Es más que probable que si decidiéramos hacer una España nueva, desde cero,
partiendo de tabla rasa, y se lo preguntáramos a sus habitantes mediante el remedio
del referéndum que lo resuelve todo, ganarían por amplia ventaja los partidarios
a que comenzáramos con una República. Especialmente porque es más fácil. Discutiríamos un tiempo si al Presidente del
Gobierno sería también el Jefe del Estado o si pondríamos uno para cada cosa. Discutiríamos
un rato si se elegiría por cuatro, cinco o siete años, Discutiríamos otro poco
si el elegido podría ser reelegido y en su caso, cuántas veces. Discutiríamos otro
ratito si las elecciones presidenciales sería una o a dos vueltas.
Discutiríamos algo más, sobre las
potestades que les daríamos al Presidente de la 3ª República española y cuánto
le deberíamos pagar, que debería ser
poco para que no se sintiera como un rey.
Y si acaso, discutiríamos una miqueta sobre si llamarla República
española, o sencillamente República de España, o de Las Españas, aunque el
plural podría suscitar discusión sobre cuántas la componen, y ello siempre y
cuando no nos saliera uno diciendo que mejor una República Federal, ya sea
simétrica o asimétrica. Si acaso para el nombre podríamos hacer un referéndum y
en el mismo ya decidir cuándo se hace el siguiente para poder cambiarlo al contar
con las nuevas generaciones que en el anterior no tenían edad. Nombres hay
muchos, y muy bonitos: República Federativa Asimétrica o No del Oriente y Esquina
Noreste de la Península Ibérica, es largo pero completo, dejamos en paz a los
portugueses, no le haríamos un feo a los gallegos, y dejamos libertad para la
organización territorial. Para simplificar siempre se puede usar las siglas cortas:
ESO. Lo de la bandera y el escudo
llevará unas horas para el acuerdo. Se debería comenzar por acordar los bichos
que no deben estar: ni toros, ni burros, ni agilas; y las cosas que tampoco: ni
yugos, ni castillos, ni montes, ni llanuras; y los colores: ni rojo ni gualda;
y las formas: ni franjas, ni barras. Bueno para simplificar podría ser todo en
banco con un signo de interrogación, uno con el punto para arriba y otro con el
punto para abajo o al revés. Acabadas
estas sencillas discusiones, que se pueden solventar en una mañana si se está dispuesto
a comer tarde o después de la siesta suprimiendo la merienda; si luego resulta
que el Presidente o el Jefe de Estado elegido no nos fuera bien lo cambiaríamos
cuando toque. Lo de hacer de nuevo una monarquía ya es más complicado. Al
empezar de cero no vamos a repetir Rey, ni hacerle una casa en otro sitio, la
cosa se podría alargar especialmente si hiciéramos selección por referéndum de sangres
azules o de otros colores. Siempre podrían salir los legitimistas europeos a tocar
las narices, seguro que aparece un francés con adeene de Luis XIV o de los Napoleones, o un alemán con glóbulos azulados
del Archiduque Carlos, y sin despreciar a los italianos que siempre nos han tenido
ganas. Es muy probable que, si el mismo referéndum se les plantea a los
parroquianos del Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda o Suecia,
por ejemplo, también decidirían hacer una República, si quisieran empezar de
cero. Es un sistema más moderno y lo tienen los americanos del norte que hablan
inglés, sacando a Canadá que es una monarquía. El problema que tienen sus
ciudadanos más bien está en cómo deshacer todo lo que está hecho, empezando por
la Constitución, que en el caso de la española no es tan vieja, incluso si la
comparáramos con las personas, con cuarenta años son unos chavales, y si no lo
son siempre tiene al alcance la posibilidad de retoques hasta para modificar
perfiles, volúmenes y la orografía corporal. Se haría un poco cuesta arriba
gestionar el derribo de la España actual, aunque ya tuviéramos los planos, las
licencias y todos los papeles para hacerla nueva. Es sabido que tirar abajo
cualquier cosa siempre es más fácil que levantarla, para romper siempre hay que
afinar menos y al acabar el desescombro se puede hacer una paella o una
parrillada para festejar y cerrar el evento con fuegos artificiales y
banderitas. Aunque es verídico que hacer la obra nueva con gente dentro del
solar siempre es incómodo, si atendemos que cuando estorban no se apartan sin
antes dar una opinión y pretende que le hagan caso. A veces gobernar el
mientras tanto da dolores de cabeza y parece que nunca se termina, y luego hay que
limpiar. Pero bueno, el que algo quiere algo le cuestas, y afición la hay.
Barcelona a 27 de febrero del 2018. RRCh