El pasado viernes a Pablo Iglesias su
arrogancia le traicionó, dejando a la intemperie sus vergüenzas. Como al
parecer en su formación hay más caciques que indios, él intentó situarse por
encima de todos y ser el principito. Cuando una periodista (mujer) le hace una
pregunta que al chico le pareció incómoda, él le alabó el abrigo de piel con la
sorna propia del prepotente, machote y sobrado. No se trata solo de las formas,
que también, sino de lo que las malas formas dejan al descubierto: los
complejos de superioridad suelen tapar lo contrario. Además de su ilusión por
ser vicepresidente del gobierno de España, poco o nada más expuso. Solo con “sonrisas
del destino” no se implementan las propuestas salvadoras del pobrerío, ni la cuestión catalana que precisamente nada
tiene que ver con los más desfavorecidos. Don Pablo si no ha conseguido “asaltar
el cielo” se conforma con ser el segundo de la casta. El PSOE en los veinte años que ha estado
gobernando España ha cometido muchísimos errores, pero lo triste es que Don
Pablo ya los comete antes de acceder al poder, si es que alguna vez consigue
que el destino y los votantes le sonrían. Don Mariano sin moverse ha conseguido
un gran aliado en Don Pablo, sí éste hubiera esperado unas horas en hacer su “sincero”
ofrecimiento a Pedro Sánchez, posiblemente Rajoy no hubiera encontrado tan
buena excusa para seguir esperando. No parece que Rajoy sea persona inteligente
y decidida, pero subestimar la capacidad táctica de lo que Iglesias llamaba
casta, es una imprudencia propia de mercachifles. La clase política dominante
suele estar manejada por intereses que transciende a los mandatarios políticos
que le representan, y para sobrevivir no hacen asco a sustituirles por otros, y
naturalmente pueden cambiar a Rajoy. Podemos hoy por hoy parece estar en otra
onda dejando que Iglesias juegue a ser el Principito dejando en ridículo a un
movimiento popular que daba esperanzas. Ayer Errejón hizo de tripas corazón
para sobreponerse a la estupidez del líder, dos días antes Alberto Garzón
demostró otra vez que se puede decir todo con humildad y autoridad, sin
anteponer veleidades personalistas de intelectual de grupo.
Barcelona
a 25 de enero del 2016.- RRCH
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