De tanto
simplificar las ideas que transmitimos, para que
sean más cortas, más fáciles de memorizar y repetir, ahorrándonos cualquier
reflexión e inversión de tiempo, posiblemente nos quedemos sin nada porque todo
será igual. Los semitas (hijos de Sem/Génesis/Biblia) son judíos y palestinos.
Los judíos que pueblan el mundo son más que los que están en Israel. Los
ciudadanos de Israel son judíos y también palestinos. Israel es más que
Netanyahu. No todos los ciudadanos de Israel son partidarios del gobierno de
Netanyahu ni de lo que está haciendo. Los palestinos que pueblan el mundo son
más que los que están en la franja de Gaza. No todos los palestinos que están
en Gaza son partidarios de las acciones de Hamás. No parece que requiera un
gran esfuerzo mental separar las valoraciones que se hagan de unos y de otros,
cuando hay tantos componentes fáciles de diferenciar.
El terrorismo, parecería que consiste en la ejecución de actos violentos
que, yendo más allá de la eliminación física de personas concretas, cumpla el
objetivo de aterrorizar a una generalidad de gentes que no sufre de forma directa
e inmediata la violencia, a fin de que éstas asuman por miedo los postulados y
voluntades de los autores; con lo cual la violencia que se propaga es emocional
y psicológica con vocación de permanencia. Las acciones violentas pueden consistir en
eliminar con tiros en la nuca, ametrallar o bombardear a un grupo de personas
al azar, secuestrarles manteniéndoles en condiciones inhumanas, etc. etc. Las
motivaciones de los terroristas pueden ser de orden político, étnico, religioso
o sencillamente económicos.
Ante todo ello es totalmente compatible, y por ende sin contradicción
alguna, que los asesinatos ejecutados por Hamás en los últimos meses contra
ciudadanos israelíes fueron actos terroristas huérfanos de la más mínima
justificación, y la reacción del gobierno de Israel capitaneado por Netanyahu
fueron y son actos terroristas tanto o más inadmisibles, si atendemos que
parten de una democracia. Con ello no se niega en lo más mínimo el derecho de
Israel a defenderse, lo cual no incluye que la “defensa” se extienda a la eliminación
física mediante los bombardeos indiscriminados a una población civil que además
se haya absolutamente cercada sin acceso a las necesidades vitales esenciales para
la supervivencia. No solo se han de valorar los muertos directos por los
bombardeos, sino los muertos sepultados bajo los escombros de sus viviendas; muertos
por enfermedades infecciosas: muertos a consecuencia de la imposibilidad de
asistencias médicas postoperatorias, por suicidios, por inanición; además de
asumir el embrutecimiento generalizado a las futuras generaciones. Esto causará
unas consecuencias que todos lamentaremos, no solo los israelíes. Cuando las
causas voluntariamente se ignoran las consecuencias nunca se entienden, y las
vacunas contra el antisemitismo restringido solo en favor de los judíos no es
más que un placebo para atemperar la justificación de un genocidio.
Barcelona a 14 de diciembre del 2023 RRCh
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