viernes, 8 de septiembre de 2023

MORIR DE ÉXITO

 

Posiblemente hemos superado la etapa histórica en que los movimientos sociales en pro de la superación de situaciones de humillación, carencias y brutalidades, generadas en su provecho por el poder de las oligarquías, eran combatidas infringiéndoles dolor al activista, mediante la privación de la libertad, el quebranto de la integridad física o la supresión de la propia vida.

Actualmente ese poder oligárquico se ha globalizado y concentrado en los sitios más cómodos para lo suyo. Consecuentemente existen menos oligarquías, aunque más grandes, apartadas del grueso de la ciudadanía media, que los perciben más lejos; pero, como son mucho más ricos y con aspiraciones infinitas posibles de materializar, brindan una apariencia más amable, para combatir a todos y a todo lo que les molesta “infringiéndoles” placer para neutralizarlos.

Los avances tecnológicos y científicos, con buena fe, o sin ella -posiblemente sin ella-, al menos en el mundo llamado occidental, ha situado a la ciudadanía de a pie, en lo que se llama “la zona de confort”, aunque una parte importante se mantienen virtualmente como meros aspirantes.

Tales avances tecnológicos glamurosos, si siguen su avance con precios de adquisición y/o de financiación asequibles, acabarán convirtiendo al ciudadano en un accesorio feliz del automatismo de sus cosas. Una gran parte ya lo son con plena satisfacción de que piensen y resuelvan en su lugar, y así puedan ahorrar tiempo y energía en la actividad neuronal, para su inversión en el incremento del esplendor del aspecto externo.

    Esa aparente libertad -placer, en fin-, va desligando al individuo del empleo de sus propias capacidades, que por no ejercitarlas acaban siendo inutilizables, al tiempo que se convierte en rehén de las cosas que le sustituyen.

La socialización dentro de la voluntaria reclusión en el automatismo de las cosas se efectúa en las redes sociales con amigos imaginarios, de forma anónima, con perfiles falsos o arriesgando lo que no tienen, instrumentalizando una libertad de expresión exenta de cualquier pensamiento que la sostenga; y se traga sin masticar cualquier majadería y todas las falsedades circulantes, que sin previa digestión evacúa, generando abono que diseminarán los receptores replicantes creadores de tendencias sentimentales huérfanas de cualquier razonabilidad.

 Esto produce un gran placer al individuo, que amparado en la impunidad alivia sus frustraciones y soledades mediante calificaciones destructivas contra todos, los que otros sin fundamentos razonados le indicaron como adversarios, y así exhiben sin pudor su vacuidad como entretenimiento divertido.

Barcelona a 8 de septiembre del 2023. RRCh.

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