sábado, 26 de febrero de 2011

HACEDORES DE CREENCIAS: LOS EXPERTOS

  • Cualquier actividad: económica, profesional o política, se apoya o intenta fundamentarse, en los expertos como especialistas. En la geopolítica ningún experto especialista previó con acierto la caída del muro de Berlín, ni la consiguiente desintegración del los que fue la Unión Soviética con su Pacto de Varsovia, ni la paralela unificación de Alemania. Cuando se produjo lo comentaron previeron y erraron.  Los expertos especialistas en calificación de riesgos y solvencias de los países del mundo occidental no previeron la crisis económica en la que estamos. Ninguno de ellos apretó el botón de alerta en tiempo útil en relación a las “solventes” entidades financieras que hace unos años acabaron en quiebra, con importantísimas personalidades del mundo financiero en la cárcel por estafas masivas, de las qué fueron “victimas” relevantes inversores rodeados de expertos especialistas. EEUU, país al que se le supone mayor especialidad en seguridad nacional, fue incapaz de prever y evitar el ataque a las Torres Gemelas, cuando sucedió lo analizaron, y previeron como solución invadir Afganistán; como lo analizaron mal y previeron peor, ahora están tratando de salir de allí y no saben cómo. Extraordinarios expertos consideraron que invadir Irán con excusas ciertas o inventadas resolverían importantes cuestiones de seguridad para el mundo occidental; dieron por acabada la guerra cuando en realidad estaba empezando, al tiempo que desbarataron su propia excusa al no encontrar armas de destrucción masiva. A la crisis económica no la vieron venir ni los expertos del Fondo Monetario Internacional ni los del Banco Mundial. Cuando estaban metidos en ella, han hecho diversos diagnósticos y extendido distintas recetas; primero que pasaría pronto, luego que duraría más, algunos que duraría siempre y otros que no se sabe. En cuanto al remedio: primero que lo solventaría la inversión pública y el auxilio a las entidades financieras privadas con fondos públicos; luego que se solventaría retirando la inversión pública, ahorrando mucho y suprimiendo las primas que las entidades financieras daban a sus ejecutivos -expertos especialistas en cobro de bonus para ellos-. Mientras tanto los expertos especialistas seguían estudiando una solución para el terrorismo internacional originado, según ellos,  por el extremismo religioso del mundo musulmán; siempre naturalmente tratando, según decían,  de propiciar que estos países y sus gentes accedan a un régimen democrático. No obstante, cuando en 1991 el FIS (Frente Islamista de Salvación) en Argelia ganó democráticamente las elecciones conquistando el poder  a través de las urnas los mismo expertos especialistas y demócratas no dijeron ni pío cuando los generales de Argelia intervinieron, anularon las elecciones, ilegalizaron el partido, encarcelaron a los representantes populares electos que dejaron vivos  y declararon el estado de emergencia que duró hasta hace unos días cuando sucedió el imprevisto alzamiento popular en Túnez. En Turquía en el 2007 accedió democráticamente al poder el AKP de inspiración islamista, hasta la actualidad no ha demostrado ninguna incapacidad para actuar dentro de los cauces democráticos e incluso se le deja coquetear con la entrada en la Unión Europea, aunque los expertos especialistas pronosticaban desastres absolutos para nuestra sacrosanta civilización occidental. Los mismos expertos especialista en geopolítica al principio de este año 2011 ni se les pasó por sus cabezas que en los dos meses siguientes desapareciera el régimen de Túnez y el de Egipto. Hasta hace  unos días la gente no sabía que ahí mismo, en la otra margen del Mediterráneo habían dos dictadores sanguinarios y corrompidos. Al contrario: en Túnez los de aquí veraneaban placenteramente y en Egipto se hacían relajados paseos en camello en el entorno de las pirámides. Pocos años antes se encumbraba al Sha de Persia en Irán, “Luz de arios”. Cuando repudió por infértil a  su mujer Soraya, de madre alemana, se llenaron de nobleza las revistas del corazón en el mundo occidental. El origen pro-nazi de los Pahlevi se trasmutó en anticomunismo y la CIA le echó una manita para convertirse en tirano amigo; en definitiva se había preparado en Suiza y era pro-occidental con la minoría que le sustentaba, al tiempo que se enriquecían juntos con las miserias de los muchos. Cuando desde Francia apareció el opositor Ayatolá Jomeini, desde aquí, el occidente de los expertos y  especialistas se apoyó a Sadam Husein para que éste desde el Irán vecino intentara volver al status quo. No salió bien, y para arreglarlo, después de descubrir que Sadam no era un tirano amigo,que era tirano ya lo sabían-, se intentó llevar la libertad a Irán y se montó una guerra distribuida al mundo por televisión. Ahora Libia: si los libios se sacan de encima a Gadafi todos los expertos y especialistas analizarán las atrocidades hechas por Gadafi desde hace 40 años; pero si Gadafi se aguanta en el poder ese análisis se guardará en un cajón, le dejaremos montar en nuestros parques su jaima custodiada por vírgenes, festejaremos sus excentricidades, y los expertos especialistas analizarán que es un mal menor puesto que peor hubiera sido que con Libia se hicieran los fundamentalistas. De momento a nadie se le ha ocurrido valorar que los islamistas puedan ser tan demócratas como lo es la democracia-cristiana, muy alejada por supuesto del cristianismo salido de la inquisición y las guerras santas; pero de momento a los de religión musulmana no les dejamos ni intentarlo. Los expertos y especialistas actuales no son más que hacedores de creencias, que se alimentan entre ellos de teorías perfectas hasta que se demuestra su inutilidad; pero mientras la realidad no les contradice, viven como pastores de almas venerados y engordando, mientras el rebaño se afana en aliviar las urgencias con la imaginación. Las credos que difunden son menos longevos que los producidos por las religiones; aunque es verdad que éstas tienen unas ventajas insuperables, todo lo que prevén y prometen se hará realidad en el más allá. Hay que morirse para verlo, y ciertamente no se conoce a ninguno que resucitara  para quejarse de algún engaño.
  •                 Ruben Romero de Chiarla; Barcelona a 26 de febrero del 2011.-

martes, 15 de febrero de 2011

GUARDA Y CUSTODIA COMPARTIDA



PRESUNTO BOICOT DE LOS FISCALES DE BARCELONA A LA GUARDA Y CUSTODIA COMPARTIDA, EN LOS  PROCESOS MATRIMONIALES.-


         En los procedimientos de separación y divorcio –desde que tal posibilidad legal existe en nuestro país-, nunca ha estado prohibida la guarda y custodia compartida sobre los hijos comunes si los progenitores lo acordaban de común acuerdo y tal acuerdo no resultaba lesivo para los hijos. Era lesivo por ejemplo si el acuerdo consistía en que los hijos estuvieran una semana con el padre viviendo él en Canarias y una semana con la madre viviendo ell en Galicia; o cualquier otro acuerdo que se alejara del sentido común o impusieran a los hijos circunstancias tales como que anduvieran de un lado para el otro como maleta de loco. No obstante, en caso de contienda entre esposo y esposa (progenitor y progenitora) generalmente se le atribuía la guarda y custodia exclusiva a la madre, por considerarla más capacitada para atender a los hijos comunes o con más disponibilidad de tiempo para hacerlo. Actualmente mediante la modificación legal operada en el vigente Código Civil de Catalunya, la guarda y custodia compartida entre los progenitores es la regla general, y la exclusiva para uno de ellos es la excepción; y también en las separaciones y divorcios contenciosos, en los que la decisión no la toma ni el padre ni la madre, ni el esposo ni la esposa, sino que la impone el juez; éste, en teoría, podrá imponer una guarda y custodia compartida si los dos progenitores se la disputan. El hecho que legalmente se prime la guarda y custodia compartida  en sí mismo no determina que más progenitores a la hora de romper su convivencia conyugal se pongan de acuerdo en compartir en igualdad en tiempos y en responsabilidades la crianza de sus hijos. Los quebrantos emocionales que el fracaso matrimonial implica, es igual con una ley que con otra. Pero sí es cierto, que actualmente hay más padres que quieren compartir la guarda y custodia de sus hijos con las madres de sus hijos. Hay hoy más personas capaces de distinguir las responsabilidades que tienen para con sus parejas de las responsabilidades que tienen para con los hijos habidos con esa misma pareja. Llegar a un acuerdo por parte de dos personas que convivieron juntos los años suficientes para tener un hijo o varios y después uno de ellos decide no continuar con dicha convivencia, es harto difícil. Es posible que el que toma la iniciativa, antes de tomarla ya haya reorganizado aunque sea mentalmente su vida futura alejada del entorno que tenía; pero el que recibe la noticia se encuentra más desarmado. Es una obviedad que se produce un fuerte choque emocional; una distorsión sustancial en las previsiones que los componentes de esa pareja tenía antes de decidirse la separación. Es la constatación de un fracaso en un proyecto vital común. Y ante ello cada cual reacciona como puede o como sabe. Lo primero que surge es, ¿ de quién es la culpa?, y lo más fácil es atribuírsela al otro, aunque los hay que se las imponen toda a sí mismo. Lo siguiente suele ser: ¿qué hacemos con los niños?, y la madre considera que los quiere más y el padre considera que él los quiere más. Luego pasan a valorar con quién estarán mejor, y lo fácil es decir: “conmigo”. Para llegar a aceptar que los hijos son de los dos y que los dos son responsables, y que los dos se han de responsabilizar y esforzar por igual, hay un abismo. Es un camino muy espinoso en cuyo tránsito padre y madre salen llenos de rasguños; y cuando llegan a su objetivo de compartir, cada uno ha dejado mucho en manos del otro; ambos han mantenido el mínimo de confianza mutua; la imprescindible. Han trascendido sus propios deseos y sus propios impulsos; se han comido la frustración y la rabia; han hecho la vista gorda a las traiciones y a los reproches. Han puesto a sus hijos por delante de sus propias personas. Y eso es sublime; eso merece un respeto reverencial.
         El Fiscal está ahí, en los procedimientos de separación y divorcio para intervenir en pro de los menores, aún cuando los padres están de acuerdo en cómo gobernar el futuro de sus propios hijos; como defensores de los menores en los procedimientos contenciosos, en los que los dos contendientes se postulan como idóneos al tiempo que desprecian al otro, su función es importante en tanto que se le supone neutral. En los procedimientos de mutuo acuerdo su intervención parece relegada a un plano muy residual para el caso que los progenitores hayan efectuado pactos  perjudiciales para los hijos, que en su caso, el propio juez podría ya repelerlos de oficio. De ahí que la intervención del ministerio fiscal en un procedimiento de mutuo acuerdo, parece tener escasa o ninguna virtualidad.
         Lo que ya resulta insoportable, por perjudicial, es que el ministerio fiscal se inmiscuya en los acuerdos de los progenitores, con propuestas insostenibles que indefectiblemente llevan a la ruptura de lo ya convenido.  Es decir; es inaceptable que el ministerio fiscal haga exactamente lo contrario a lo que debe hacer; que no puede ser otra cosa que coadyuvar a que unos hijos menores tengan la mayor paz y bienestar posible dentro de la problemática que de suyo produce la separación de sus padres.
         Pues bien; hoy en un procedimiento de divorcio que profesionalmente llevo como abogado de los dos cónyuges, en el que se presentó un convenio de guarda y custodia compartida sobre dos hijos, con igualdad de tiempos y de responsabilidades asumidas por los dos progenitores que viven en Barcelona muy próximos el uno del otro; y en el que se dice que las cuestiones importantes que afecten a los hijos como lo son el cambio de domicilio o de colegios se resolverán por consenso de los dos padres, como debe ser, y que para el caso que no sean capaces de resolverlos acudan a que se lo resuelva el juez; el ministerio fiscal dice que:   “para evitar controversias futuras en cuanto al centro escolar que pudieran surgir por el hecho del cambio de domicilio por parte de cualquiera de los progenitores o por desacuerdo en el tipo de educación, al referirse a cuestiones que afecten al derecho a la educación y bienestar de los menores interesa se determine el progenitor al que se otorga en principio la capacidad de decisión sobre dicha posible controversia, sin perjuicio del ulterior procedimiento judicial que pudiera incoarse al respecto”.
Cualquier persona lega en derecho, ya advertiría sin necesidad de ningún otra ayuda profesional que tal pedimento por parte del que se supone defensor neutral de los menores, es una carga de profundidad dirigida contra la línea de flotación de una familia que pretende al menos mantener a flote lo esencial: sus hijos. Resulta del todo inconcebible, que unos progenitores después de haber superado todas las dudas, inseguridades, recelos y desconfianzas, ahora se pongan a discutir cual de los dos, por encima del otro,  tendrá en principio la capacidad de decisión nada menos que el cambio de domicilio por parte de cualquiera de ellos dos  o por desacuerdo en el tipo de educación. Es decir: que si en principio tal capacidad de decisión se le otorgara a la madre, ésta podría decidir irse a vivir a Canarias y enviar a los hijos a estudiar a una escuela musulmana, y el padre si no está de acuerdo que vaya al juez; y si el juez le da la razón al padre que los niños vuelvan a donde estaban y la madre también; y mientras tanto la guarda y custodia compartida no existe. Si la decisión en principio se le otorga al padre éste podría decidir internar a los hijos en un seminario católico para que sean monjes religiosos y de paso irse a vivir a Mallorca; y si la madre no lo ve bien que vaya al juez, y si le da la razón que todo vuelva a ser como antes. Seguro que si uno de los progenitores está dispuesto a ceder tal potestad a otro, es que ambos están preparados para volver a casarse de nuevo; o, el que cede no ha asumido de verdad compartir en igualdad las potestades parentales de sus hijos puesto que en tal caso sería el otro el que de vedad estaría ostentando la guarda y custodia y las potestades parentales en exclusiva. El que cede al otro en principio la capacidad de decisión nada menos que el cambio de domicilio por parte de cualquiera de los progenitores o por desacuerdo en el tipo de educación será, si acaso, el canguro de los hijos pero no padre o madre.
         Claro, con planteamientos como éste, además de ser seguro que no existirá ni una sola sentencia que en proceso contencioso que otorgue una sola guarda y custodia compartida, se romperán todos los acuerdos presentados en los procedimientos consensuales. Y lo que ya da pena, es que se hable de intentar dentro de los procedimientos, intermediaciones de otros profesionales  para llegar a consensos. La ley por un lado, los fiscales por otro y el derecho a la tutela judicial efectiva sigue ahí en el artículo veinticuatro de la constitución.
         En dos meses ya me he encontrado con tres casos de este tipo. UNA PENA.

Ruben Romero de Chiarla, abog.

 Barcelona a 15 de febrero del 2011.-

domingo, 13 de febrero de 2011

Enajenados o exceso de información no atendida

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  •          Desde la perspectiva económico-jurídica, enajenar una cosa significa que esa cosa pase del que era su propietario o su poseedor, a otro que la posea o sea su nuevo propietario. Alienar más o menos significa lo mismo si nos estamos refiriendo a cosas. Cuando una persona se enajena o se aliena, quiere decir que no es capaz de gobernarse a sí mismo, que tiene unas ineptitudes psíquica que le impide ser dueño de sus propios actos. Incluso en el ámbito del derecho penal se le perdona; no se le castiga por entender que no conocía la significación perjudicial de su conducta,  con lo que el castigo resultaría inútil si sigue enajenado, e ineficaz si cuando se le pretende castigar ya recuperó la cordura. Desde la perspectiva sociológica la persona que está enajenada o alienada significa otra cosa, aunque parecida: es aquella persona que busca que sean los demás los que le den las respuestas; que sean los otros los que piensen las soluciones para sus problemas,  e incluso que los demás le digan qué problemas tiene y cuál es su tratamiento. Son los que derivan la gestión de sus vidas al prójimo. ¿Dime qué me pasa?,  y cuando lo descubras, ¿dime cuál es la solución?; estoy esperando ansiosamente, ¡date prisa!. Los avances tecnológicos actuales en lo que a la circulación de las comunicaciones y de la información se refiere, es un asidero extraordinario para las muchas personas que esperan panza arriba que le analicen la vida, les aparten los problemas, les den la solución y le suministren el antídoto mientras esperan sin hacer nada. Cada vez más no encontramos con personas que están más atentos a los pitidos y vibraciones de su teléfono móvil que de las miradas, palabras o gestos de las pesonas que tienen al lado. El entorno inmediato les agobia y para zafarse de sus responsabilidades para con el cercano, las diluyen en la red  para que sea otro, al cual ni conocen ni tienen interés en conocer, el que reciba sus vómitos mentales y les otorgue, si acaso, la solución. El recibidor desconocido, puede estar precisamente en la misma encrucijada; y el hecho de  recibir los detrictus del otro que no conoce, le sirve para enajenar (dar al ajeno) sus propias responsabilidades. Las soluciones que éste transmite generalmente son las que él se daría a sí mismo si se hubiera empeñado en analizar su propia existencia, pero no lo hace, el análisis propio se lo pide a otro también desconocido que previamente enajenó la labor de atender sus propias miserias. Finalmente: uno atiende con rigor los problemas ajenos, se empeña en aconsejar soluciones y trasmite las propias al otro que se lo toma con igual objetividad. Objetivar significa valorar lo que llega excluyendo el receptor su propia emocionalidad al hacer el análisis, en cierta medida se cosifica al otro, se le trata como una cosa a observar; como una cosa ajena; como una cosa entretenida. Las personas que componen el entorno directo de uno, nunca son objetivos, son emocionales. Nos quieren; les importamos; nos estiman; nos conocen en lo que decimos; porqué lo decimos, e incluso nos conocen hasta en lo que no decimos.  Y por ello, precisamente por ello, nos exigen, nos piden que nos exijamos, y nos agobiamos. Nos agobia que nos conozcan, que no nos dejen hacer todas las trampas que nos hacemos, nos agobia que pongan cara de incrédulos ante una excusa bien elaborada. El escape está al alcance, acudimos a las redes sociales donde siempre encontramos aliados. Sabemos que a esos aliados no les importamos un pimiento, pero no nos exigen; no nos agobian. O, nos aficionamos a los reality  que es más o menos lo mismo pero con más morbo; en ellos personas escuálidas conocidas de la tele desnudan sus intimidades, se las inventan o las exageran, pero como tales personas tampoco nos importan, nos entretienen y nos hacen el favor de distraernos en no hacernos cargo de nosotros mismos. El teléfono móvil e internet, son actualmente importantes drogas reductoras de la conciencia. La heroína, hasta hace poco hacía ese efecto. El heroinómano cuando se suministraba la sustancia podría sustraerse de su propio yo, podía evadirse de sí mismo, volar y volar…  Cuando el efecto desaparecía y volvía a sí mismo, menos se gustaba y más necesitaba otra dosis; y eso componía la adicción.  Internet, y el teléfono móvil como instrumentos para navegar de aquellos que no tienen rumbo (que ya no lo tenían), está teniendo un efecto similar en los que desean enajenarse: darse al ajeno desentendiéndose de sus propias circunstancias.  La búsqueda del camino corto como objetivo deja sin sentido el caminar.
  • Ruben Romero de Chiarla;  Barcelona a 13 de febrero del 2011.-

lunes, 7 de febrero de 2011

PROSTITUCIÓN Y DROGAS, libertad y dignidad.

Coincidencias y contradicciones.

Parece claro que en la actualidad está comúnmente aceptado que el consumo de tabaco perjudica a la salud individual y pública. Al concepto salud se le despoja de cualquier beneficio que el fumador pueda encontrar en su hábito;  el placer, o el bienestar emocional o psicológico que pueda reportarle, en ningún caso se estima parte de su salud. El concepto salud del individuo que fuma, se construye desde fuera, en tanto que él, al estar afectado de tabaquismo, el placer que cree recibir en compensación al daño que se auto-infringe no es otra cosa que el reflejo generado por la ingesta de una sustancia dañina. En ningún caso fumar puede ser un acto de libertad, puesto que la adicción a la sustancia tóxica mediatiza su voluntad: si no controla su voluntad no puede ser libre. Y así, el concepto libertad se construye desde fuera, al margen de la consideración individual que pueda tener el que tiene derecho a ser o sentirse libre. Ante ello el resto de la sociedad no fumadora le prohíbe hacerlo en público, defendiéndole ante la evidencia de que el fumador es incapaz de hacerlo por sí mismo por la obvia disminución  de sus capacidades cognitivas y volitivas. Dicho prohibicionismo también ataca en otro frente: impedir que los no fumadores tengan que recibir involuntariamente humos de los tabacos que ellos no queman (se tolera la ingesta de humo de coches porque aún no se considera un vicio el hacer uso de ellos) . No obstante, el Estado mantiene la comercialización estanca del tabaco marcando los precios de venta con una importante carga impositiva, y el consumo se produce en reductos privados o al aire libre. De momento.
El tabaco, que es comercializado después de pasar  protocolos, controles y permisos para su producción, distribución y venta -cualquiera no puede instalar sin más una fábrica de tabaco y vender sus cajetillas-, produce enfermedades tales como el cáncer de pulmón, infartos y afecciones respiratorias entre otras muchas claramente señaladas. Ello vendría a indicar que por más que se intente minorar sus efectos perniciosos, es una sustancia per se perjudicial para la salud y consecuentemente merece ser prohibida.
Lo que tradicionalmente se ha denominado drogas tóxicas, estupefacientes o psicotrópicos que causan grave daño a la salud, tienen un tratamiento muy distinto al que se le da a la producción, comercialización y consumo del tabaco. Tales sustancias, como la cocaína, las drogas de diseño, y la heroína entre otras muchas, sencillamente están prohibidas en su producción, distribución y venta. No obstante se permite su consumo, o al menos adquirirlas para consumo propio no está castigado. El consumidor para proveerse de ellas ha de acudir a un delincuente; su producción no debe superar ningún protocolo, ningún  control sanitario, y tampoco paga impuestos. El productor; el distribuidor y el vendedor al menudeo, solo tienen que sortear los controles policiales. La droga que llega al consumidor es precisamente la que logró burlar la acción represora del Estado; la que no fue decomisada y destruida, y encarcelados sus porteadores. Al consumidor llega el producto final de un largo procesamiento  clandestino. El precio, es el propio de un bien escaso; cuánto más cantidad se suprima del mercado mediante la labor policial, menos cantidad disponible para  la venta,  y su precio sube. Cuanta más personas se encarcelan por su dedicación a la producción, distribución o venta, más se encarece la mano de obra: cuanto más riesgo mayor salario y asalariados más aguerridos.  Al menos a nivel popular no se conoce que produzcan otros males que  las muertes por sobredosis y la conversión de los consumidores-adictos en criminales que para pagarse el suministro roban o se dedican a traficar. Sin duda, los males son inmensos, pero no se divulga que produzcan enfermedades físicas concretas como las que genera el consumo del tabaco. Generalmente las personas con suficiente capacidad económica consumidoras de cocaína lejos de convertirse en delincuente, en muchas ocasiones destacan y hasta reciben aplausos con cierto reconocimiento público: se ha de recordar a Sigmund Freud entre otros muchos.  Eso sí, han de cuidar que los proveedores no les den gato por liebre y les varíen el porcentaje de sustancia activa en relación a la de corte provocándoles una sobredosis que les mate. Los que pueden pagar  el precio tienen mucho ganado: no tienen que delinquir.
Si a éstas sustancias se le diera el mismo tratamiento que al tabaco, seguramente desaparecería gran parte de los males que a la salud generan al tiempo que se podría ir reduciendo la población carcelaria y el volumen de dinero efectivo en manos de los que no ingresan casi nunca en prisión por la capacidad disuasoria de sus fortunas.
Parece claro que en la actualidad está comúnmente aceptado que la prostitución atenta contra la dignidad humana.  La persona –hombre o mujer- que alquila su potencial y disponibilidad sexual en beneficio del placer de otro está comercializando parte de su dignidad. El concepto dignidad se construye desde fuera de la persona que pone a disposición de otra sus favores sexuales por un precio. La persona que se prostituye no  puede hacerlo como acto voluntario y libre, al estar mediatizada por la necesidad económica que le empuja y el hecho de no haber encontrado mejor alternativa. Y así el concepto libertad se construye desde fuera, al margen de la consideración individual que pueda tener el que tiene derecho a ser o sentirse libre. A la persona -mujer joven generalmente-, que se dedica a estos menesteres, no se le tolera que use su genitalidad en tal actividad lucrativa. La falta de tolerancia del entorno, le lleva a esconder o disimular el ejercicio de su oficio eventual o fijo. Ha de situarse en la clandestinidad o en la semiclandestinidad para merecer un mínimo de consideración personal. Si se hace pública su dedicación, recibirá tres reacciones distintas por parte de sus congéneres: la de los que la intenten ayudar para sacarla del ambiente; la de los que la conviertan en invisible; y la de los que se postulen como clientes. Si esta persona en lugar de centrar su esfuerzo físico en el uso de sus genitales para producir placer en otro, usara sólo las manos, podría ser una masajista muy digna. Si en lugar de usar sus manos sobre los genitales ajenos para producirle placer al otro, las usara sobre la misma zona corpórea de su prójimo para otro fin, podría ser un urólogo importante, o una ginecóloga de prestigio, y en todo caso de gran dignidad. Si esta persona que acudió al oficio impulsada por la desesperación económica y la falta de perspectivas, por idénticos motivos se hubiera dedicado a fregar escaleras de rodilla, aunque le sangrasen las manos y trabajara doce horas por un salario mínimo, nadie le imputaría haber alquilado su dignidad; y en todo caso su decisión habrá sido libre. Si un licenciado universitario no tiene más remedio que dedicarse a limpiar chiqueros, habrá hecho una opción honesta y digna; si se dedica a la prostitución no. A ninguna persona que se dedique a la prostitución se le admite la posibilidad de que le guste lo que hace y disfrute con ello; los que se dedican a otra actividad por más penosa que sea y aunque le destroce el cuerpo,  se le supone que lo hacen con alegría. A los que se dedican a la prostitución, aunque no lo pidan, se les protege el cuerpo del disfrute ajeno; a los que se dedican a otra cosa no, porque son libres de hacerlo. Los que tienen dedicaciones penosas y mal remuneradas sin comprometer su sexualidad se les protege con la seguridad social, los subsidios de desempleo y la jubilación. Todo ello se le niega a los que emplean su sexualidad para subsistir, y han de procurarse protección a alto precio incluso frente a las fuerzas y  cuerpos de seguridad del Estado. Si las personas que se dedican a la prostitución hicieran exactamente lo mismo disponiendo exactamente el mismo tiempo en dicha labor pero no cobraran por cada acto: no se estarían dedicando a la prostitución; sino desarrollando libremente el ejercicio de su sexualidad aunque recibieran prebendas por sus artes amatorias.
Barcelona a 4 de febrero del 2011.
 Ruben Romero de Chiarla.-