miércoles, 20 de diciembre de 2023

El terrorista Josu Ternera (ETA)

 

El documental “no me llamen ternera” posiblemente ha sido lo mejor que ha realizado Jordi Évole en su vida profesional y pública.

Solo preguntando a Josu Ternera ha podido extraerle de su propia boca y de sus gestos toda la ignominia de la que es portador el personaje entrevistado. Este señor no quiere que le llamen Ternera, porque aún no ha advertido que ha sido el mayor favor que le hicieron las Fuerza y Cuerpos de Seguridad del Estado, si es que ellos le atribuyeron tal mote; con esto han preservado la contaminación que las cobardes maldades de Josu contaminaran la honorabilidad que se le supone a sus ancestros y parientes que llevaron o llevan su auténtico apellido vasco, que no es Ternera, y posiblemente también minorará la vergüenza de sus hijos cuando conozcan las andanzas de su desalmado padre.

Évole le ha hecho la autopsia mental a un asesino, poniendo sobre la mesa el reflejo extraído de la podredumbre que inunda su mente, que lejos de estar arrepentido por sus atroces crímenes, trata de justificarlos con expresiones como “lo siento”, “fue un error”, “acaté lo decidido por la organización”, “las dos partes perdieron la empatía”. En cuanto a la empatía, el  Sr. Ternera aún no la ha recuperado ni parece anhelarla, para él la culpa de los muertos por ETA -por ejemplo del atentado en el Hipercor de Barcelona-, fue de la Policía, ya que un supuesto etarra llamó diciendo que ETA habían puesto una bomba y la policía no desalojó el aparcamiento del hipermercado; sin vislumbrar este sicario mafioso que de haberse desalojado por una llamada telefónica, ya habría ganado ETA su cruzada patriotera de tiros en la nuca: solo tendrían que poner a uno de ellos  llamando a los Estadios de fútbol, Salas de fiestas, Cines y Cuarteles diciendo que había puesto una bomba para paralizar la vida de los ciudadanos y al propio Estado.

Como ”buen” terrorista, Josu Ternera en su deshumanización empleó su vida desde la adolescencia  en la ideación y la ejecución de actos sangrientos con el confesado propósito que fueran más allá de la eliminación física de personas concretas  y cumpliera  el objetivo de aterrorizar a una generalidad de gentes que  aunque no sufrían directamente y de forma inmediata la violencia, los sometió mediante el miedo para que asumieran el estado de cosas por él y los suyos generado, y consecuentemente vivieran los ciudadanos al influjo de una violencia emocional  y psicológica permanente.

Supo Évole contrastar al bárbaro descerebrado con una persona digna como Don Francisco Ruiz, hombre qué resultó cobardemente baleado de paso por el comando asesino que integraba Ternera; y el Sr, Ruiz, desde su humilde superioridad moral admitió que si hubiera visto que el asesino estaba arrepentido y le hubiera pedido perdón, igual él le daba la mano para ayudar a olvidar tanta inmundicia.

Ternera no fue ni es fascista según él, aunque dejó traslucir con claridad que, pensó y piensa como un fascista asesino, actuó y mató como un fascista asesino y se auto justifica como un fascista cualquiera; como uno de los más sanguinarios y cobarde.

              Barcelona a 20 de noviembre 2023 RRCh

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