lunes, 25 de enero de 2016

Pablo Iglesias, el Principito.-


          El pasado viernes a Pablo Iglesias su arrogancia le traicionó, dejando a la intemperie sus vergüenzas. Como al parecer en su formación hay más caciques que indios, él intentó situarse por encima de todos y ser el principito. Cuando una periodista (mujer) le hace una pregunta que al chico le pareció incómoda, él le alabó el abrigo de piel con la sorna propia del prepotente, machote y sobrado. No se trata solo de las formas, que también, sino de lo que las malas formas dejan al descubierto: los complejos de superioridad suelen tapar lo contrario. Además de su ilusión por ser vicepresidente del gobierno de España, poco o nada más expuso. Solo con “sonrisas del destino” no se implementan las propuestas salvadoras del pobrerío, ni  la cuestión catalana que precisamente nada tiene que ver con los más desfavorecidos. Don Pablo si no ha conseguido “asaltar el cielo” se conforma con ser el segundo de la casta.  El PSOE en los veinte años que ha estado gobernando España ha cometido muchísimos errores, pero lo triste es que Don Pablo ya los comete antes de acceder al poder, si es que alguna vez consigue que el destino y los votantes le sonrían. Don Mariano sin moverse ha conseguido un gran aliado en Don Pablo, sí éste hubiera esperado unas horas en hacer su “sincero” ofrecimiento a Pedro Sánchez, posiblemente Rajoy no hubiera encontrado tan buena excusa para seguir esperando. No parece que Rajoy sea persona inteligente y decidida, pero subestimar la capacidad táctica de lo que Iglesias llamaba casta, es una imprudencia propia de  mercachifles. La clase política dominante suele estar manejada por intereses que transciende a los mandatarios políticos que le representan, y para sobrevivir no hacen asco a sustituirles por otros, y naturalmente pueden cambiar a Rajoy. Podemos hoy por hoy parece estar en otra onda dejando que Iglesias juegue a ser el Principito dejando en ridículo a un movimiento popular que daba esperanzas. Ayer Errejón hizo de tripas corazón para sobreponerse a la estupidez del líder, dos días antes Alberto Garzón demostró otra vez que se puede decir todo con humildad y autoridad, sin anteponer veleidades personalistas de intelectual de grupo.   

Barcelona a 25 de enero del 2016.- RRCH

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