame alto que estoy en la lona… Jordi Pujol lo tiene mal, cómo arreglo esto de los chicos y la mestressa… La omertá en España a diferencia de la Mafia original y para peor, no ha sido un medio de defensa instalado en la clase media y media baja como forma de desobediencia civil contra la clase dominante o casta instalada en los vértices del poder que manejaban a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, no, estaba allí mismo, y desplegaba sus efectos perniciosos desde arriba hacia abajo. Las lealtades se han roto no solo por las penurias que generó la crisis económica, sino también por la ruptura de la paz pujolista. Jordi Pujol no se convirtió en un intocable solo por el hecho de haber sido más de dos décadas el President de la Generalitat de Catalunya, sino porque siéndolo hizo de bisagra entre el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, para que éstos con la colaboración de CiU-Pujol instauraran un turno pacífico.  En el agrietamiento de la ley del silencio ha sido protagonista principal el escoramiento de Pujol y su familia politica hacia el independentismo catalán. Ya hace años que el President de la Generalitat post-pujol, Don Pascual Maragall, en el mismísimo Parlament catalán dijo “su problema es el 3%”; el Sr. Mas, hoy President, se puso como una moto, y Maragall atendió su demanda de que retirara lo dicho. Pero no solo calló Maragall, callaron todos. La prensa, cómoda en el turno pacífico calló, sus departamentos de periodismo de investigación que ahora desvelan sus conocimientos mediante el goteo, no estuvieron. El que fuera Conseller en Cap, Don Josep Lluís Carod-Rovira de Esquerra Republicana, que en aquel entonces fue corregido por otro, cuyo nombre no recuerda, que no era el 3% sino el 5%, también calló. Y calló dice éste, porque era lo que había y no tenía pruebas, que es lo mismo que decir, no es para tanto y no me voy a poner a investigarlo. Claro, si estando en un puesto de mandatario popular en el vértices del poder del gobierno catalán no quiso hacer nada y no lo hizo, sería porque habían otros intereses más merecedoras de protección por encima de esa corrupción generalizada del “es lo que hay…”

DESOBEDIENCIA CIVIL. La misma Esquerra Republicana, que hoy gobierna Don Oriol Junqueras, ante la certeza, que ya tenía desde el primer día, que el referéndum independentista catalán no se va a realizar, dice que apoyará la desobediencia civil en caso que el Estado impida las votaciones, e igual que los que proponen el federalismo que no dicen en qué consiste su propuesta, él tampoco indica qué carajo se ha de desobedecer. Puesto a elucubrar, igual tenemos que desobedecer y no ir a matricular coches; no inscribir a los niños en el Registro Civil; no hacer la declaración de IRPF; saltarnos los peajes sin pagar; no pagar en las zonas azules de aparcamiento; no pagar el IBI; no tramitar el permiso de conducir; no renovar el DNI ni el Pasaporte; no poner demandas ni denuncias, no ir a los Juzgado si nos llaman; no usar el AVE ni el Aeropuerto; no pagar en el Metro ni en el autobús; andar en pelotas por las calles, tirar la basura por la ventana, escupir en los ascensores… No sé. Llevo aquí treinta y cinco años y no he encontrado nada que los catalanes deban hacer y el resto de españoles no, o que los catalanes tengan prohibido hacer y al resto de los españoles se les permita. Dice el Sr. Junqueras, que lo hará como Martin Lutero King, ¡coño!, pero si era negro, y los negros en la aquella época, tenían prohibido una montón de cosas que se reservaban solo para los blancos… Bueno, sin exagerar, seguramente se refiere a votar en un referéndum ilegal, pero claro, si es ilegal no vale y si no vale para qué sirve. Cómo sabremos cuántos van y por qué no van los que no van…

 
Barcelona a 9 de septiembre 20114 RRCh.

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