En el inicio eran comités de defensa
del referéndum y ahora lo son de la república (catalana), las letras para las
siglas son las mismas y la finalidad última perseguida también. Lo del referéndum
lo era porque mediante el cual se llegaría a la independencia, y lo de la
república porque ellos entienden que ya siendo independientes no pueden ser otra
cosa que república. Cataluña es una república en esa realidad mental paralela a
la realidad material. Los promotores de la independencia – la mayoría de ellos
con títulos universitarios y leídos-, les fueron fanatizando con la idea que un
referéndum de independencia se daría en España de forma pacífica una vez se
hubiera voceado insistentemente vistiendo
camisetas de colores chillones con los niños y banderitas; que ese referéndum sin
dudas sería ampliamente victorioso para los independentistas; que en la república
catalana harían colas los inversores internacionales y españoles, y naturalmente
Cataluña sería un miembro plenipotenciario de la UE en tanto que todos los
estados que la componen le abrirían la puertas de par en par, y así se dispararía
el PIB de la nueva república y sus ciudadanos sería mucho más ricos. En la
realidad material nada de eso sucedió sino lo contrario: huyeron las empresas
de aquí, el PIB bajó y el mayor instigador de la independencia se independizó
en una monarquía extrajera. Ellos, los instigadores, ya lo sabían; todos conocían
el artículo dos de la constitución española, pero quedaron los fanáticos que
ellos fanatizaron. El fanatismo, desgraciadamente, no se puede combatir con la
racionalidad, el proceso fanatizador es lo primero que expulsó convirtiendo al
sentido común en la primera víctima. Los fanatizadores prometieron un cause pacifista
hacia la independencia y como era de esperar no prosperó, por aquello que lo
impedía la constitución de España, y ahora esos próceres no tienen más alternativa
para darle a los fanáticos que discursos incoherentes y vacuos que a los fanáticos
no les hace mella. Los fanatizadores son las segundas víctimas de los que ellos
mismo crearon, puesto que si no cumplen lo prometido son traidores, por más requiebros
y bobadas que se inventen. Independencia no hay y república tampoco. Por tanto,
para los CDR si no se llega por las buenas a la materialización de las ideas prometidas
como rápidamente alcanzables, ellos intentarán conseguirlo por las otras. Y los
promotores del invento si lo de las otras se produce -y posibilidades haylas-
tendrán que reprimirles o se quedarán sin sus puestos bien pagados y con una
plaza fija a tiempo completo en el talego.
Barcelona a 25 de septiembre del
2019. RRCh
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