Posiblemente hemos superado la etapa histórica en que los movimientos
sociales en pro de la superación de situaciones de humillación, carencias y
brutalidades, generadas en su provecho por el poder de las oligarquías, eran
combatidas infringiéndoles dolor al activista, mediante la privación de la
libertad, el quebranto de la integridad física o la supresión de la propia vida.
Actualmente ese poder oligárquico se ha globalizado y concentrado en los
sitios más cómodos para lo suyo. Consecuentemente existen menos oligarquías, aunque
más grandes, apartadas del grueso de la ciudadanía media, que los perciben más
lejos; pero, como son mucho más ricos y con aspiraciones infinitas posibles de
materializar, brindan una apariencia más amable, para combatir a todos y a todo
lo que les molesta “infringiéndoles” placer para neutralizarlos.
Los avances tecnológicos y científicos, con buena fe, o sin ella -posiblemente
sin ella-, al menos en el mundo llamado occidental, ha situado a la ciudadanía
de a pie, en lo que se llama “la zona de confort”, aunque una parte importante
se mantienen virtualmente como meros aspirantes.
Tales avances tecnológicos glamurosos, si siguen su avance con precios de
adquisición y/o de financiación asequibles, acabarán convirtiendo al ciudadano
en un accesorio feliz del automatismo de sus cosas. Una gran parte ya lo son
con plena satisfacción de que piensen y resuelvan en su lugar, y así puedan
ahorrar tiempo y energía en la actividad neuronal, para su inversión en el
incremento del esplendor del aspecto externo.
Esa aparente libertad -placer, en
fin-, va desligando al individuo del empleo de sus propias capacidades, que por
no ejercitarlas acaban siendo inutilizables, al tiempo que se convierte en
rehén de las cosas que le sustituyen.
La socialización dentro de la voluntaria reclusión en el automatismo de las
cosas se efectúa en las redes sociales con amigos imaginarios, de forma anónima,
con perfiles falsos o arriesgando lo que no tienen, instrumentalizando una
libertad de expresión exenta de cualquier pensamiento que la sostenga; y se
traga sin masticar cualquier majadería y todas las falsedades circulantes, que
sin previa digestión evacúa, generando abono que diseminarán los receptores
replicantes creadores de tendencias sentimentales huérfanas de cualquier
razonabilidad.
Esto produce un gran placer al individuo,
que amparado en la impunidad alivia sus frustraciones y soledades mediante calificaciones
destructivas contra todos, los que otros sin fundamentos razonados le indicaron
como adversarios, y así exhiben sin pudor su vacuidad como entretenimiento
divertido.
Barcelona a 8 de septiembre del 2023. RRCh.
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