Nunca he tenido claro qué carajo
significa el término Patria, y en cierto sentido me lo aclaró el libro de
Aramburu titulado así. La historia la
sitúan en el País Vasco-Euskadi, en los tiempos que transcurren desde que ETA
había alcanzado la máxima virulencia en su actividad asesina hasta el momento
en que decae y abandona la violencia física, pero bien pudo desarrollarse en
otros territorios de otras latitudes en los que las personas, las calles y los
bares tuvieran otros nombres, y lloviera menos. De hecho, ello sucede en otros
muchos lares, y en cierta medida está de moda. El libro de Aramburu se puede
sintetizar en que es una narración descriptiva, serena y honestas, de cómo la
patria y los sentimientos que la adornan instrumentalmente puede justificar la
brutalidad, la indignidad, y con todo eso lograr la sublimación al abrigo de la
cobardía de una mayoría social acomodada al fanatismo con la excusa que, algo
habrían hecho los matados por ETA.
El hombre en busca del sentido de la vida, lo escribió Viktor Frankl, muerto
hace unos veinte años, si lo hubiera escrito hoy lo titularía La persona en busca del sentido de la vida. En
aquel entonces la referencia al hombre implicaba la referencia a la especie
humana, no había intención de excluir a las mujeres y los niños. Frankl emplea
la mayor parte de ese libro en describir las diferentes actitudes humanas en los
campos de concentración a los que fue llevado por judío. Dibuja a los patriotas
alemanes auténticos que fueron los jefes nazis, a los patriotas alemanes por acomodación
que fueron los soldados nazis, a los capos
que eran prisioneros de los nazis que asumían por delegación la ejecución de la
crueldad sobre los otros prisioneros, y a los prisioneros de a pie. Estos
últimos, eran los destinatarios del máximo sufrimiento, aunque no todos
aceptaban su destino con iguales criterios. Estaban los que se revelaban para
que le mataran, lo que por sus debilidades físicas eran eliminados sin
alternativas, los que se suicidaban, los optimistas que resistían hasta perder
la mínima esperanza y los que subsistían tirados por el enganche del sentido de
sus vidas. Dice Frankl: los mejores murieron. Entre los que sobrevivieron: unos
buscaron la venganza por el injusto sufrimiento pasado, y otros asumieron la
responsabilidad de ser y seguir cultivando el sentido de sus vidas.
Aramburu en Patria describe entre
otros personajes, a la mujer del Txato, Bittori. El Txato fue un vasco euskaldun
que por no pagar el chantaje económico al que lo tenían sometido los patriotas
etarras, éstos, con la ayuda imprescindible de un chico al que el Txato conocía
desde niño por ser amigos íntimos los componentes de las dos familias, le
mataron por la espalda en la puerta de su casa. Antes de matar al Txato sus
vecinos y amigos le negaron el saludo materializando la exclusión por
resistirse a pagar el chantaje, y una vez muerto no pudo ser enterrado en su
pueblo ni velado en su parroquia. La mujer del Txato que le visitaba
asiduamente en la tumba, nunca desistió en conseguir que aquel muchacho que vio
crecer de niño en aquella familia amiga de toda la vida, ya preso por asesino,
desde la cárcel le pidiera perdón. Y lo consiguió, resistiendo ella al cáncer
que le estaba matando. Ese fue el sentido de la vida de Bittori desde que al Txato
los patriotas le mataran.
Viktor Frankl fue el creador de la
logoterapia, disciplina psiquiátrica que dialécticamente se contrapone con el
psicoanálisis freudiano. Para Frankl la retrospección para alcanzar el
conocimiento de las causas de los complejos y los traumas de las personas está
muy bien, porque se ha de conocer los porqués,
los cómos, y sus responsables. Pero lo suyo, la logoterapia, busca conocer
los para qué, el sentido de la vida
en base a la responsabilidad individual desde el ahora hasta el final.
Frankl y Aramburu, sin ninguna
conexión entre ellos, convergen en reflexiones similares. Patria es la fuerza
emocional extraída por el aspirante a patriota de una retrospección propia o
ajena sobre el pasado suyo y el de varias generaciones anteriores. Reflexiones
en las que el candidato a patriota invierte todas sus frustraciones en busca de
compañía. El retroceso analítico al
pasado individual no se libra de que la interpretación de lo rescatado pase
por el filtro del conocimiento presente y por las perspectivas de futuro del
analizador. Lo recordado no se procesa en base al conocimiento y sensibilidad
del momento en que se produjo, sino del momento posterior en que fue rescatado.
Barcelona a 18 de Julio del 2017.-
RRCh.
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