miércoles, 22 de noviembre de 2023

INCAPACITAR AL VIEJO

 

    La mujer que le acompañaba no agradaba a la vista. Debajo de la nariz le coloreaba la irritación de una afeitada apresurada en seco que se unía con el mentón, pasando por una raya horizontal que obligaba adivinarle los labios. Ojos saltones con vibrantes venitas, pechos desbordados descansando sobre el ombligo, abdomen bondadoso, y piernas huesudas y secas como de camellos.         El hombre, se mantenía en la retaguardia con mirada huidiza mientras se alisaba sus pocos pelos de la coronilla sin disimular sus ansias de que hablara ella, pero cuando la mujer le fijó la vista, él sin respirar dijo: “mire usted señor abogado venga a que usted me incapacite a mi padre que uno de la escalera me dijo que usted lo podía hacer y quiero incapacitar a mí padre…”  La mujer le clavó los ojos y le paró: “es que mi suegro está loco”. “Bueno dígame por favor qué edad tiene su padre”, le interrumpe el abogado mirando al hombre, y la mujer le planta la mano en el pecho, y dice: “igual no está loco y es un guarro y un estafador”. El hombre baja la cabeza mirando para abajo y con voz insegura afirma: “mi padre va a cumplir ochenta y un año dentro de un mes…”. “Ya, ya, añade el abogado, “pero qué enfermedad tiene”. Y la mujer se lanza: “está mejor que yo, solo tiene sinvergüencería”. “A ver, a ver, cuéntemelo” le pregunta. Y ella: “ni sé por dónde empezar es tanto lo de mi suegro que no sé por dónde empezar, bueno, mire usted, tiene más de ochenta años, dos hijos, este, mi marido es uno, y el otro es un viva a la virgen que sólo sabe reírse. Mi suegro va como un pincel, nada le hace mal, se quedó viudo hace cuatro años de mi suegra que era una santa, le trajimos a casa para que no estuviera solo, yo le hacía todo; estábamos a punto de alquilar el piso de él que es muy grande y que uno se pierde allí, lleno de muebles y de libros y de cuadros y de discos viejos y porquerías. Y ahora hace dos meses se ha ido a vivir allí, solo, pero no. ¡Cómo iba a vivir solo!, si en casa tenía de todo, siempre estaba mirando la tele y fumando, pero le dio por ahí, le dio por ahí, y se fue. Pero que se fuera no me importa, si se quería ir que se vaya, y se fue, pero la puta…” El abogado mira al hombre, y éste toma el relevo: “bueno, él dice que a la cubana esa, le paga para que le atienda”. “Sí”, dice la mujer, “a ver si tú también te vas a hacer ahora  el bobo, claro que le atiende, se pone pantalones vaqueros de talla corta, le enseña el ombliguito, la tira del tanga que se le ve entre el culo sin tener que agacharse, el sostén que solo le tapa los pezones, se lo lleva a bailar, van del brazo por la calle, le da besos por todos lados, le dice papi, siempre está perfumada y pasándose la melena de una lado para el otro, y como tiene ese hablar tan meloso parece que cuando dice te está lamiendo, le enseña la foto de un hijo que dice que tiene de seis años y que se quiere traer para aquí. Hay que incapacitarlo ya y dejarnos de bobadas; se lo está gastando todo, tiene todo el pelo blanco, pero se lo ha teñido, se va a nadar, se compra ropa de marca, y creo que hasta anda en bicicleta”. El hombre interviene, “bueno, pero papá está contento, le tiene muy bien cuidado si no fuera por…” ¿Si no fuera por qué?, apunta el abogado. Y la mujer adelantándose: “¿¡qué no se ha dado cuenta!?, si ya dicen riéndose para que pensemos que es en broma, que se van a casar con ella. ¡Se van a casar!, y cuando el viejo se muera que durará poco con el tute que le da esa; esa se queda con todo. ¡Con todo! ¿Y eso se puede hacer? ¡La puta esa tiene cuarenta años menos que mi suegro, podría ser su nieta, ¿está para incapacitar o no? ¡Mire, mire, aquí tengo una foto de la fulana!

El abogado coge la foto, y a la primera mirada levanta la vista para observar a la mujer nuera y pregunta, “¿es cubana?, y la otra salta: “de por ahí, si no es cubana será argentina o lo que sea, de aquí seguro que no es”.

Buenos señores, ya lo he entendido, su padre está muy bien, no tiene ningún problema que afecte a su capacidad para gobernarse a sí mismo, otra cosa es que a usted como hijo y a usted como nuera no les guste como se conduce, pero él es dueño de sus actos y de su patrimonio, y mientras viva puede hace lo que quiera con lo que es suyo. Mi consejo es que le traten muy bien, y ni se les ocurra decirle que estuvieron con un abogado para intentar incapacitarle. Si él se entera puede desheredarles y no recibirá usted ni su hermano ni la legítima, aunque también puede ser que cuando fallezca ya le haya donado todo a esta señora. Y naturalmente que sí se puede casar con ella y hasta adoptar a su hijo, hacer testamento a favor de esta mujer, si no es que también se casa con ella”. La mujer le miró con un asombro desesperado, las venas del cuello parecían reventarles; el hombre se quedó quieto, pálido, con mirada confusa, de resignación en parte, y de envidia hacia su padre. La mujer una vez dejó de sostener su cabeza entre las manos, ya más tranquila dijo, “entonces no hay justicia o la que hay es una mierda, entonces yo podría hace los mismo buscarme a un negro, dejar a éste y pulirme todo lo que tengo, y no pasa nada, éste se tiene que joder, ¿no?”. El abogado respira hondo, apoya las dos manos extendidas y juntas encima de la mesa, y le dice: “si señora, usted si tiene la misma disposición de su suegro y las mismas circunstancias económicas, puede hacer lo mismo; en eso consiste la libertad individual siempre que lo que gaste sea suyo; debe entender que no hay herencia hasta que el que haya de dejarla se muera; y su suegro, por lo que dice, además de estar vivo está sano y feliz.

“No hay caso”.

Barcelona a 22 de Noviembre del 2023. RRCH

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