Hace unos días, con ocasión de
la asunción del hoy presidente del gobierno y jefe de estado de Uruguay, Don
Luis Lacalle Pou, vi la fotografía de él rodeado de militares de porte hierático.
Seguro que ninguno de ellos fue elegido democráticamente exceptuando al Sr.
Lacalle que se veía satisfecho con esa suerte de guardia pretoriana de
salvaguarda. Y me acordé de lo que había escrito varios meses antes y que
transcribo, y me produjo una sensación extraña, en el fondo quería estar equivocado,
pero no, por desgracia. Barcelona 11/3/2020.
URUGUAY VS. FUERZAS ARMADAS
Salvo
error por mi parte, hace un par de días se aprobó por el Senado de Uruguay la
Ley Orgánica Militar que modifica la vigente de 1974. De entrada, ya resulta
difícil asumir que desde la caída de la dictadura y durante más de 30 años de
democracia, los militares se hayan regido por la ley promulgada por la
dictadura, que si no recuerdo mal se inició a mediados de 1973. Incomprensible
es también que las formaciones de izquierdas propongan la reforma después de
unos 15 años de estar en el gobierno y unos meses antes de las próximas
elecciones. Las modificaciones tales como la supresión de los Tribunales de Honor,
que al parecer han sido idóneos para encubrir los desmanes de los milicos
después del golpe de estado, ya sorprende que haya existido hasta ahora, como
también la existencia del concepto seguridad nacional atribuido a las fuerzas
armadas, que ahora se sustituye por el de defensa nacional. Nunca he entendido,
porque jamás he recibido una explicación razonable, sobre, ¿para qué sirven las
Fuerzas Armadas en Uruguay? ¿Qué beneficio o qué utilidad ha reportado a la
ciudadanía desde 1825 hasta aquí? Con la nueva ley orgánica militar existirá un
general por cada 140.000 uruguayos y un coronel por cada 14.000, cuando por
ejemplo en España hay un general por cada 235.000 españoles y un coronel por
cada 45.000. He visto también que un político uruguayo ha planteado crear
una Guardia Nacional dependiente de las Fuerzas Armadas para combatir la
delincuencia. Ese planteamiento de entrada descubre que para dicho político el
país tiene al menos dos problemas sin resolver, uno que la policía no es
suficiente para reprimir la delincuencia, y dos, que si las Fuerzas Armadas
pueden dar ese servicio es que están ociosos. Ahora bien, darle como trabajo a
los milicos ociosos la militarización del país no parece lo más idóneo, entre
otros motivos porque no tienen preparación ni el avituallamiento para actuar en
el medio civil. No obstante, a esa idea se le puede encontrar una utilidad, que
no es otra que utilizar los medios económicos que se destinan a las Fuerzas
Armadas para la policía, servicios sociales de reeducación de la marginalidad y
protección civil. Puede que sea más necesario un buen cuerpo de bomberos.
Seguramente me equivoco, pero tengo la sensación de que persiste una posición
reverencial frente a los milicos y se les sigue tolerando para que al menos se
crean que tutelan a los políticos, y éstos le pagan. ¿Cuánto cuesta a cada
uruguayo mantener a las Fuerzas Armadas? ¿Qué porcentaje de los presupuestos
generales del Estado se destina a su subsistencia?
Barcelona
a 19 de Julio del 2019. RRCh
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