miércoles, 28 de marzo de 2018

LA VUELTA DE PUIGDEMONT


Si resulta que el delito de alta traición que prevé el Código Penal alemán exige la existencia de violencia o de la amenaza a ejercerla para separar una parte del territorio nacional, y el delito de rebelión del Código penal español exige que los autores se alzaren violenta y públicamente para idénticos cometidos, parece evidente que los dos preceptos son equiparables. El auto de procesamiento contra Puigdemont y otros, ya hace constar que el alzamiento violento y público se pudo producir según los indicios racionales de criminalidad que el juez instructor del Tribunal Supremos señala y por eso les procesa. Otra cosa será si tal requisito necesario para la condena por el delito de rebelión resulte acreditado a juicio de los magistrados que en su día le juzguen a él y a los otros, cosa que por no haber sucedido no se puede conocer. Si la cuestión sobre la entrega a España por parte de los Tribunales de Justicia alemanes se centra solo en determinar si en aquel país existe un delito homólogo al delito por el cual se pretende la entrega del Sr. Puigdemont por la justicia española, parece evidente que el Sr. Puigdemont estará de vuelta en España una vez cumplimentados los trámites de rigor. Por el contrario, si resulta que la justicia alemana entra en determinar si a juicio de ellos concurren los elementos fácticos que componen el tipo delictivo, alta traición/rebelión, entonces no se estará determinando la existencia o no de tipos penales con supuestos de hechos homólogos, sino la existencia o no de los hechos que se pretende subsumir en dicho tipo delictivo.

Barcelona a 28 de marzo del 2018.- RRCh

lunes, 26 de marzo de 2018

LA CUESTIÓN CATALANA


Es cierto que la cuestión catalana solo se puede resolver políticamente. No obstante, la mayor dificultad para la solución radica en que la problemática emocional y la acumulación de agravios, es el resultado de una creación sustentada en la concatenación de mentiras y de la manipulación social de políticos irresponsables parapetados en el sentimiento de impunidad. Con ello resulta improbable que los autores de la problemática sean parte de la solución. Ningún ciudadano español, entre los que naturalmente se hallan los de Cataluña, tienen un trato diferenciado por el lugar donde residen, ninguno tiene más o menos obligaciones por vivir en Cádiz o en Gerona: no paga más impuestos, no tiene distintos derechos constitucionales, todos están sujetos al mismo Código Penal y responden por las mismas razones. La primera mentira y la más execrable manipulación se produjo cuando se sumaron los impuestos que pagan el conjunto de ciudadanos residentes en Cataluña (incluyendo las empresas que ya se fueron), para compararlos con los que pagan el conjunto de ciudadanos y empresas de otros territorios españoles para así intentar demostrar que los catalanes pagan más y España (excluyendo Cataluña) les robaba. La manipulación es tan absoluta como si se compararan los impuestos que pagan los barceloneses y las empresas de la parte de arriba de la Diagonal con los que pagan los de la parte de abajo dividido por el número de contribuyentes. Si se hubiera hecho esto se podría decir que los barceloneses del Rabal y Nou Barri roban a los de Sarriá y Pedralbes, y haciendo tales cuentas sería cierto. Pero evidentemente esto al separatismo no le interesaba  porque se quedarían en minoría, y era preciso utilizar un pegamento que intentara aunar tales desequilibrios económicos sin necesitar efectuar redistribución de la riqueza, y entonces usaron el idioma para tal cometido. Si se podía enquistar en la conciencia social que el idioma catalán era un hecho diferenciador, cuantos más ciudadanos lo hablaran desde la infancia más distintos se sentirían, y más fácil sería hacerles sentir víctimas del arrollador idioma castellano y consecuentemente víctimas de España.  De forma que aquellos que solo se comunicaran en castellano no fuera considerados catalanes auténticos, sino más o menos emigrantes permanentes bajo sospecha. Con ello, y con el manejo del dinero público para fines particulares y partidistas consiguieron que muchos hijos de españoles venidos de otros territorios de España, para sentirse integrados con la esperanza de ser considerado de “los nuestros”, o “de los suyos” mejor dicho, fueran sintetizando el sentimiento de pertenencia junto con el de víctimas del Estado opresor español. Esta incipiente rebeldía ante el resto del Estado fue el mayor éxito de la burguesía corrupta de este lado del territorio español, y lo fue porque una parte de la izquierda y de los sindicatos, pensaron que podrían manejar la situación a su conveniencia y realmente fueron ellos los manejados, y una vez entraron en el juego no consiguen hallar la salida. Cuando el separatismo catalán con el apoyo o el silencio de la seudo izquierda habla de corrupción se refiere a la española fuera de Catalunya, no a la propia; no a la de Banca Catalana, aquella creación de Don Florenci Pujol Brugat en época de Franco (1959) con su hijo Don Jordi, el ex molt honorable que recibió la herencia de Don Florenci en Andorra; ni el caso Adigsa, ni el caso Casinos, ni el caso Pallerols, ni el caso Mercurio, ni el caso Port Vell, ni el caso Pretoria, ni el caso Palau, ni el caso ITV, ni el caso 3%, ni el caso Familia Pujol; bueno se supone que éstos robaron por la necesidad de independizarse de España. Todo esto se ha intentado tapar y en parte conseguido con el manto de la bandera catalana, que luego para hacerla algo más agresiva o contundente se le añadió un triángulo azul con una estrella blanca, a lo que la seudo izquierda pueril trató de contrarrestar o diferenciarse sustituyendo el triángulo en amarillo y la estrella en rojo. Y a partir de aquí se fue construyendo el sentimiento de impunidad amparado en el legitimismo situado por encima de la legalidad. Debían ser impunes porque tenían legitimidad para ser impunes, y si tal impunidad se le niega es porque los negacionistas no son demócratas, son españolistas que es sinónimo de anti demócratas y éstos, aunque sumen más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña no son más que esa masa de emigrantes permanentes. Para condimentar el barullo reivindicatorio de impunidad han desfigurado la historia con absoluto descaro, señalando como que Cataluña fue independiente entre 1640 y 1652 cuando esta parte del territorio español liderado por el catalán Pau Claris se entregó en vasallaje a los borbones franceses, perdiendo el Rosellón y nombrando a Luis XIII conde de Barcelona, y luego volviendo a España; años después (1714) con similares ímpetus separatistas se entregaron a los “buenos oficios” de Inglaterra y Austria para quitar a Felipe V (borbón español) y el laureado prócer del actual separatismo, el abogado Rafael Casanovas, después de la caída de Barcelona, perdonado por Felipe V, siguió siendo abogado bajos las leyes borbónicas más de 20 años.  En esta última oleada de legitimismo catalán, Artur Mas puso de entenado a Carles Puigdemont, para que le cuidara la silla calentita con los votos de la CUP. Puigdemont que antes nadie le conocía ni nadie le votó, simuló o simbolizó la declaración de la república catalana, y se mandó a mudar a Bélgica porque allí aprovechando el enredo entre flamencos y valones podría disfrutar de impunidad, al tiempo que seguía insultando al estado español de lejos para no arriesgarse. Su arraigado sentimiento de impunidad y sus delirios de grandeza le distrajo y lo cazaron en Alemania. Los fanatizados por sus diatribas -que antes capitalizaban las rajoyadas del pasado uno de octubre-, por defender al huido/capturado se hicieron pegar y pegaron a los mossos d´esquadra en defensa de la falsa república, situándose como no, en la posición de víctimas de la represión. El presidente del Parlament, Sr. Torrent, puesto a dedo para que se dejara mandar, se está creyendo el cargo, y quiere que el preso catalán en Alemania sea presidente, no se sabe si de la Comunidad Autónoma de la Cataluña dentro del Reino de España o de la República Catalana independiente, pero naturalmente exigiendo como está mandado que se le respete la impunidad, como buen legitimista con patente de corso.  Al mismo tiempo el Sr. Torrent reprende al Jefe actual de los Mossos por haber impedido que los separatistas reventaran la Delegación del Gobierno del Estado y el Consulado alemán con sus democráticas y pacíficas manifestaciones “espontáneas” atravesando contenedores de basuras, con cortes de carreteras y autopistas, y pintadas contra los no catalanes de Cataluña.

 

Barcelona a 26 de marzo del 2018.- RRCh

martes, 6 de marzo de 2018

EL SUICIDIO DEL SOCIALISMO


No parece ser verdad que haya una crisis de los partidos políticos, puesto que la derecha sabe utilizar muy bien la sustitución de un partido por otro, y de un líder gastado por otro nuevo. Y así mantienen coherentemente la defensa de los intereses de su clase. El problema lo tiene el socialismo; la socialdemocracia. En Francia, en Alemania, ayer en Italia, y posiblemente en poco tiempo en España, el socialismo, la socialdemocracia se va diluyendo, desapareciendo. Y lo peor es que no aparecen corrientes que le sustituyan en el mantenimiento de los intereses que originariamente defendía la socialdemocracia, y ello va acrecentando el número de personas que sintiéndose abandonadas por formaciones políticas que se interesen por sus necesidades solo pueden reaccionar con un voto de protesta, un voto anticapitalista, antisistema, anti-todo, de castigo. Porque cuando no hay nada que merezca ser defendido solo queda oponerse a lo que hay.

      Hoy en España, las formaciones políticas que se autodenominan socialistas, socialdemócratas o sencillamente de izquierda, están haciendo exactamente lo mismo que los votantes desnortados, sencillamente se oponen a todo lo que hay adaptándose a la incapacidad propia, asumiendo la ineptitud para proponer qué se ha de defender. No se crea nada estando en contra de todo.

      Las cuestiones que hoy están encima de la mesa, como el supuesto ataque gubernamental a la libertad de expresión se centra en defender a los que expresan insultos, desprecio, amenazas y estupideces contra los contrarios. Pero ninguno defiende cómo se ha de regular, si es que se ha de regular, asumiendo que, si no se ha de regular, si cada cual puede decir, publicar y propagar por internet todo lo que le salga de las tripas, habrá que asumir que el machismo, el racismo, la aporofobia, y todas las ideas discriminatorias se expresen con libertad.

       Lo mismo sucede con los que son políticos presos para algunos y presos políticos para otros.  Éstos serán una cosa o la otra en función de los hechos que sean considerados delitos y de la regulación que tenga la prisión provisional; pero nadie de la izquierda propone qué hechos que nos gustan no han de ser delitos y los son, y qué hechos que no nos gustan han de considerarse delitos y no lo son. Nadie de esta supuesta izquierda propone para qué delitos, para qué delincuentes, y en base a qué criterios definidos se ha de regular la prisión provisional.

      Igual pasa con las cuestiones territoriales, hay separatistas y unionistas, todos con banderitas, pero nadie de la izquierda propone cómo y de qué manera tenemos que reformar la Constitución para que se queden los que quieran quedarse y se vayan los que no quieren estar.

      Lo mismo con las pensiones, nadie de la izquierda propone cómo se han de mantener, si las cotizaciones de los que trabajan no alcanzan, ya sea porque los salarios son bajos o porque los jubilados viven más años: ¿con qué impuestos se han de soportar?, ¿qué se ha de defender? ¿Le ponemos un impuesto a los bancos? Bueno, tiremos por ahí, pero no solo porque se diga ya está. No está.

      La educación, igual, no está bien regulada, pero nadie de esa izquierda propone, publica y debate cómo se ha de solucionar; ¿qué hemos de defender para que ello sea posible? ¿De dónde se ha de sacar los fondos para atender a las becas de los que las necesiten?

      Existe desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, pero nadie propone medidas que incentiven la igualdad como podría ser de discriminación positiva a nivel fiscal, haciendo más atractiva la contratación de mujeres atendiendo que éstas son las que tienen los hijos, y queremos seguir teniéndolos. 

      La juventud tiene difícil su futuro, decimos. Pero nadie de la izquierda propone cómo solucionarlo, más allá de darles motivos para la inacción, para el entretenimiento o para que estén en contra de todo. Nada que defender.

      Si la socialdemocracia, el socialismo o la izquierda no aporta soluciones defendibles para atajar la corrupción, las discrepancias territoriales, las desigualdades, el sostenimiento de las pensiones, la educación y el futuro de los jóvenes, entonces, ¿por qué la gente les va a votar? Al parecer los partidos de izquierda solo atienden a las encuestas, y nada hacen para superarlas, se conforman con mantenerlas, y no las mantendrán porque es están suicidando.

 

Barcelona a 6 de marzo del 2018. RRCh