Cualquier cosas que antes de ser nombrada se le denomina
“nueva” de entrada produce la ilusión de que será distinta y mejor. Y cualquier
cosa distinta al ejercicio del poder mediante el engaño, la estafa, la
indecencia y ese arraigado sentimiento de impunidad que embarga a sus actores,
por sí mismo debería ser más benéfica. Si a eso le quitamos la espuma, que no
ha ido más allá que una forma diferente de vestir y expresarse, nos quedamos
con lo mismo que ya teníamos: unas irrefrenables ansias de protagonismo para intentar
ocupar el poder, sin ocuparse y sin clarificar para qué lo quieren. A este
baile de máscaras de la “nueva política” todos se han ido adaptando en la
forma, tanto la izquierda como la derecha, pasando por el medio. La nueva
izquierda, para empezar adoptó una
denominación novedosa: Podemos. Comenzó por disimular su presunta línea
ideológica situándola de entrada en “los de abajo”, “ni de izquierdas ni de
derechas”, exhibiendo una estética estudiantil-inconformista, camisa remangada,
barbita, pelitos largos o cortitos abarcando las diversidades de las modas, y
alegrando los oídos de los parroquianos con discursos puntiagudos contra la
casta en la que ellos no estaban ni querían estar. Los miembros del Partido Popular, o PEPE (Partido Español
Panameño Exterior) se ha ido renovando para acceder al club de la nueva
política, y así han puesto a integrantes jóvenes, bien parecidos, con una
lenguaje más accesible y empático, y con vestimenta más progre, menos corbata,
más algodón y vaqueros, y naturalmente se convirtieron en adalides teóricos en
el combate contra la corrupción para competir con Ciudadanos ante la misma
clientela. Ciudadanos como proyecto de la refundación de una derecha
presentable, con plausible esfuerzo se propusieron concebir una derecha
apartada de una clase financiera alimentada por el erario, finalidad tan
difícil como soplar y comer gofio a la vez. El PSOE forzado por las
circunstancia hizo más o menos los mimos, renovó el vestuario y a los modelos,
y se esforzó en ponerse al medio, ni tanto ni tan poco. Izquierda Unida sigue
desunida y los Nacionalistas tratando de pescar en rio revuelto. Todos sin
excepción quieren estar en el gobierno, y que ese gobierno haga exactamente lo
que ellos quieren que hagan, sin dejar constancia de qué quieren hacer fuera
del beneficio propio. Y así, la nueva política sigue viviendo del trabajo de
los periodistas, que son los únicos que consiguen, al menos, que se ventile la
cosa y van aportando día a día temas de debate. Debatimos sobre la corrupción
antigua y de anteayer que mañana la prensa nos desvelará. Y con ello la nueva
política nos entretiene ampliando la melancolía, con el único propósito que nos
decidamos por el menos malo. Ninguno de ellos ha efectuado la más mínima
propuesta de cómo acabar con la corrupción, ninguno ha lanzado una idea de cómo
acabar con los paraísos fiscales. Corrupción y paraísos que lejos de ser nuevos
son más antiguos que la injusticia Los muchachos de Podemos en el supuesto que
formara gobierno con el PSOE no han explicado cómo piensan conseguir la mayoría
suficiente para darle referéndum a los nacionalistas, ni cómo se combate la
desigualdad dando referéndum a los nacionalistas. Los cachorros peperos en el supuesto que consiguieran
la gran coalición con el PSOE no nos han explicado cómo pretenden armonizar la
fiscalidad entre el Estado y las Comunidades Autónomas, por dónde van a
recortar el gasto público para reducir el déficit y dónde van a enviar a todos
sus corrompidos. El PSOE y CIUDADANOS en el supuesto que formaran gobierno con
la abstención de Podemos, Izquierda Unida y los Nacionalistas, no nos han
explicado con los votos de cuáles y cuántos diputados van a sacar adelante el gobierno
del cambio. Así las cosas la nueva política y el gobierno del cambio parece que
se conforma con crear una nueva casta cambiando a sus integrantes. Eso sí,
vestidos de forma diferente e introduciendo algún chascarrillo en sus soflamas.
Entretenido hasta que el cuerpo aguante.
Barcelona a 19 de Abril del
2016. RRCH.
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