Los verdaderos necesitados son los
ricos que suelen tener pocas carencias, y los pobres precisamente por las intensas
urgencias de esos otros. tienen pocas necesidades y muchas carencias. Si los
pobres van asimilando resignadamente sus carencias, las necesidades de los
ricos se incrementan ante las posibilidades que se les abren para cultivar mayores
deseos a satisfacer.
Los ricos necesitan mansiones grandes
y varias, para recibir amigos, enseñarlas y alojar a las personas del servicio.
Las han de decorar con muebles de diseño y cuadros de pintores cotizados, y los
más exclusivos posibles. Necesitan gimnasios en cada casa y entrenadores
personales; piscinas con aguas a temperatura idónea y constante, y encargados para
su conservación y mantenimiento; jardines con jardineros; garajes para varios
coches de gran caballaje y sus chóferes; helipuertos con helicópteros, pilotos
y asistentes; yates con patrones, marineros y personal de servicios; jets
privados con todo lo necesario para volar de una casa a otra en distintas
ciudades y países, y para hacer negocios. Bueno, una barbaridad de necesidades.
Los ricos y las ricas necesitan
remodelarse el cuerpo quirúrgicamente para aparentar juventud, y hacerse el
mantenimiento y las reparaciones pertinentes de forma constante. Necesitan tener los cuerpos musculados,
aunque los músculos nunca los utilicen para nada productivo, pero son sus
necesidades perentorias para ser vistos como ricos y disfrutar por ello. Las mujeres ricas se han de rellenar los
pechos, los labios, los pómulos, blanquearse los dientes y alinearlos;
reducirse los colgajos de los brazos, de las bolsas de los ojos, de la papada y
del cogote; acomodarse los glúteos para subir, redondear y endurecer sus culos.
Todo esto con materiales sintéticos de alta calidad e implantados por doctores
de reconocida valía, que en paralelo han de extirparles las grasas sobrantes de
las barrigas para tener buenas cinturas. Esto es imprescindible, para ellas conservar
a un rico a su lado y que no la cambien por otra más joven, o para ellas
conquistar jovenzuelos de buenas familias o que lo parezcan y que las entretengan
o alivien sus tensiones generadas por las gestiones de sus necesidades y la
indiferencia de sus parejas absortas por sus ocupaciones importantes. Y
naturalmente luego se han de vestir, sin repetir atuendos ni accesorios que han
de ser de las mejores marcas y modistos, y adquiridos en tiendas de postín.
Los hombres ricos se ha de plantar
pelos en las cabezas disimular las canas y sacarse los vellos del resto de sus
cuerpos, macharse en el gimnasio para contener la barriga, endurecer brazos y
ensanchar hombros, brocearse con rayos uva, y tomar pastillas azules para en lo
posible evitar el ridículo con las mujeres que necesariamente le han de
revolotear a su entorno, y salir en las fotos mostrando los dientes blanqueados,
reloj de varios miles, y el coche deportivo. Todo esto es tan caro como evidentemente
necesario. Generalmente los ricos y las
ricas necesitan tener amantes diversos y mantenerlos, y personas con formación
y masters para criar y educar a sus hijos, tanto si los paren ellas como si los
hacen parir por una mujer pobre, que luego siga siendo nadie.
Solo mantener todo esto ya es una
inversión abultada, y sus ingresos económicos siempre parecen insuficientes ya
que las necesidades se van incrementando con el paso de los años, por la
acumulación de contactos sociales y por los progresos tecnológicos. Los ricos
para divertirse necesitan fortunas y un montón de gente para que les hagan
gracias, les saquen fotos, hablen maravillas de ellos y lo publiquen en medios
de gran difusión y prestigio. Los ricos no se pueden permitir carencias de
cosas materiales, de lo contrario se convierten en desgraciados, pierden su
autoestima y el resto de sus pares dejan de tratarles, y hasta pueden tener
serios conflictos con sus propios hijos que a medida que maduran o envilecen más
prisas tiene en liberar las herencias y recibirlas.
Los pobres ya tienen cubiertas sus
necesidades con comer todos los días, tener un techo que les cubra, estar
abrigados en invierno y a la sombra en verano, poder mandar a los hijos a la
escuela y tener algún vehículo con ruedas para ir al trabajo si queda lejos. No
les hacen falta tener gimnasios, porque, aunque cobran poco por sudar para otros,
mucho sueles tener prietos los tendones, las pantorrillas y los callos de las
manos. Se divierten jugando con los hijos si les sobra un rato y tomando unas
cervecitas con los amiguetes, o haciendo barbacoas familiares en lugares
públicos para festejar aniversarios de vez en cuando. No necesitan servicio
doméstico, porque se apañan con la limpieza, los cables, las maderas, los
tonillos y los clavos, o les ayudan los allegados, o les dejan las herramientas,
o lo dejan para hacerlo cuándo se pueda. Los pobres ni necesitan papel higiénico,
reciclan los papeles de otras cosas; no necesitan aire acondicionado, se apañan
con un brasero o una estufa a gas en invierno y un ventilador en verano.
Los pobres hasta puede prescindir de
electricidad, de agua corriente en casa, de saneamiento público y del teléfono.
Lo demás son carencias que si las asumen no serán necesidades propias y podrán sufragar
con sus esfuerzos las auténticas necesidades de los ricos. Cuántas más carencias
asuman los pobres más queda para cubrir las acrecentables necesidades de los
ricos.
Las carencias educacionales,
formativas y culturales de los pobres es la madre de todas las otras carencias,
y salvo que ellos las consideren como necesidades y la reivindiquen con tesón y
sacrificios, estarán conformes, serán pacientes y comprensivos con alimentar las
necesidades de los ricos.
La gran incógnita está en discernir cómo y de
qué manera los pobres puedan considerar que la educación, la formación y la
cultura son bienes necesarios e imprescindibles para salir de la pobreza;
cuando carecen de información y de criterios formativos propios para
interpretar y contrastar la poca información contradictoria que reciben
mediante los escasos medios que pueden disponer. Salvo, que un rico empobrecido
por arrepentimiento lidere sus reivindicaciones y cuando las logren no se
adueñe de ellas y se cubra de oropeles con medallas.
Y de ahí, que los pobres solo cuentan para emanciparse,
con la intuición o el instinto; y la rebeldía, si aciertan a dirigirla contra
los causantes de sus pesares. Aciertos que, como todo lo aleatorio no siempre o
escasas veces sucede, y más si abundan los cantos de sirenas.
Barcelona a 13 de junio del 2022
RRCh.
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