Si
hay en el mundo llamado occidental una polarización política y en unos lares
más que en otros, será porque hay dos polos, y un polo ataca al otro como enemigo
irreconciliable y no como compañero de viaje discordante o adversario; si fuera
así, cabría pensar que, con que uno de los polos deje de ser polo, el otro polo
se queda sin trabajo.
Al parecer la polarización se basa en presunciones
de pronósticos apocalípticos que se exponen como conclusiones verdaderas e irrefutables.
Pero unos y otros, esto es: un polo y su contrario, generalmente se ahorran exponer
los hechos y razones sobre los cuales llegan a la conclusión, y como es muy
difícil e incómodo oponerse seriamente a una conclusión sin conocer los hechos
que lo fundamentan, entonces se ataca la conclusión negada con otra conclusión
afirmada sobre otro caso distinto que tenga algún parecido aunque sea remoto, y haga daño.
Por ejemplo, si se afirma la presunta implicación
en actividades ilícita de un familiar de un político, el aludido se ofende y
airadamente en lugar de exigir que el que hace la afirmación explicite de qué
hechos, indicios racionales o pruebas extrae la conclusión que vincule al
familiar con él y su actividad política, simplemente ataca al que le ofendió con
otra conclusión de otros hechos ilícitos que imputa sobre un familiar, pariente
o allegado del ofensor.
Como al ciudadano que observa esto, se le han hurtado
el conocimiento de los hechos, indicios
o pruebas de las dos conclusiones, puede pensar que las dos son verdaderas y
los dos son corruptos o aficionados a serlo, o sencillamente cree que es verdadera lo afirmado
por el que le cae más simpático y que es falso lo dicho por el que le resulta
más antipático, asumiendo así como conclusión propia lo que es la conclusión de
otro, porque él no tiene ni idea de dónde viene la cosa, solo ha visto y oído
que se pelaran dos contrincantes y él ha decidido creerle a uno por cuestiones exclusivamente
emocionales.
En
cambio, si cuando un político recibe la conclusión de su adversario diciendo
que un familiar suyo cometió un hecho delictivo o inmoral, y en lugar de buscar
otra conclusión que no tenga una relación de causalidad con lo imputado, le exigiera
al acusador con sumo respeto y consideración que exponga los hechos y
circunstancias sobre lo que fundamenta la ofensa y en ello centra la discusión,
puede que el ciudadano expectante llegue a conclusiones propias. Y para ese diálogo
o discusión no es necesario atacar personalmente al emisor de la conclusión. Y,
si estuviéramos de acuerdo en esto, cualquiera de los dos polos puede dejar de
serlo, y si el otro sigue insultando porque su conclusión se sustenta en hechos
indemostrables, falsedades, exageraciones o chismes, quedará éste en evidencia
frente al ciudadano que posiblemente jamás le vote. Porque, al fin y al cabo, la
polarización no es otra cosa que el resultado de haber llegado a la conclusión por
ambos polos, de que con el barullo ganan votos de los ciudadanos que entre los
dos intentan idiotizar situándolos en bandos opuestos e irreconciliables para
que se entretengan mientas les envenenan con pequeñas, continuas y sucesivas dosis
de mierda edulcorada que acaban normalizando. Y si normalizamos la mierda con azúcar,
ellos nunca buscaran las alternativas (que las hay) para alimentarnos de forma saludable.
Barcelona
a 29 de abril 2024. RRCh