La República Argentina, posiblemente sea el territorio hispanoamericano más sobresaliente, posee todas las bondades que puede darle la tierra, pero su población -de orígenes diversos- no hallan la concordia de coexistencia mínima.
La primera vuelta de las
elecciones que se celebraron el domingo pasado, visto el resultado a una parte
sustancial de los argentinos le devolvió el alma al cuerpo y a la otra parte -también
sustancial-, les ha sumido en el desánimo. Lo que provisionalmente se decidió
la semana pasada no fue más que el momentáneo logro del mal menor que no es
poco, puesto que el mal mayor podría ser insoportable.
Los argentinos con razón o sin ella,
debieron de estar muy desesperados para que un treinta por ciento de la
ciudadanía apoyaran a un personaje tan siniestro como Javier Milei. Este
individuo alimentado por la extrema derecha de los trumpistas norteamericanos
y los bolsonaristas brasileños, les ha superado a estos de forma
monumental con sus propuestas rayanas en la psicopatía. Ya que lograra
superarle en votos un Sr. Massa, que como ministro de la economía concurrió a
su electorado con una inflación anual de más de 120%, con un índice de pobreza
del más del 40%, y mientras tanto unos de sus allegados políticos significativo,
navegaba en el Mediterráneo en yate de lujo con mujer alquilada joven y de buen
ver; y que Massa fuera la única alternativa como mal menor, ya es muy triste.
El Sr. Milei fue aplaudido y festejado por su correligionarios cuando
propuso quemar el Banco Central de su país y suprimir los pesos para adoptar el
dólar americano; lo que significaba de entrada que su acólitos desprecian la
divisa de su país y consecuentemente la enseña mayor de la soberanía argentina, y al parecer estaban dispuestos a convertir
la República Argentina en una suerte de estado subordinado de EEUU, y ello
siempre que Argentina antes pudiera conseguir dólares para canjearlos por los
pesos de los argentinos.
El Sr. Milei fue aplaudido y festejado por esa gente cuando propuso la
libre compraventa de armas y la supresión de las subvenciones a la pobreza, con
lo que al parecer partía de que los pobres hambrientos no accederían a las
armas y se dejaran morir pacientemente de desesperanza e inanición.
El Sr. Milei fue aplaudido y festejado cuando prometió privatizar la
enseñanza, la sanidad, los servicios sociales y la función pública; aunque
sarcástica y criminalmente lo “compensaba” con la posibilidad de que vendieran
los órganos -ojos, riñones, pulmones, orejas, testículos, ovarios-, y lo que
resultara útil al comprador platudo.
Posiblemente, como decía alguien sobre Uruguay, Argentina también es un ente
de pies de barro con cabeza de gigante. Posiblemente se ha centrado tanto en el
cuidado de la cabeza que se halla en la provincia y ciudad autónoma de Buenos
Aires, que ha olvidado la asistencia al resto del cuerpo que la sostiene y se
aplasta bajo su peso.
Ese cuerpo desasistido puede que
esté allá por Jujuy, Salta, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Tucumán,
Catamarca, Santa Fe, Corrientes o Misiones, entre otras; y sean los oligarcas
de allí, que cuando llegan a Buenos Aires engordados de las osamentas de los
muchos nadies y que llegan a la gran capital para adiestrar a sus
vástagos en universidades para los negocios políticos; sean esos copetudos de
riñón cubierto los que hayan traído y traigan la felonía que ha infectado de
corrupción a todos, y parte de este todo quiera que se vaya todos al carajo.
Pero claro, si todo es una mierda,
todos son una mierda, y eso no es verdad, no es razonable, no es racional, no
es cierto ni puede serlo.
Posiblemente, el camino para salir de ese estado de melancolía crónica deba
transitarse más despacio, más ligeros de equipajes, sin aspiraciones
ventajistas, con menos pretensiones exhibicionistas, con más empatía hacia los
congéneres que sufren, con mejor sentido del reparto hacia la consecución de
una igualdad esperanzadora. Propiciando eso sí, un reparto más eficiente donde
el que recibe lo que no tiene aporte lo que sí tiene, que debería ser el
empeño, el esfuerzo y la solidaridad; y no el conformarse subsistiendo de la sopa
boba al mísero precio de votar en las elecciones siguientes a los que le
dan la limosna para que sigan necesitándoles.
Puede que mediante el ejemplo y la
educación se supere esos berretines tan negativos y empobrecedores de la “viveza
criolla”, y aquello que algún porteño acuñó como que “el vivo vive del
bobo y el bobo de su trabajo”.
Ello no es fácil, ni rápido, pero, en fin, el
psicópata Milei planteo sus promesas contando que estuviera él, al menos 25
años gobernando para que resultaran exitosos sus remedios; tiempo este que, de
trascurrir bajo sus ideales, perros, motosierras y escenografías
roqueras, seguramente reduciría sustancialmente el número de argentinos en su
territorio; y no solo a los pobres.
Barcelona a 25 de octubre 2023. Ruben Romero Chiarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario