miércoles, 14 de febrero de 2018

INTERNACIONALISMO


La izquierda en Europa y en otros lares, ha ido perdiendo su sentido y consecuentemente el apoyo de la gente. Ello trae causa de su paulatino y constante abandono del internacionalismo para intentar amamantarse del nacionalismo. Ahí perdió las ideas o las abandonó, intentando salvar los muebles con votos menguantes arrancados de la emocionalidad nacional. Tampoco así se salvan los muebles. Si la casa se quema y los trastos quedan en la calle, en cuanto llueve se pudren, incluso cuando antes otros no se los han llevado.  En España, y no solo en España, la izquierda cuando se vio floja trató de coaligarse con los nacionalistas (separatistas), creyendo que el enemigo de su enemigo seria su amigo. El enemigo era el gobierno de derecha de España enemistado con la derecha separatista; pero la izquierda no fue capaz de discernir que lo que separa una derecha de la otra nada tenía que ver con lo que la izquierda debía defender. Y así dejó huérfano a los defendibles, que acabaron captados por los nacionalistas/separatistas mediante la inducción de un sentimiento de pertenencia protectora. El nacionalismo por definición se sustenta en la diferenciación entre ellos y los otros, para ellos los otros son peores y por tal distinción desean separarse. El emigrante es un estorbo para el nacionalista porque introduce variantes en sus creencias más profundas, les contamina si se integran en su entorno social, solo les son valiosos mientras les mantienen desarraigado explotando la fuerza de su trabajo, y les adulan cuando consiguen convertirles en conversos despojados de su cultura propia. A los empobrecidos propios y conversos les mantienen entretenidos con banderitas, enfrentándolos con los pobres que les hayan llegado de fuera a los que señalan como invasores. El internacionalismo como signo de distinción de la izquierda defiende lo contrario: la igualdad entre humanos sin distingos territoriales, la redistribución de la riqueza en el combate contra la desigualdad. Las disputas territoriales niegan el internacionalismo, y de ahí el declive de la izquierda que le llevará a su desaparición si no se enfrenta al segregacionismo. El actual nacionalismo catalán se fundamenta en el legitimismo, en esencia es igual al carlismo del siglo XIX, Carlos María Isidro y sus herederos legítimos pretendieron exactamente lo mismo que este otro Carlos guarecido en Bélgica, las leyes para ellos están por debajo de lo que ellos consideran legítimo, y aquel que no comparte sus pretensiones son intimidados, no con la violencia física, sino con la violencia psicológica dimanante del poder económico mediante la exclusión social. Y que los autodenominados de izquierda jueguen a eso, es una vergüenza, tanto si lo hacen desde la trinchera del nacionalismo catalán como si lo hacen desde el nacionalismo español. Para los separatistas catalanes los habitantes en Cataluña que no comulgan con el separatismo no son catalanes, y para los unionistas españoles los catalanes que habitan en España y que no comulgan con el centralismo no son españoles. Y éstas han sido y son batallas de derechas, fundadas en la idea que la división favorece el control, y el control fortalece la acumulación de riqueza en los que mandan.

 

Barcelona a 14 de febrero del 2018. RRCH

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