Nadie discute; todos aceptamos como
justo que, las personas y las naciones tiene derecho a la legítima defensa de
los intereses propios y ajenos. Para que la defensa sea legítima tiene que generarse
en el instante que se produce el ataque y en la proporción del ataque. No es
defensa y menos será legítima por exceso extensivo, cuando un ataqué se
responde tiempo después con otro ataque al atacante primigenio, ni tampoco -aunque
sea en el mismo acto del ataque-, cuándo la “defensa” sea desproporcionada por
exceso intensivo (responder a una patada con un tiro en la frente y otro en la
barriga no es defesa sino homicidio).
Cualquiera que quiera entender entiende, que no
es legítima defensa responder a una agresión de un hijo agrediendo al atacante
un día después, y menos lo es, si la “defensa de después” se ejecuta sobre la
familia del atacante en su casa. La
defensa legítima no es más que la respuesta a un acto de agresión en el momento
que la agresión se está produciendo y como forma de repeler o impedir la
agresión que se está sufriendo. Todo lo que exceda de tales parámetros es
venganza: crímenes o genocidio.
Actualmente desde el occidente
presuntamente defensor de los derechos humanos, se nos llena la boca sin vómitos
diciendo que Israel tiene derecho a defenderse del ataque terrorista padecido
por parte de Hamás en octubre pasado. Y esa “legítima defensa” se materializa
después, de forma continuada, persistente e incrementando la intensidad sobre
la generalidad de una población civil palestina indefensa. Se les mata con
balas, bombas y hambre, a hombres, mujeres y niños; y por supuesto que desde la
indignidad y las vomitivas razones de los “nuestros”, los pocos palestinos que
se salven no tendrán derecho a la legítima defensa de después y a lo bestia,
como la entiende hoy el estado de Israel prostituyendo el lenguaje, para
disimular el holocausto de palestinos que el estado judío está generando al
abrigo de un occidente que se tapa los ojos.
Barcelona a 19 de abril del 2024. RRCH
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