miércoles, 20 de enero de 2016

ASCENSIÓN MENDIETA.-


 

Los Reyes Magos  en la casa de su padre le regalaron a mi hija un libro que me prestó; se llama la Utilidad de lo Inútil de un tal Nuccio Ordine, está muy bien. Cuenta, entre otras cosas,  que un profesor -ya muerto-, comenzaba siempre el curso relatando  algo así como un cuento, que decía: en el mar van dos peces jóvenes nadando y hablando entre ellos, se cruzan con otro pez ya mayor, y se saludan, el pez mayor añade, ¿qué tal el agua? Los dos peces jóvenes siguen nadando despreocupados y en silencio, y en eso, uno le pregunta al otro, ¿qué es el agua? Como es sabido la filosofía no sirve para nada, pero aun así hace pensar, que tampoco sirve para nada –esencialmente desde los criterios pedagógicos reinantes en la actualidad-. Tiene gracia que los peces no sepan qué es el agua.

Ascensión Mendieta es una anciana española de 90 años, que desde que murió el dictador Francisco Franco hace 40 años, ha estado empeñada en rescatar los huesos de su padre que fue fusilado en 1939, por pensar distinto a lo que estaba mandado. Como aquí no le hacían caso se fue con 88 años a Argentina, porque allí había una juez que se interesó por el asunto, y con aquello de la justicia universal comenzó a remover la cosa. Ayer Doña Ascensión se sentó al lado de la fosa común donde está sepultado su padre Don Timoteo, ella consiguió que lo desenterraran y le dieran los huesos para enterrarlo con dignidad. Está claro que lo que hizo Doña Ascensión no sirve para nada, pero igual eso es el agua de los humanos que los peces jóvenes no saben qué es. La dignidad, la memoria, el sentido de la justicia, la indignación por la injusticia,  el honor, el amor, la lealtad, la gratitud…, puede que nada de esto tengan utilidad, pero para los peces que conocen qué es el agua, saben que se vive mal sin tales valores carentes de precio. Doña Ascensión dice que, cuando ella se muera, en su féretro pongan un hueso de su padre, se lo prometió a su hermana que murió antes, y ellas se lo prometieron a su madre. Cumplió. Quiere estar enterrada al menos con un hueso de su padre, la última vez que lo vio  era una niña de 13 años. Doña Ascensión no muestra rencor ante aquellos criminales de barriga fría, y si lo tiene, está bien cobijado con su DIGNIDAD. ¡Cuántas Ascensiones nos están haciendo falta! ¡Cuánto le envidio Doña Ascensión!

RRCH, Barcelona a 20 de enero del 2016.- 

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