miércoles, 8 de junio de 2022

PROSTITUCIÓN: regulación o prohibición

 

El debate es interesante, puesto que la prohibición de la prostitución se propone partiendo de que es una actividad no deseada socialmente y que su ejercicio no se realiza por nadie de manera voluntaria y libre, sino obligada por sus circunstancias.

La afirmación ya de entrada plantea problema si la comparamos con otras muchas actividades físicas penosas realizadas en beneficio de terceros que, estando reguladas laboralmente, las personas las hacen precisamente obligadas por sus circunstancias y no por sus deseos o vocación; con lo cual, lo socialmente no deseado sería solamente la actividad física sexual ejecutada a cambio de una contraprestación económica en beneficio de terceros.

Para su abordaje, quizás se debería cuestionar los contenidos de los términos. Si la prostitución es la actividad por la cual una persona cede su cuerpo para el disfrute sexual de otro, por un tiempo y un precio; si es así, no vende nada, puesto que su cuerpo sigue siendo suyo y si acaso lo alquila. Si el precio por el cual se determina el ejercicio de tal actividad puede ser pagado en espacies o mediante cualquier otra contraprestación de índole económico; si es así de amplio el concepto de precio, puede que existan prostitutas y prostitutos con un solo cliente; y si no es así de amplio surgirán muchas formas de pago. Si en la mayoría de los casos las personas que se entregan a ello son mujeres, aunque hay una parte posiblemente minoritaria de hombres -en comparación con el número de mujeres que la ejercen-, y que también lo hacen por precio para el disfrute temporal de otras mujeres u otros hombres, si es así, no es una actividad exclusiva de mujeres. Si la mayoría de las mujeres que se dedican a la prostitución lo hacen obligadas por no tener otra alternativa de subsistencia; si así, se trata de crear esas alternativas y cuando existan no se dedicarán a la prostitución, aunque no esté prohibida. Si la mayoría de las prostitutas que ejercen en contra de su voluntad son extranjeras indocumentadas explotadas por mafias en clubes de alterne; si es así, se trataría de crear una unidad policial específica contra la trata, para que visiten asiduamente tales clubes, identifiquen a los jefes y a las chicas; y a los jefes o proxenetas le apliquen las leyes penales ya existentes, y a las chicas les otorguen permisos de residencia y trabajo, y le proporcionen al unísono la alternativa laboral digna que no tienen, no será válido el “ya veremos”.

Si los tipos penales tienen un redactado inseguro para la persecución y condena de los traficantes de prostitutas y proxenetas y las penas son muy benignas; si es así, se trataría de concretar y cerrar los supuestos de hechos delictivos e incrementar los tiempos de privación de libertad a los criminales y las cuantías de sus responsabilidades civiles.

         Si en el compendio prohibicionista, ya partiendo de que la actividad se seguirá ejerciendo aunque se prohíba, se penalizara también a los arrendadores de viviendas o locales en el que se pueda ejercer tal actividad prohibida; si es así, tales propietarios pondrán en el contrato que tal cosa no se puede hacer, y los que aun así lo hagan, deberán ocultar tal actividad. Y si también la prohibición va a castigar penalmente a los clientes (puteros) por su colaboración necesaria para el ejercicio de tal actividad, las personas prostituidas tendrán que proporcionar a los “usuario” las máximas garantía de confidencialidad si quieren tenerlos. Con ello la prostitución deberá ser invisible, y como lo ocultado no implica su inexistencia, ¿qué se pretende hacer con lo que estará, pero no se ve?

         Es políticamente correcto y éticamente impecable afirmar que a la inmensa mayoría de personas que se dedican a la prostitución no se les respetan los derechos humanos, pero puede que la prohibición no les proporcione tal respeto, o, puede que la atribución a dichas personas de los efectivos y realizables derechos sí minore o haga desaparecer la prostitución, aunque no esté prohibida. La cuestión está en si primero prohibimos y luego si acaso damos o primero damos y luego si acaso prohibimos.

Los partidarios de las prohibiciones nunca resultan afectados por lo que prohíben, puesto que no realizan lo que quieren quitar; pero poner para que no sucedas lo que no gusta que pase, ya no pasa tanto. ¿No?

Barcelona a 8 de junio 2022. RRCh.

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