lunes, 26 de marzo de 2018

LA CUESTIÓN CATALANA


Es cierto que la cuestión catalana solo se puede resolver políticamente. No obstante, la mayor dificultad para la solución radica en que la problemática emocional y la acumulación de agravios, es el resultado de una creación sustentada en la concatenación de mentiras y de la manipulación social de políticos irresponsables parapetados en el sentimiento de impunidad. Con ello resulta improbable que los autores de la problemática sean parte de la solución. Ningún ciudadano español, entre los que naturalmente se hallan los de Cataluña, tienen un trato diferenciado por el lugar donde residen, ninguno tiene más o menos obligaciones por vivir en Cádiz o en Gerona: no paga más impuestos, no tiene distintos derechos constitucionales, todos están sujetos al mismo Código Penal y responden por las mismas razones. La primera mentira y la más execrable manipulación se produjo cuando se sumaron los impuestos que pagan el conjunto de ciudadanos residentes en Cataluña (incluyendo las empresas que ya se fueron), para compararlos con los que pagan el conjunto de ciudadanos y empresas de otros territorios españoles para así intentar demostrar que los catalanes pagan más y España (excluyendo Cataluña) les robaba. La manipulación es tan absoluta como si se compararan los impuestos que pagan los barceloneses y las empresas de la parte de arriba de la Diagonal con los que pagan los de la parte de abajo dividido por el número de contribuyentes. Si se hubiera hecho esto se podría decir que los barceloneses del Rabal y Nou Barri roban a los de Sarriá y Pedralbes, y haciendo tales cuentas sería cierto. Pero evidentemente esto al separatismo no le interesaba  porque se quedarían en minoría, y era preciso utilizar un pegamento que intentara aunar tales desequilibrios económicos sin necesitar efectuar redistribución de la riqueza, y entonces usaron el idioma para tal cometido. Si se podía enquistar en la conciencia social que el idioma catalán era un hecho diferenciador, cuantos más ciudadanos lo hablaran desde la infancia más distintos se sentirían, y más fácil sería hacerles sentir víctimas del arrollador idioma castellano y consecuentemente víctimas de España.  De forma que aquellos que solo se comunicaran en castellano no fuera considerados catalanes auténticos, sino más o menos emigrantes permanentes bajo sospecha. Con ello, y con el manejo del dinero público para fines particulares y partidistas consiguieron que muchos hijos de españoles venidos de otros territorios de España, para sentirse integrados con la esperanza de ser considerado de “los nuestros”, o “de los suyos” mejor dicho, fueran sintetizando el sentimiento de pertenencia junto con el de víctimas del Estado opresor español. Esta incipiente rebeldía ante el resto del Estado fue el mayor éxito de la burguesía corrupta de este lado del territorio español, y lo fue porque una parte de la izquierda y de los sindicatos, pensaron que podrían manejar la situación a su conveniencia y realmente fueron ellos los manejados, y una vez entraron en el juego no consiguen hallar la salida. Cuando el separatismo catalán con el apoyo o el silencio de la seudo izquierda habla de corrupción se refiere a la española fuera de Catalunya, no a la propia; no a la de Banca Catalana, aquella creación de Don Florenci Pujol Brugat en época de Franco (1959) con su hijo Don Jordi, el ex molt honorable que recibió la herencia de Don Florenci en Andorra; ni el caso Adigsa, ni el caso Casinos, ni el caso Pallerols, ni el caso Mercurio, ni el caso Port Vell, ni el caso Pretoria, ni el caso Palau, ni el caso ITV, ni el caso 3%, ni el caso Familia Pujol; bueno se supone que éstos robaron por la necesidad de independizarse de España. Todo esto se ha intentado tapar y en parte conseguido con el manto de la bandera catalana, que luego para hacerla algo más agresiva o contundente se le añadió un triángulo azul con una estrella blanca, a lo que la seudo izquierda pueril trató de contrarrestar o diferenciarse sustituyendo el triángulo en amarillo y la estrella en rojo. Y a partir de aquí se fue construyendo el sentimiento de impunidad amparado en el legitimismo situado por encima de la legalidad. Debían ser impunes porque tenían legitimidad para ser impunes, y si tal impunidad se le niega es porque los negacionistas no son demócratas, son españolistas que es sinónimo de anti demócratas y éstos, aunque sumen más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña no son más que esa masa de emigrantes permanentes. Para condimentar el barullo reivindicatorio de impunidad han desfigurado la historia con absoluto descaro, señalando como que Cataluña fue independiente entre 1640 y 1652 cuando esta parte del territorio español liderado por el catalán Pau Claris se entregó en vasallaje a los borbones franceses, perdiendo el Rosellón y nombrando a Luis XIII conde de Barcelona, y luego volviendo a España; años después (1714) con similares ímpetus separatistas se entregaron a los “buenos oficios” de Inglaterra y Austria para quitar a Felipe V (borbón español) y el laureado prócer del actual separatismo, el abogado Rafael Casanovas, después de la caída de Barcelona, perdonado por Felipe V, siguió siendo abogado bajos las leyes borbónicas más de 20 años.  En esta última oleada de legitimismo catalán, Artur Mas puso de entenado a Carles Puigdemont, para que le cuidara la silla calentita con los votos de la CUP. Puigdemont que antes nadie le conocía ni nadie le votó, simuló o simbolizó la declaración de la república catalana, y se mandó a mudar a Bélgica porque allí aprovechando el enredo entre flamencos y valones podría disfrutar de impunidad, al tiempo que seguía insultando al estado español de lejos para no arriesgarse. Su arraigado sentimiento de impunidad y sus delirios de grandeza le distrajo y lo cazaron en Alemania. Los fanatizados por sus diatribas -que antes capitalizaban las rajoyadas del pasado uno de octubre-, por defender al huido/capturado se hicieron pegar y pegaron a los mossos d´esquadra en defensa de la falsa república, situándose como no, en la posición de víctimas de la represión. El presidente del Parlament, Sr. Torrent, puesto a dedo para que se dejara mandar, se está creyendo el cargo, y quiere que el preso catalán en Alemania sea presidente, no se sabe si de la Comunidad Autónoma de la Cataluña dentro del Reino de España o de la República Catalana independiente, pero naturalmente exigiendo como está mandado que se le respete la impunidad, como buen legitimista con patente de corso.  Al mismo tiempo el Sr. Torrent reprende al Jefe actual de los Mossos por haber impedido que los separatistas reventaran la Delegación del Gobierno del Estado y el Consulado alemán con sus democráticas y pacíficas manifestaciones “espontáneas” atravesando contenedores de basuras, con cortes de carreteras y autopistas, y pintadas contra los no catalanes de Cataluña.

 

Barcelona a 26 de marzo del 2018.- RRCh

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