Primero se les restringe el conocimiento de la
historia, de la filosofía, de la literatura, de la geografía, del arte y hasta
de las matemáticas elementales, ya embrutecidos o infantilizados y desarmados
de los principios sustanciales para la resistencia, se les suprimen tales
conocimientos por resultarles innecesarios, y se les entretiene con personajes
referenciales patéticos, sin valores ni pudores.
Cuando ya solos en sus respectivas individualidades
pretenden vanagloriarse de su ignorancia, se les humilla por inútiles si no
mantienen capacidad económica de consumo, y si las tienen se le exprime hasta
vaciarlos. Entonces, estos buscan abrigo en algún grupo liderado por un igual
más espabilado, y a éste lo convierten en el salvador, solo porque es capaz de
describir los males padecidos y señalar a los culpables que siempre estarán
fuera de su entorno, y así puedan desahogar las frustraciones en otro y
acurrucarse en el victimismo.
Al haber
perdido la libertad de pensamiento por carencia sobrevenida de sustancia para
elaborar ideas propias, abandonan la racionalidad y la razonabilidad, y como
alivio a sus desvelos lo sustituyen por emociones simples y creencias
desorbitadas.
Barcelona a 4 de septiembre del 2023 RRCh
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