Parecería
comúnmente aceptada la idea que las personas de izquierda son más críticos con
los suyos que los de derecha, como una tendencia a que en la tribu haya tantos
caciques como indios. Pero igual esto no es verdad, puesto que cuando un cacique
se sitúa en primera línea los otros tragan saliva con el gañote estirado y al
que abre la boca siguen considerándosele revisionista y traidor; salvo que diga
amén. El Podemos que pudo ser y apuntó a serlo se ha concentrado en tal esencia
que en poco tiempo solo será candidato y votante el Sr. Pablo Iglesias. Esta persona
presuntamente preparada, doctorada, ilustrada y laureada en su gesta de
intelectual de grupito, ha resultado de una arrogancia tan desmesurada que
desluce todo lo que se le presumía y descubre su orfandad en cualquier decoro.
Ya de entrada con su egocentrismo ha conseguido quedarse como socio único del
equipo que fundó el partido; los echó a todos para poner a los aduladores que paliaran
sus complejos de inferioridad. Como toda persona que se siente poco útil, de
escasa valía y con mínimo carácter, basa sus ansias de superación y de
conformación de apariencias superlativas, en derribar a los que él cree
competidores o superiores en liderazgo. Con tales motivaciones estos individuos
no tienen contrafuerte, quieren asaltar al cielo, aunque en sus vuelos de gallinas
a lo sumo ven las estrellas en la caída. Claro; al estrellarse le hacen la autocrítica a los que es quedaron en el
suelo, por no soplarles o darles viento con palmas. Ciertamente cabe la
posibilidad que en los últimos cuarenta años de la historia de España no haya
habido un personaje más fraudulento e inane que el Sr. Iglesias.
Barcelona
a 29 de mayo del 2019. RRCH.
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