viernes, 21 de julio de 2017

BLESA


Creo que fue el irlandés Oscar Wilde que dijo que, la ambición es el último reducto del fracaso, y tenía razón.

Aunque sea minoría, sentí pena, verdadera pena, cuando supe que el Sr. Blesa se había matado de un tiro en el pecho. Y no es pena solo por el Sr. Blesa, persona a la que nunca conocí más allá de todo lo que sobre él se ha publicado, sino por la cantidad de otros que le admiraba o le envidiaba, que a veces es la misma cosa. Demasiadas gentes, en la parte del mundo que nos ha tocado vivir, invierten todo el tiempo de su existencia en acumular cosas para con su exhibición conseguir elogios y honores que ellos mismos nunca se acaban de creer.

 El Sr. Blesa por lo que sé, nunca fue un hombre pobre, pero visto el resultado, nunca dejó de ser un pobre hombre. Amigo del Sr. Aznar, se enquistó en el amasijo de personajes que renuncian a cualquier decoro que mínimamente sustente su autoestima, y ello con el lastimoso propósito de aparentar que tienen lo que no son y nunca llegan a ser.

 Desgraciadamente cuando estos pobres hombres ven peligrar sus posesiones, por habérsele descubierto el método de adquisición, advierten lo que ya sabían: que las personas que le rodeaban zalameramente cuando eran ricos, ya no le recuerdan, y la soledad sin cosas, para ellos es la nada.

 

Barcelona a 21 de julio 2017.

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