Si atendemos a qué Podemos se está centrando en entretener a la
ciudadanía que ha quedado descabalgada de ilusiones de futuro, y podrían
conformarse con subvenciones y apaños que les mantengan en la marginalidad, aunque
con aplausos a las poesías ordinarias de consolación que les brinda el ungido
que les lidera. Si atendemos a que el PP se siente fuerte por la ausencia de
contrincantes que puedan quitarles del poder, con lo que sin hace nada ya va
viento en popa y de paso hace quemar a Ciudadanos. Si atendemos a que los
partidos nacionalistas más o menos separatistas se conforman con alimentar de
promesas ilusorias a sus fanáticos, de forma y manera que van sosteniendo su
victimismo y manteniendo sus posiciones. Si te atiende a todo ello, parecería
interesante que el PSOE se refundara, es decir que recomience a ser un partido
de izquierda con perspectiva de desahuciar al peperío. Que el PSOE está roto no es novedad, precisamente para
trascender ese hecho es necesario comenzar de nuevo. El aparato del PSOE se ha
convertido en una suerte de aristocracia que intenta subsistir exaltando
tiempos pasados, sin considerar que la España de ahora no se parece ya a la que
fue en los años 80-2000, y que los españoles actuales que tienen posibilidades
de estructurar otro vehículo para acceder al poder, tienen necesidades,
ambiciones y criterios distintos y hasta a veces contrarios a los que
triunfaron en los años 80-2000. El aparato del PSOE fue entrando en un
aburguesamiento que ha culminado en lo que es: irreconocible si se compara con
lo que fue en 1980 hasta el 2000. Sus miembros han perdido totalmente la autoridad que en su día se ganaron, y ya
no son creíbles, y lo malo es que aun así puede que tengan fuerzas suficientes
para, -mediante la promesa tácita de sostener a los mantenidos que son muchos
medidos desde dentro y muy pocos si se miden desde fuera- poder imponer sus
criterios sobre la elección de los líderes, aunque éstos luego no recojan los
votos suficientes para desbancar a los que ahora mandan en el país. Si dicha
contradicción se impone el PSOE desaparecerá o permanecerá como fuerza
testimonial. Ese parece ser su destino si al final se encumbra a Susana Díaz.
Felipe González, Rodríguez Zapatero, Guerra, Bono, Chacón, Rubalcaba, Abel Caballero
y todos los elefantes blancos que apuntalan a Susana Díaz, si consiguen sus
deseos lograrán también que el PSOE desaparezca. Con Patxi López no parece que
se pueda contar, dado que su máxima ambición es la de salvar los muebles de una
casa calcinada. Puede que Pedro Sánchez no sea el candidato ideal, pero al
parecer es el menos malo, y en tal condición podría agrupar a la gente que todavía
no ha tirado la toalla o habiéndola tirado -dada la soledad- esté dispuesta a
recogerla, y ésta gente podría obligar a que Sánchez se atreva a ejecutar
planteamientos que apunta con demasiada timidez. El triunfo de Pedro Sánchez en
las primarias al menos implicaría que los elefantes blancos se fueran a sus
casas o a los consejos de administración de las empresas que le sustentan, y
ello sería bueno, en tanto que el PSOE al menos se quitaría el lastre que le
hunde, y aunque le costara reflotar acabaría emergiendo. Y lo será en la medida
que tengan valentía para plantear reformas con cara y ojo sobre la configuración
territorial de España que vaya más allá que intentar apagar conatos de
incendios provocados; que se estructuren leyes procesales que permitan resolver
cuestiones antes que prescriban o los acusados por corrupción se hayan muerto
después de poner a buen recaudo el producto de sus fechorías; elimina indultos
y remisiones de penas privativas de libertad que hacen ilusorios los procesos; introducir
el delito de enriquecimiento ilícito; obligar que las religiones se
autofinancien asumiendo el Estado las prestaciones que tales religiones brindan
a sus feligreses; eliminando los beneficios que favorecen el blanquero de
capitales y los paraísos fiscales, y suprimiendo los beneficios que favorecen
la discriminación de la mujer.
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